Valdemoro reivindica la Fuente de la Villa como Bien de Interés Patrimonial

19 de julio de 2022



La Iglesia parroquial Nuestra Señora de la Asunción ha sido el punto de partida de la visita que la consejera de Cultura, Turismo y Deporte, Marta Rivera de la Cruz, ha realizado hoy a Valdemoro donde fue recibida por el alcalde, Sergio Parra. Tras recorrer el templo junto a la comitiva de la que formaban parte la directora general de Patrimonio Cultural, Elena Hernando, la primera teniente de alcalde, Raquel Cadenas y la concejala de Cultura, Nieves Pérez, se desplazaron a pie hasta la Fuente de la Villa, monumento que está a la espera de que la Comunidad de Madrid lo declare Bien de Interés Patrimonial.


Lourdes Almendros, responsable de Patrimonio, fue la encargada de explicar los tesoros que alberga la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, que es el edificio más importante del conjunto monumental del municipio.

Monumento Histórico Artístico desde 1981 cuenta, además de su magnífica arquitectura de estilo barroco, con un importante patrimonio como el retablo del altar mayor, con obras de Goya y los hermanos Bayeu, de Claudio Coello y los frescos de Antonio van de Pere. En la iglesia también destaca el órgano que data de 1737, incluido en el Inventario de Bienes Muebles del Estado y cuya restauración concluyó en 2006.


Según explicó la archivera municipal, Mª Jesús López Portero, gracias a la riqueza documental que alberga el Archivo Parroquial se ha podido trazar casi con exactitud la genealogía del jesuita Diego de Pantoja (1571-1618), uno de los personajes más carismáticos de la historia valdemoreña.

Ya en la Fuente de la Villa, segundo punto de la visita, el alcalde instó a la consejera a acelerar los trámites para que el monumento y el antiguo Lavadero municipal sean declarados Bien de Interés Patrimonial, solicitud aprobada por unanimidad en el Pleno celebrado el 30 de julio de 2020.


La fuente de tres caños, construida en piedra de Colmenar en 1605, es uno de los emblemas más característicos del municipio. Está coronada por el escudo de armas de la Villa, la representación heráldica más antigua conocida y fue acometida por el Concejo de Valdemoro con motivo de la celebración de la feria comercial del siglo XVII, privilegio concedido en 1603 por el rey Felipe III. Junto a ella se encuentra el Lavadero. Los pilones donde iba a confluir el agua sobrante de la Fuente de la Villa ya eran utilizados a mediados del siglo XIX como lavadero público hasta la llegada del agua corriente a las casas en la década de los 70 del pasado siglo.


En recorrido por los municipios de Pinto, Valdemoro y Ciempozuelos, la consejera ha destacado el valor patrimonial e histórico del Sur de la Comunidad de Madrid que ‘oculta tesoros que se han conservado y debemos preservar e incorporar a la oferta turística- cultural de la Comunidad de Madrid’.



Fuente: larevistadevaldemoro.com

Fernando III y los 42 mojones entre Pinto y Valdemoro



Entre Pinto y Valdemoro apenas discurre un tramo de la autovía A-4 de 7 kilómetros entre unos campos en los que figuradamente se agolpan todos los indecisos, vacilantes o medio borrachos , según la definición de esta frase hecha de la Real Academia Española.

Ni siquiera hay rastro de ningún riachuelo que corrobore el relato más conocido sobre el origen de esta famosa expresión. Según la versión popular, un borracho de Pinto que se encontraba por estos parajes empezó a bailotear y a saltar a uno y otro lado del regato gritando «ahora estoy en Pinto» , «ahora en Valdemoro» hasta que al final tropezó y cayó al río diciendo: «Ahora estoy entre Pinto y Valdemoro».


«No pondría yo la mano en el fuego para testificar la existencia del tumbacuartillos del cuento», subrayaba Jaime Campmany en 1993 en su artículo sobre el « El Quid de unos dichos », donde apuntaba otra de las versiones que relacionan esta expresión con el refrán «Vino tinto, si no lo hay de Valdemoro, démelo Pinto».

Siglos atrás debieron ser los caldos de estas dos localidades habituales en las tabernas madrileñas, explica Gregorio Doval en «Del hecho al dicho» antes de añadir que «hay quien afirma que lo que hubo entre estas dos localidades fue un asilo de dementes, y que la expresión equivalía, originalmente, a "estar loco"»


Lo que sí hubo en la linde entre Pinto y Valdemoro fueron 42 mojones colocados por orden de Fernando III el Santo (1199-1252) para delimitar la línea divisoria de Madrid y Segovia. «Durante largo tiempo la aldea de Pinto es objeto de disputas territoriales entre el obispo de Palencia y las ciudades y tierras de Segovia y Ávila con Madrid; unos contenciosos que dan lugar a las intervenciones de distintos monarcas con los consiguientes deslindes, uno de los cuales tiene que ver, probablemente, con la popular frase de " Entre Pinto y Valdemoro "».

Alfonso VII

Alfonso VII fue el primero en ordenar estos deslindes entre ambas poblaciones en 1184, mandato que sería ratificado posteriormente por el rey Alfonso VIII en un documento de fecha 20 de julio de 1208, estableciendo los límites de los concejos de Segovia y Madrid, confirmado posteriormente por otro documento, de fecha 12 de diciembre de 1208, en el que establece los límites fronterizos entre Madrid, Toledo y Segovia, con el fin de garantizar la comunicación de Segovia a través de la cañada de Alcorcón, que a su vez cruzaba Pinto por lo que hoy se llama calle Real. Pero el problema no se resolvió, ya que Segovia y Madrid seguían la disputa.

Fernando III

Finalmente, el 20 de junio de 1239, el conflicto obliga al rey Fernando III el Santo a intervenir y dictar un Privilegio en San Esteban de Gormaz, cuyo documento original se encuentra en el Archivo General de la Villa de Madrid y que se reproduce en el presente artículo, y asigna Pinto a Madrid y Valdemoro a Segovia y ordena colocar 42 mojones para señalar el deslinde.


«Queriendo departir contienda, é baraja grande que era entre ellos, departíles los términos por estos lugares que esta carta dice, y puse y fice estos mojones: el primer mojón fue este cerca de la atalaya asomantes de geles, el segundo mojon a la renconadilla que está á Palomero...», 

escribe el monarca fijando uno a uno los 42 hitos entre ambas localidades para limitar Madrid y Segovia.


El mismo Fernando III supervisó personalmente la colocación de los mojones que marcaban el deslinde entre ambas provincias, alojándose entre los dos pueblos, en la Casa de Postas situada en aquel lugar y aprovechando, de paso, la degustación de los quesos y vinos que por aquel entonces eran famosos y su deseo de no desairar a ninguno de los dos, que competían por ser sus anfitriones ofreciéndole los mejores caldos y viandas. Por esa razón, cuando alguien preguntaba en la Corte de Madrid dónde estaba el rey, los cortesanos contestaban «Fernando III optó por comer con los representantes de las dos villas "entre Pinto y Valdemoro"», lo que con probabilidad dio origen a la famosa frase

Para Margarita Candón y Elena Bonnet, autoras de «A buen entendedor...», el origen del dicho se remontaría a la convivencia entre musulmanes y cristianos en época de la Reconquista. Señalan éstas que Pinto fue conquistada por los cristianos antes que Valdemoro y que en esta época surgiría la expresión, aunque el arroyuelo al que se refieren como frontera no aparece en los mapas y Pinto fue conquistada en el mismo año 1083 en el que datan la toma de Valdemoro.



Música Renacentista Laúd




El único Escuadrón de Caballería de la Guardia Civil



El caballo es el animal que ha acompañado a la Guardia Civil durante toda su existencia y del que se han servido los guardias para desempeñar su necesaria actividad durante más de un centenar de años. En su concepción se trató del único medio de transporte que existía, y su presencia se extendía a todos los puestos de la Guardia Civil repartidos por el territorio nacional. Con el avance de la tecnología y la implantación de nuevos medios de transporte motorizados, el caballo pasó a ocupar funciones más concretas en las que todavía hoy sus virtudes son mayores respecto a las de los vehículos más actuales.

Poca gente conoce es que la Comunidad de Madrid acoge al único Escuadrón de Caballería de la Guardia Civil, ubicado en Valdemoro desde los años 80. Aunque no siempre fue así. Originalmente, estaba enclavado en la zona de Atocha en Madrid, pero la expansión de la capital requirió de una nueva ubicación cerca del campo donde pudiera tener unas instalaciones mayores.


Los orígenes de esta institución se remontan a 1844, con el Duque de Ahumada al frente. Por aquel entonces, el caballo está presente en el servicio diario de la Guardia Civil como medio fundamental de una de las dos únicas especialidades de las que se componía el Cuerpo, coexistiendo dos armas fundamentales: Infantería y Caballería. Las Unidades de Caballería estuvieron presentes en todo el territorio nacional, así como en las provincias de ultramar (Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico y Filipinas).


Durante el primer tercio del siglo XX, y debido al incremento de la conflictividad social en España, la Caballería adquirió una importancia mayor en el servicio de la Guardia Civil. Terminada la Guerra Civil Española, se integraron la Infantería y Caballería en una sola, desapareciendo la Caballería como tal. El caballo se mantuvo como un elemento más de transporte en los Puestos y Destacamentos de la Guardia Civil. Esta decisión provocó la paulatina desaparición de la Guardia Civil a caballo en el paisaje de la geografía española.


A pesar de ello, quedó como representante de las Unidades de Caballería un Escuadrón ubicado en Madrid que fue creado en 1934 en el seno del 14º Tercio. Este fue vinculado en 1958 en la 1ª Comandancia Móvil, compatibilizando su misión como Fuerza de Orden Público con la propia de una Unidad de Honores.

A partir de entonces, concentraron en el Escuadrón los caballos que permanecían desplegados por toda España. Esta acción quedaría concluida a finales de 1988, fecha en la que ya había sido trasladado a Valdemoro.


En el año 1998, el Escuadrón de Caballería pasará a depender directamente del coronel jefe de la ARS, ya con entidad de grupo, manteniendo por tanto hasta fechas actuales del Siglo XXI dicha conformación singular, ya integrada en una Unidad Superior de espíritu y estructura de Unidad de Control de Masas.


Para poder desplazarse de forma autónoma y rápida a cualquier lugar de España, disponen de «una flota de camiones adaptados para el traslado de caballos, personal y equipos, así como diferentes tipos de furgonetas y vehículos todo-terreno, con capacidad para desplazar, si fuera necesario, la totalidad del Escuadrón de manera simultánea.


El Escuadrón de Caballería lleva a cabo servicios de una tipología muy variada. Por un lado, realizan labores de restablecimiento del orden público y control de grandes concentraciones de masas, como en festivales o romerías como El Rocío, en cuyos casos, actúan de manera conjunta y coordinada con las Unidades de Infantería. Por otro lado, se encargan de la protección y seguridad de altas personalidades, así como de la seguridad ciudadana. También participan en la protección y auxilio de peregrinos en el Camino de Santiago. 


El Escuadrón es una de la Unidades más representativas de la Guardia Civil, por lo que es habitual su presencia en desfiles y actos oficiales del Cuerpo. La más emblemática de sus actuaciones es la participación en el desfile el Día de la Hispanidad, pero también está presente en los actos conmemorativos de la celebración el día de su patrona en la ciudad que corresponda o en actos de acompañamiento a personalidades. 


El Escuadrón de Caballería se instaló en el Colegio de Guardias Jóvenes de Valdemoro hace casi cuarenta años. Por su proximidad al municipio, tradicionalmente los vecinos han tenido la posibilidad de disfrutar de su presencia en actos como procesiones o el Corpus Cristi, actos que no gozan de tal privilegio en otras localidades del país. Todavía hoy, mayores y pequeños pueden observar desfilar a los jinetes de la Guardia Civil en dos ocasiones, el Corpus Christi y la Cabalgata de los Reyes Magos.

Los miembros del Escuadrón están repartidos por la geografía española sirviendo de apoyo a sus compañeros del Cuerpo y mejorando la seguridad de todos los ciudadanos. Es un orgullo saber que el epicentro de tan necesaria actividad se encuentra en Valdemoro.

La Guardia Civil a caballo en la plaza de la Constitución de Valdemoro - 1985

Fuera de las situaciones de emergencia y las operaciones especiales, su actividad varía con la temporada del año. Durante el invierno, coincidiendo con la recogida de los cítricos en la Comunidad Valenciana y la aceituna en Andalucía y Castilla-La Mancha, están inmersos en la campaña de prevención de robos en explotaciones agrícolas del Ministerio del Interior. Con la llegada del verano, también prestan apoyo en las campañas de prevención de incendios forestales en Galicia y en espacios naturales protegidos donde se producen grandes concentraciones de ciudadanos. En concreto, en nuestro municipio, colaboran con el Ayuntamiento de Valdemoro, al cual prestan diferentes servicios, así como prácticas por las vías pecuarias y rurales del termino municipal.

Infanta Elena preside el acto de inauguración de la Pista Cubierta del Escuadrón de Caballería de la Guardia Civil 
(Valdemoro-2012)

Cada guardia civil tiene adjudicado su propio caballo y esta asignación se hace con el fin de que el jinete y el caballo tengan la mayor afinidad posible. Para ello, se tienen en cuenta las peticiones de los propios agentes y las cualidades y temperamento del caballo.


Dentro de la unidad no solo hay grandes profesionales del trabajo policial a caballo. De su pasión por el equino han nacido también grandes deportistas que han formado un equipo de salto y otro de raid. Los equipos, compuesto por ocho componentes aproximadamente cada uno de ellos, entrenan cuando el trabajo se lo permite y participan tanto en competiciones civiles como militares.





Fuente principal: madrilanea.com
Audio: Escuadrón de Caballería de la Guardia Civil, 172 Aniversario de la fundación del Cuerpo

El Astronauta


En el centro de la Plaza del Universo de Valdemoro, hay una gran escultura de un astronauta, que representa el primer paso del hombre sobre la Luna. Sólo por esta escultura de El Astronauta, ya merece la pena una visita a Valdemoro.

A finales del Siglo XX, el polémico alcalde de Valdemoro, Francisco Granados, encargó la realización de una escultura, que pudiera convertirse en el símbolo del nuevo barrio de El Restón de Valdemoro. El lugar elegido para situar ese nuevo símbolo de modernidad de la zona sería la Rotonda de los Tritones, cuyo centro tenía un diámetro de unos 60 metros.


Francisco Leiro Lois, nacido en Cambados en 1957, que ya era un artista consagrado cuando se diseñó el proyecto, fue el escultor elegido para realizar dicha obra.


La idea aludía al futuro y para ello el escultor pensó en un astronauta en acero inoxidable. El artista decidió representar un astronauta caminando, de unos cuatro metros de altura, en acero colado. 


A partir de un dibujo realizó una maqueta en escayola, después, en su estudio de Nueva York la modeló a tamaño natural en poliespán y desde allí viajó a Madrid, a la fundición Capa, en Arganda del Rey, especializada en realización de obras de arte en metal. La técnica elegida fue la de fundición a la arena y cada parte de la escultura fue fabricada de forma separada.
El tiempo total de elaboración rondó el año, considerando los bocetos, moldes y la fabricación de la escultura.
La obra final pesa 3.500 Kg y tiene unas dimensiones de 4 x 3 x 2,5 metros.


La instalación se realizó el 17 de octubre de 2001. Para ubicar adecuadamente la obra, se decidió colocar en el centro de la rotonda un casquete esférico, recubierto de carbón, para simular la superficie lunar. De esta manera se buscó dar mayor sensación de ingravidez y aumentar el contraste con el metal de la escultura. El casquete esférico también fue fabricado en metal por la Fundición Capa.


La escultura va anclada sobre uno de los pies a la esfera y su centro de gravedad está desplazado del soporte. El coste de la escultura fue de 240.000 €, que lo sufragaron los promotores del barrio El Restón. El Ayuntamiento de Valdemoro se hizo cargo de la remodelación de la rotonda.

A medida que nos acerquemos nos iremos dando cuenta de que, efectivamente, se consigue la sensación de ingravidez que buscaba el autor, como en la siguiente foto.


El Astronauta es un símbolo de progreso, futuro y afán de superación, por lo que se ha convertido en emblema de Valdemoro.


Por último, se decidió cambiar el nombre de la Rotonda de los Tritones, que pasaría a ser la Glorieta del Universo.






Música: 2001 Odisea en el espacio

Calles, plazas y espacios urbanos de Valdemoro


En el siglo XVI, Valdemoro no alcanzaba la cifra de dos decenas de manzanas, éstas eran amplias, se alternaban tapias de corrales con fachadas y con escasez de espacios libres, excepto las centrales, con un trazado organizado por diez o doce vías jerarquizadas y cuatro plazas encadenadas: Mayor, Autos, Esparto y de la Iglesia.

Plaza de Autos (amurallada, derecha torreón)- Años 60 del pasado siglo

Plaza de Autos (con árbol en el centro) - Años 40 del pasado siglo

Debido al crecimiento urbano, la villa supera la calle Grande, como muestra la fundación del hospital de San Andrés en la misma y crece hacia la fuente y el convento de Carmelitas, hecho que posibilita el desarrollo de dicha vía principal hacia el este y la configuración de un espacio de recreo asociado a la existencia de agua. En la cota más baja de todo el núcleo histórico, las viviendas tenían pozo y múltiples manantiales, como el existente en el convento del Carmen. Esta calle probablemente se convirtiera en el nuevo recorrido del camino entre Móstoles y Chinchón en sustitución del anterior por la plaza Mayor, viario germen del trazado de la villa.

Calle Estrella de Elola - Años 40 del pasado siglo
(Denominada Calle Grande hasta 1932)

Calle Grande (con Carretera, desde Matadero) - Años 50 del pasado siglo
Calle Grande (con Plaza de la Piña) - Años 50 del pasado siglo

Durante esta centuria se derriban una serie de viviendas en cuatro o cinco manzanas para generar una plaza porticada regular, donde se situaría la casa consistorial, cuya formalización se concreta en época del duque de Lerma, a comienzos del XVII, ante la necesidad de un espacio amplio asoportalado para desarrollar la nueva feria y agasajar a los reyes en su paso hacia Aranjuez.

El concejo exigió a los propietarios unas características constructivas similares en los cuatro frentes de la plaza, para lo cual se consultó a Francisco de Mora. Se desconoce si se amplió la antigua plaza pública para estos efectos, pues no se tienen noticias de su primitiva ubicación, aunque probablemente se encontrara en la situación actual, apoyada en el camino de San Martín de la Vega y Titúlcia.


En el siglo XVII, Valdemoro creció extramuros hacia el oeste, por el camino de Torrejón, donde se crea el colegio de San José, denominado barrio de Arriba, aunque en los primeros planos del casco, de segunda mitad del XIX, aparece la zona prácticamente sin construir en dirección septentrional, hacia las eras, situándose en esta ladera la casa del duque de Lerma, llamada Casa del Rey, y ampliándose la ermita del Cristo de la Salud; y hacia el sur, con la construcción del convento de las Clarisas y de la fuente nueva a principios de siglo.

Calle Cristo de la Salud - Años 40

En el interior del casco hay que destacar la definitiva organización de la plaza Mayor, con la fundación del pósito y la construcción de una torre en la misma, así como la reconstrucción de la iglesia y erección de diversas casas nobles, como la Casa de la Inquisición y de "Los Zorritos".

En 1751, en Valdemoro había 550 casas, de las cuales 430 eran habitables, 20 inhabitables y 100 arruinadas, extendidas con baja densidad en una superficie aproximada de 30 ha; en este momento había dos instituciones religiosas: los Carmelitas Calzados y las Franciscanas Recoletas, pero un grupo de otras órdenes religiosas, especialmente, los dominicos, jerónimos y jesuitas, tenían hasta 16 fincas en el término municipal (sólo 3 en el casco urbano).

En el interior del casco, la operación de mayor interés fue la constitución de la fábrica de tejidos, entre las calles actuales de Libertad, General Dabán, General Martitegui y plaza del Duque de Ahumada, donde hoy se encuentra el parque homónimo. Asimismo, se realizaron importantes obras; en la iglesia (la reconstrucción de la torre), en el antiguo hospital de San José (restauración y obra nueva) y en propiedades del conde de Lerena (para el establecimiento de las escuelas públicas).

Calle General Daban - Años 40

Las calles eran, generalmente, espaciosas y anchas, con alineaciones continuas; las casas, de dos plantas y encaladas, se rodeaban de corrales y patios que albergaban las dependencias dependencias auxiliares, proporcionando a dichas vías tapias con portalones alternadas con los alzados principales.

Siglo XIX
Si bien en 1828 la población se componía de 260 casas (entre 20 y 30 de "regulares propor­ciones") y en 1849 de 302 de mediana cons­trucción (cifra mucho menor que la de cien años antes, 550 casas de las cuales 430 estaban en uso), cuarenta años después, en 1889, aumenta el censo edilicio a 364, un 20% más para un crecimiento demográfico del doble, hecho que muestra un déficit en aumento de la vivienda. En 1891, pocos años después, se contabilizan 339 casas, es decir 25 menos, que hay que suponer arruinadas. En este momento las casas se describen como espaciosas, de dos pisos, con habitaciones de verano en el bajo y de invierno en el alto, algunas con amplios jardines y extensos patios y corrales, lo que exige mucha superficie para dicho vecindario. Se organizaban a partir de patios con pies derechos y zapatas de madera y se abrían a los jardines o corrales mediante pórticos con los mismos elementos.

Las instituciones, equipamientos y servicios a mediados de siglo se reducían al ayuntamiento, la cárcel, doce paradores o posadas, dos hospi­tales el de San José, para enfermos pobres, y el de San Andrés y San Sebastián para viudas elementos pobres (hay que señalar que sólo 19 pueblos de la provincia de Madrid tenían en 1868 esta­blecimientos de beneficencia para acoger enfermos, entre ellos Valdemoro) y dos fuentes, Carmen y Nueva. El crecimiento de la población provocó la mejora de las infraestructuras y equi­pamientos básicos, como en el abastecimiento de agua, para el que se creó una fuente nueva y un lavadero. La nueva fuente denominada del Pozo Bueno (situada en la plaza homónima en 1849, junto a la calle del Cristo de la Salud), canaliza el agua de un manantial al oeste del pueblo, poseía un pilón con dos caños y abas­tecía, asimismo, al Colegio de Guardias Civiles Jóvenes.

Pozo Bueno - Años 80

Por otra parte, la construcción del Lavadero tiene lugar a finales de siglo, surtido de la fuente de la Villa; asimismo, se comienza a organizar una política de ornato de la villa, con fuerte sentido urbanístico, mediante la creación de espacios arbolados y jardines públicos, como el paseo de la Estación, la plaza de la Piña (realizada tras la desamortización del convento del Carmen mediante la incorporación de parte de su huerta a la fuente homónima, y ampliada en 1896 por cesión de la parcela de la Guardia Civil, convirtiéndose en un espacio urbano de recreo) y diversos elementos recreativos, como un quiosco de refrescos, un templete de música y la plaza del Duque de Ahumada, ajardinada y con una escul­tura del fundador de la Guardia Civil.

Plaza de la Piña - Año 1914

Dentro de esta tendencia, se plantea el alumbrado urbano, con la instalación de 59 faroles y se recomienda la ampliación de la única alcantarilla existente, que recorre la talle Grande y termina 500m antes de la carretera de Andalucía. Además, se establecen y mejoran una serie de servicios públicos, como el matadero (de propiedad parti­cular), las escuelas (con habitación para los maes­tros y edificios diferentes para ambos sexos), así como escuela de párvulos y cátedra de latinidad en el mismo local del antiguo colegio de San Juan, en la calle del Colegio (todas ellas fundadas por el primer conde de Lerena)

Calle Gloria (Hoy Eloy López de Lerena)


Calle Eloy López de Lerena (hacia Plaza de Autos) - Años 40

Calle Eloy López de Lerena - Año 1960

Por último, se crea un teatro (antes de 1853), situado en la calle Grande, anejo al asilo de San Andrés, hoy sustituidos ambos edificios por la Casa de Cultura. La villa tenía una superficie aproximada de 45 ha. según el plano catastral realizado entre los años 1860-1870 y su casco urbano se orga­nizaba mediante 37 calles y 9 plazas agrupadas en dos distritos: el de las Casas Consistoriales y el de San Andrés, con sendos Alcaldes (la calle Grande sería, con seguridad, la divisoria de los dos distritos, con mayor superficie meridional, el de las Casas Consistoriales).

Primer documento gráfico del casco urbano de Valdemoro- 1890

Este es el primer documento gráfico del casco urbano de Valdemoro que conocemos, en donde podemos apreciar un conjunto de dos decenas de manzanas cerradas de relativa densidad edificatoria en la zona sudeste, alrededor de las plazas de la Constitución, Esparto, Autos y Monjas, y calles Duquesas, Real, Infantas, Nicasio Fraile, Pozo Chico, Alarcón, Nueva, Carmen y Postas. El resto, a excepción de las calles principales, muestra grandes espacios abiertos (corrales y jardines), con un total de una treintena de manzanas con escasa edificación situada en su perímetro y que bordean el casco más denso por el norte, este y oeste. Esta situación todavía se mantiene hoy en diversas partes del casco histórico.

Plaza de las Monjas - Años 40

Calle Real (con Pozo Bueno al fondo) - Años 40

Calle Real (vista desde la Plaza de Autos) - Años 40

Calle Duquesas (cruce Tirso de Molina) - Años 40

Por lo tanto, como se puede todavía ver en el plano de 1890 publicado por el doctor de la Calle, encon­tramos dos claras partes: una densa alrededor de la plaza Mayor y otra de menor densidad edifi­catoria que rodea la anterior formando una U. Además, en este plano encontramos el portazgo, a la salida de la carretera de Andalucía, la más antigua y probablemente única representación del convento del Carmen, las eras, el lavadero y la fuente del Carmen.

Calle del Carmen - Años 40

Este crecimiento incluye en su interior diversos espacios no construidos, como huertos, jardines, libres, romo los del Colegio de Guardias Jóvenes (en realidad, la extensión seria de unas 23ha, algo más de la mitad de la seña­lada en el catastro). Los límites de la población, respecto a los del XVIII, son similares, pues el casco urbano se va densificando y se incluyen dentro del suelo urbano parcelas cultivables con casa y huerto. El perímetro, discontinuo por la escasa edificación, estaba organizado por las siguientes vías: al este, la carretera de Andalucía, superada por varias construcciones, como el palacio de la marquesa de Villa-Antonia, el Parador Nuevo (también llamado Casa de Postas o Casa de la Cadena) y el matadero (desde esta cons­trucción, en el encuentro con la carretera de Andalucía surge como prolongación de la calle Grande el llamado paseo de la Estación, que conduce hasta el edificio de viajeros), al norte se cierra la villa por las eras y huertos que lindan con la actual calle de San Vicente Paúl y la ermita del Cristo de la Salud, para girar hacia el sur en el límite occidental por las actuales calles del Río Guadalquivir y Herencia (antes Capitán Tiedra, con su lado oeste construido en este momento) y continuar ya en el lado meridional por la calle Aguado y casas de la calle Luis Planelles, cons­truido su lateral sur en esta centuria, dejando fuera la fuente de la Villa e incluyendo el convento de las Clarisas para volver por Bretón de los Herreros hacia la carretera de Andalucía y el portazgo situado en este punto.

Calle Luis Planelles - Años 40

Calle Aguado (antes Callejón de los muertos) - Años 40

La calle Grande, según los documentos gráficos, mantenía la calzada elevada respecto a las aceras laterales para alojar el curso del arroyo que configuraba la calle, hecho que obligaba a construir unos pontones o puentecillos en su cruce con la carretera de Andalucía, como se puede observar en el plano catastral de rústica delineado entre los años 1860-70 por la Junta General de Estadística; en 1908 el Ayuntamiento construyó en el mismo punto un puentecillo "para el libre curso de las aguas pluviales".

Estrella de Elola (con Avda. de Andalucía) - Años 50 del pasado siglo

Sin duda la construcción en 1851 de la línea férrea Madrid-Aranjuez, ampliada más tarde a Alicante, y el establecimiento de una estación a un kilómetro de la población, en dirección a San Martín de la Vega, y conectada por un nuevo camino, constituye el hecho urbano más signi­ficativo del siglo XIX. Si bien parece que en un primer momento no se extendió la ciudad hacia este punto, más adelante propició la creación de una pequeña zona industrial y residencial de baja densidad, descollando varias villas con sus parcelas que se han conservado.

Paseo de la estación - Años 50

Diversas instituciones de carácter religioso y militar se establecen en Valdemoro, una vez desa­parecidos los Carmelitas Calzados, transformando el casco histórico y conviniendo la villa en un centro de segundo orden de organismos colec­tivos de gran interés. Destaca la transformación de la fábrica de paños en Compañía de Guardias Jóvenes; esta institución fue propuesta en 1853 por el duque de Ahumada, fundador de la Guardia Civil, con el fin de educar a los hijos del Cuerpo. Se procedió, dos años después, a la compra de la antigua fábrica de paños deno­minada Los Longuistas o Lonjistas, reformán­dose para el establecimiento en la misma de la Compañía en el año 1856. Este edificio ocupaba la manzana de las calles del General Daban, General Martitegui, Libertad y plaza del Duque de Ahumada, mientras que en la manzana occidental, entre las dos primeras vías y las calles de San José y Oliva se encontraban los campos de deportes. Se trasladó el Colegio a su ubica­ción actual, al norte del casco urbano, en 1972. El edificio primitivo fue cedido al Ayuntamiento, que lo derribó a excepción de varios muros exte­riores que se utilizaron como cerramiento del nuevo parque organizado en el solar, denomi­nado Duque de Ahumada, ocupando, asimismo, los terrenos deportivos adyacentes.

Otros conjuntos organizados en estas fechas (segunda mitad del siglo XIX9 son el convento de las Hermanas de la Caridad, con dos casas -San Diego y San Nicolás-, la casa de los Padres Paúles y el Colegio del Juncarejo para Huérfanas de la Guardia Civil, situado extramuros.

Calle Alarcón - Años 40

En 1878 el marqués de Vallejo cede a las Hermanas de la Caridad una casa, ya destruida, en la calle Mediodía (hoy calle Alarcón) con vuelta a Federico Manrique quo había comprado un año antes a la marquesa de Gavina (casa que era llamada "la principal" respecto al conjunto de casas y fincas que los marqueses tenían en Valdemoro). Las religiosas destinaron esta edificación a casa de salud y descanso de sus miembros enfermos (con capacidad para 60 personas), aunque prontamente fue ampliada con compras de otras propiedades anejas. La fundación, primera de las realizadas en Valdemoro por las Hermanas de la Caridad, se llamó Casa de San Diego; tenía diversas huertas que alcan­zaban la misma avda. de Andalucía, al este, y la calle Pozo Chico, donde se conservan todavía vanas tapias, hacia el sur, con un importante acceso al convento. 

A estas mismas Hermanas de la Candad, el marqués de Vallejo dona unos terrenos al norte de la villa, entre la plaza del Conde, callejón del Rey, calles de San Nicolás, Apóstol Santiago y Tenerías, partido en dos por la calle de San Vicente de Paúl, construida la parte meridional y utilizada la norte como huertos y eras, inclu­yendo una noria y un depósito de agua. En la manzana sur se constituyó el Convento de San Nicolás y, posteriormente, el Colegio de San José sobre la Casa del Rey y la Casa de Labor de los jesuitas.

Calle San Vicente Paul (con Cristo de la Salud) - Años 80

Para atender mejor las necesidades de las congregaciones de San Diego y San Nicolás, los Padres Paúles deciden constituir en Valdemoro, en 1897, una residencia con capilla para media docena de miembros, para lo cual compran la casa con jardín denominada, indistintamente, Parador Nuevo, Casa de Postas o Casa de la Cadena (había tenido estas funciones de posada de arrieros del Camino Real y lugar de portazgo con su cadena correspondiente para cerrar el paso a las caballerías). Estaba situada, por tanto, en la carretera de Andalucía, entre las calles de Federico Marín y Pasadores y contaba con jardín posterior. Construida seguramente en el siglo XVII, se debió reconstruir o reformar en 1864. Tenia el caserón 42 por 11 metros, once balcones y un arco de piedra de Colmenar. 

Siglo XX
El casco urbano evolucionó a lo largo del siglo XIX y comienzos del XX hacia modelos urbanos, con manzanas cerradas de edificación continua, como muestra el plano del Instituto Geográfico y Estadístico de 1923, desapareciendo viario, como el callejón de Palacio en la finca de los Junquera, o fundiéndose propiedades para establecer las grandes fincas de las familias madri­leñas que utilizaron Valdemoro como lugar de descanso y recreo situadas en la zona de la calle Grande y parte oriental del casco, la más cercana a la estación. Dos de las casas principales, en cambio, se situaron en puntos más alejados: la casa de Alarcón. en la misma calle Mediodía (hoy denominada Alarcón, en su honor) y la de Cánovas del Castillo, situada cerca de la ermita del Cristo de la Salud.

Plaza Cánovas del Castillo (Pozo Bueno) - Años 40

La casa de Pedro Antonio de Alarcón, comprada en 1878 y que comprendía tres propie­dades, de las cuales la última era conocida como la Casa de la Cadena, con un magnifico jardín (reunidas en la calle Mediodía, 6, 7 y 8) fue vendida al arzobispo de Burgos, una vez falle­cido Alarcón, y después a un vecino de la villa, quien instaló un teatro familiar en la misma. De igual manera, la familia de Cánovas del Castillo compró a mediados del siglo XIX una finca con casa de labor en Valdemoro entre las calles Cristo de la Salud, Negritas, General Martitegui y travesía del Cordero. Ambas casas han desaparecido.

A finales de siglo no se conservaban ninguna de las ermitas de San Gregorio, San Sebastián, San Pedro, San Antón, Santiago y Santa Cruz.

Calle el Colegio - Años 60

Sin duda alguna, uno de los fenómenos que más influyeron en el cambio del tejido urbano del siglo XIX y sobre todo del XX, mucho más denso y compacto que en centurias anteriores, fue la venta de 16 fincas tras la desamortiza­ción, pertenecientes al clero (excepto una): destacan una casa corralillo, una casa en la calle Colegio perteneciente a los Jerónimos y otra en la calle del Cristo de la Salud. El convento de Carmelitas Calzados se cerró, aunque ya estaba arruinado en 1828, permaneciendo abierto el de Santa Clara. El paso a manos particulares de la mayoría de estas propiedades y la dona­ción posterior de las mismas a diversas órdenes religiosas, que asimismo construyeron y colma­taron los terrenos y procedieron a su venta ya bien entrada la centuria pasada.

Plaza del Paraíso - Años 40

Calle Francisco García Serrano (Hoy Tirso de Molina. 
Al fondo las cuatro esquinas, cruce Nicasio Fraile, Pozo Chico y Alarcón) - Años 40

Calle Ruiz de Alda (Hacia antiguo camino de Parla, desde Estrella de Elola) - Años 50








Fuentes: 
Texto extraído de: Desarrollo histórico - Tomo XIII - Valdemoro 3.1 
Fotografías: Comunidad Memoria de Valdemoro

Música: “Fandangos” -Santiago de Murcia (1673 - 1739)