D. Ramón Macías de la Cruz, el practicante de Valdemoro
Finalmente se licenció como soldado con una excelente experiencia como jinete, gracias a su destino como desbravador de caballos. Además, a partir de entonces se le abren las puertas a una formación superior. En este momento comienza su periplo en la Benemérita, en donde dio buenas muestras del tesón que le caracterizaría a lo largo de su vida. En un primer intento por ingresar en el cuerpo, se le rechaza en una revisión médica al comprobar que padece una alta miopía. Antes de que el certificado le diera como inútil, desiste del intento. Más tarde llegó su segunda y definitiva oportunidad. En una nueva convocatoria de personal de la Guardia Civil, decide volver a presentarse y el mismo facultativo que le sometió a las pruebas con anterioridad resuelve admitirlo, no se sabe a ciencia cierta si por su perseverancia o porque en esos momentos estaban muy necesitados de efectivos.
Con anterioridad al inicio de la Guerra Civil (1936) estuvo destinado en Barcelona, donde comenzó los estudios de practicante, a distancia y valiéndose de los libros de las bibliotecas públicas. Durante el conflicto bélico solicita distintos destinos siempre en ciudades – Zaragoza, Toledo y Madrid - para seguir teniendo acceso al material bibliográfico prestado que le permitiera seguir avanzando en el conocimiento de la que sería su profesión.
En julio de 1943 le trasladan al Colegio de Guardias Jóvenes de Valdemoro, ya había alcanzado la graduación de cabo de la Guardia Civil. Unos meses más tarde, en noviembre, obtiene la plaza de practicante titular de la localidad y empieza a ejercer sus dos vocaciones.
Más allá de administrar inyectables, se encargó además de atender partos, hacer curas, dar puntos, escayolar y emitir juicios médicos tan certeros que sorprendían a los propios facultativos y aún hoy son recordados.
En 1952, no contento con alternar dos profesiones, don Ramón inicia su carrera militar, accede a teniente del Ejército de Tierra y obtiene la cartilla que le autorizaba para ejercer en la sanidad de este cuerpo. A pesar de esta nueva situación, sigue vinculado al Colegio de Guardias Jóvenes e incluso se le concede una gracia especial para que pueda seguir vistiendo el uniforme de la Benemérita.
El camino de Torrejón (hoy calle Libertad) fue el primer domicilio de la familia y de la consulta del practicante. En 1966 se trasladan al nº 3 (hoy 5) de la calle Capitán Cortés, donde construyen una casa de dos plantas y cuatro viviendas. En la primera se ubica el consultorio, por el que pasaba prácticamente todo Valdemoro en busca del remedio de don Ramón a sus males. Y es que la mayoría de los vecinos tenían una iguala con el practicante, es decir, un contrato mediante el cual éste prestaba sus servicios a cambio de un importe mensual.
En el ejercicio de su profesión era tan meticuloso que nunca ponía una inyección sin proceder previamente a leer el prospecto y si consideraba que no era una medicación adecuada no le importaba rebatir el criterio médico. Los pacientes siempre le hacían caso. Según anécdotas que han trascendido, su contemporáneo el doctor Rogelio Casal Martín le llegó a enviar a su propio hijo para que le aplicara sus conocimientos colocándole un hombro dislocado. Aunque había una comadrona oficial que ocupaba la plaza, era al practicante don Ramón al que avisaban las vecinas para que acudiera a asistir a los partos, tarea que llevaba a cabo ayudado por su esposa. La confianza que inspiraba en las parturientas hizo que la mayoría de los niños y niñas, hasta mediados de los sesenta, viera la luz gracias a su pericia.
Tampoco eran exactamente de su competencia labores como realizar curas, sin embargo, fueron muchísimas las ocasiones en las que los enfermos encontraron consuelo en su profesionalidad, que siempre iba acompañada de grandes dosis de humanidad.
Era un trabajador incansable que nunca se tomó vacaciones, ni estuvo de baja, a pesar de que a veces tuvo que atender su consulta con fiebre o algún malestar que él mismo se trataba.
Su vocación asistencial era tan fuerte que, aparte de salir siempre con su cartera de primeros auxilios por si tenía que ayudar a alguien, su horario se extendía a lo largo de las 24 horas del día, sobre todo durante la época en que se empezó a utilizar la penicilina. Ponía inyectables cada tres o cuatro horas, por lo que era habitual verle por la noche acudir a los domicilios de los enfermos. Esta actividad dejó de realizarla en torno a los años setenta, cuando empezaron a construirse edificios altos, sobre todo porque para entonces contaba con una edad avanzada y comenzó a tener dificultades para subir las escaleras.
En el año 1975 el practicante D. Ramón, con 66 años, decide trasladarse de su casa de la calle Capitán Cortés, de donde ya se había marchado su prole, a un piso situado en el pasaje de Colón, próximo al de su hija, que aún sigue viviendo en la localidad, igual que dos de sus cuatro hermanos. En este mismo emplazamiento instala el que habría de ser su último consultorio, concretamente en el local que actualmente ocupa un negocio de apuestas. Aquí sigue ejerciendo de practicante hasta que se jubila a la avanzada edad de 70 años.
En su familia le recuerdan como un lector incansable de enciclopedias de medicina, lo que le hacía mantener actualizados sus conocimientos de anatomía, así como de las patologías y de sus síntomas.
Además de intelectual, también se manejó con destreza en la hípica, ya que fue desbravador de caballos durante el servicio militar y mantuvo la afición a lo largo de su vida, practicando en el Colegio de Guardias Jóvenes. También debido a que se había criado en las costas de Cádiz y Huelva sabía nadar como muy pocas personas en su época.
Muy concienzudo en su trabajo, eran habituales en su comportamiento, sin embargo, los pequeños despistes que le hacían salir a la calle mezclando vestimenta militar con sombrero civil y al revés o llegar maltrecho, tras haber caído en alguna zanja de la calle en sus periplos nocturnos hacia los domicilios de los pacientes. Con respecto a su profesión, solo le oyeron quejarse de que las madres valdemoreñas amenazaran a sus pequeños con llevarles a la consulta de don Ramón si se portaban mal.
Este hombre hecho a sí mismo, de aspecto serio pero con un gran sentido del humor, moría el 15 de octubre de 1981 a consecuencia de una neumonía; ésta fue la causa oficial pero su hija recuerda que el médico les dijo a título privado que estaba agotado. Sólo habían pasado dos años desde que abandonara el ejercicio de su profesión sanitaria que, además, había alternado con la Guardia Civil y militar del Ejército de Tierra.
En la memoria de los valdemoreños de más edad nunca dejará de ser el practicante don Ramón. Con este mismo propósito, el Ayuntamiento decide en 1983 homenajearle por méritos propios, incluyéndole en el callejero, bautizando la antigua calle del Ciprés y Capitán Cortés como Practicante D. Ramón Macías.
Fuente: asociacionpolilla.com - Boletín de la asociación de antiguos alumnos de los colegios de la Guardia Civil - 2010
Historia del patronazgo de la Virgen del Pilar
Conforme a la información que se dispone, la devoción de los guardias civiles a la Virgen en su advocación del Pilar, procede de aquella transmitida desde niños a los alumnos del Colegio de Huérfanos de Valdemoro.
En septiembre de 1864, fue destinado al Colegio de Valdemoro su primer Capellán Castrense, de nombre D. Miguel Moreno Moreno. Este sacerdote organizó la capilla del Centro, donde fue instalada una imagen de la Virgen del Pilar e introdujo a los jóvenes alumnos en la devoción y amor a la Virgen. Por disposición recogida en el Boletín Oficial del Cuerpo de 24 de septiembre de 1864, se nombró patrona del Colegio de Guardias Jóvenes a la Virgen del Pilar.
Con el tiempo, los guardias procedentes del Colegio fueron extendiendo la devoción a la Pilarica por toda la geografía nacional. Esta circunstancia fue determinante para que el 7 de enero de 1913, el Director General del Cuerpo (General Aznar) solicitara de S.M. la proclamación de la Virgen del Pilar como Patrona de la Guardia Civil. La orden sería firmada por D. Alfonso XIII con fecha 8 de febrero, publicándose en los correspondientes diarios oficiales, como el que se reproduce a continuación:
Esta aprobación de la Real Orden de 8 de febrero de 1913 provocó la publicación de una Orden General del Cuerpo tan sólo diez días después, en la que el Director General establecía los principios generales de lo que habría de ser la festividad para los guardias civiles:
" Una fiesta del compañerismo, en la que los componentes de cada acuartelamiento se reúnen para rezar por sus compañeros caídos en acto de servicio y por el duque de Ahumada, organizador y primer Inspector General del Arma. "
Por último exalta a los guardias civiles a finalizar la fiesta con un reconocimiento a la Patria y a S.M.
Cerca de la festividad del Pilar, el General Serrallo –Director General del Cuerpo- estableció la forma de celebrar la Patrona, principalmente mediante la celebración de la Santa Misa por los guardias civiles fallecidos.
Es de destacar que esa primera celebración fue realizada con la austeridad y gravedad que correspondía al momento que España atravesaba, debido a las campañas en Marruecos, la Orden General de 3 de octubre de 1913 lo expresaba de la siguiente manera:
- Ofrenda de mantos.
- Ofrenda de una placa.
La placa dice así:
- Ofrenda de la Santa Capilla.
En el fondo se pueden ver las Estrellas de Oro y Las Joyas. Detrás de la imagen está La Corona de La Virgen, todas ellas realizadas durante los años 50, con joyas y oro de las ofrendas realizadas a La Virgen.
Se significa que en el año 1927 fueron ofrendadas 56 monedas de oro, dos por cada Tercio de la Guardia Civil, que fueron fundidas junto con otras joyas y oro para fabricar las estrellas y la corona.
- Ofrenda de la Cruz de Oro del Mérito de la Guardia Civil.
Se encuentra en la vitrina número 4 del “Museo Pilarista”, junto a las Estrellas y Joyas de La Virgen, La Corona de La Virgen y otras ofrendas realizadas.
La guerra civil
Valdemoro, una vez más, volverá a tener pérdidas; humanas (unos 2000 habitantes tenía el municipio) y de patrimonio histórico artístico de importancia, provocando que hasta bien entrados los años 50 no se volvería a recuperar su estabilidad económica.
Ser sacerdote, religioso o dar muestras abiertas de fervor religioso se había convertido en algo peligroso. La persecución religiosa alcanzó su punto más álgido en 1936.
Los datos de sacerdotes diocesanos, religiosos de distintas órdenes, monjas o personas vinculadas a hermandades o grupos parroquiales que fueron buscados, sacados de sus casas o conventos, detenidos y posteriormente asesinados, fueron muy numerosos. Sólo en Madrid fueron asesinados 435 sacerdotes (VIDAL, César. Paracuellos-Kañn. Un ensayo sobre el genocidio de la izquierda. Ed. Libros libres. Madrid 2005. Pág. 336). Entre ellos Salvador Ochaíta, Párroco de Valdemoro o Juan Manuel Navarrete, Capellán del Manicomio de Ciempozuelos, asesinado el 29 de julio, cuyo cadáver fue atado aun camión y arrastrado más de dos kilómetros hasta llegar a Valdemoro (donde fue enterrado).
El Juncarejo se convirtió, sucesivamente, en hospital de heridos de ambos bandos, así como el Colegio de Guardias Jóvenes lo fue para las fuerzas nacionales. El teatro fue convertido en albergue de soldados, que produjeron importantes destrozos en el edificio.
El 20 de octubre, el Ejército Nacional prosiguió el avance, de forma simultánea, por las carreteras de Extremadura, Toledo y Andalucía. En el sector de la primera, Yagüe trataba de tomar Navalcarnero. Por la segunda, Barrón debía ocupar Griñón. Y por la tercera, Monasterio debía atacar Valdemoro.
El 21 de octubre ocupan Navalcarnero y pocos días después Illescas, Griñón, Brunete y Valdemoro. Así, mediante una maniobra envolvente, Yagüe se hizo con el importante nudo de comunicaciones de Navalcarnero, mientras que Barrón y Monasterio convergieron el 27 sobre Torrejón de Velasco y Griñón sin encontrar mucha resistencia, después de las enconadas luchas en torno a Illescas.
Tal es la euforia, que los tanquistas olvidan que su misión es abrir el frente para que pase la 1ª Brigada Mixta que conduce Enrique Lister con base en Valdemoro, tras ellos, ya muy retrasada, incapaz de seguir el rápido avance blindado.
La brecha abierta por el propio Arman en el frente enemigo, la tiene ahora a su espalda. Los moros aprenden que con una botella de gasolina y un trapo, lanzado a las ruedas, se funden los rodillos de goma que arrastran las cadenas. Después abrasan a sus ocupantes lanzando las botellas al interior de los tanques e impidiendo que nadie salga al exterior (primer antecedente del luego famoso Cóctel Molotov).
La infantería de Lister, al perder de vista los tanques, debe batirse casi cuerpo a cuerpo en Seseña, en unas líneas recompuestas disciplinadamente por el ejército nacionalista. El resultado fue que se perdió el veinte por ciento de los T-26 y que el objetivo principal, Seseña, no fue tomado.
Por otra parte, la posición del Camino Alto de Valdemoro a Seseña, línea de trincheras excavada al borde de esta vía, en el límite del término municipal de Valdemoro con Seseña.
Por la procedencia de la munición encontrada, así como por la ubicación de la trinchera, controlando la llanura previa al Jarama, por donde discurren la carretera de Andalucía y la vía férrea que sale de Madrid con dirección a La Mancha y Andalucía, se trata de una línea de trinchera nacional, que defendería el flanco izquierdo del dispositivo atacante de Varela, y que serviría como retaguardia en la Batalla del Jarama. Desde esta posición, se batiría el avance de las tropas republicanas por la tierra de nadie, hacia el pueblo de Seseña, en los contraataques del 29 de octubre y el 3 de noviembre de 1936.)
Finalmente, el 2 de noviembre, en una acción conjunta, alcanzan la línea Móstoles-Fuenlabrada-Pinto. La respuesta republicana supuso el lanzamiento de un nuevo contraataque en el mismo flanco oriental de Varela, en el que intervienen otros 40 T-26B y dos trenes blindados. Así, de las posiciones de Puente Largo del Jarama, salió una columna, al mando de Burillo, que se dirigió a Valdemoro y Torrejón de Velasco, con un ataque secundario a Seseña.
El ejército nacionalista empezó a concentrar con rapidez las tropas de la División Reforzada del Centro, al sur de la Comunidad de Madrid, en las localidades de Torrejón de Velasco, Torrejón de la Calzada, Esquivias y Seseña. A partir del 15 de enero el general Orgaz consiguió reunir alrededor de 20.000 hombres, unidades de sobrada experiencia, cuya fuerza de choque estaba constituida fundamentalmente por moros y legionarios. El día 23 de enero ya estaban en su punto de partida (Pinto y Valdemoro) las unidades que debían iniciar la Batalla del Jarama.
Las tropas republicanas tomaron las posiciones del Cerro de los Ángeles el 19 de enero, con el objetivo de mover las líneas defensivas desde Villaverde al otro lado del Manzanares. Los planes de ataque se ralentizaron por diversos motivos, por lo que cinco brigadas se acantonaron en el eje norte-sur que constituía la carretera de Andalucía, en Pinto y Valdemoro. A mediados de febrero, cuatro de estas brigadas se dispusieron para atacar, mientras que una quedaba en reserva. La brigada del coronel Rada fue la primera en iniciar el avance, ocupando diversas cotas dominantes entre la carretera de Andalucía y la confluencia de Manzanares y Jarama, entre ellas Los Yesares.
Los combates más intensos en el flanco norte del avance franquista se concentraron principalmente en los parajes de La Marañosa y Coberteras, mientras que la zona de Los Yesares sufrió bombardeos de artillería y protagonizó alguna “descubierta” de las tropas en dirección norte pero de nula repercusión.
En el mes de febrero del año 1.937 se libró la más cruenta de las batallas que hasta la fecha había tenido lugar en la Guerra Civil Española: La Batalla del Jarama; debido a la inusitada violencia de sus combates y la gran cantidad de efectivos puestos en liza por ambos bandos.
Desde Pinto y Valdemoro cuatro Brigadas parten, y una quinta, la de Barrón, queda en segundo escalón, en la reserva. El terreno embarrado por las lluvias de días atrás, no favorece en absoluto la marcha.
Rada sale de Pinto en el ala norte en dirección a La Marañosa. Sáenz de Buruaga sale también de Pinto siguiendo el eje central del ataque. Asensio sale de Valdemoro en el ala sur en dirección a San Martín de la Vega. García Escámez sale de Valdemoro en dirección a Ciempozuelos, apartándose del resto. Barrón queda de reserva en Pinto.
Antes del inicio de la batalla en el Jarama, los republicanos planeaban una ofensiva para aislar a las fuerzas enemigas, de la División Reforzada de Madrid. Pero la mejor organización del ejército nacionalista se les anticipó, asestando un imprevisto y duro golpe a las vanguardias. Tras sufrir varias demoras, debido al temporal de lluvias, el día 6 de febrero de 1.937 se dio comienzo a la Batalla y la mayoría de unidades republicanas desplegadas entre La Marañosa y Ciempozuelos sucumbieron, desbordadas por un incesante diluvio de sangre y fuego.
En el bando franquista, hombres y caballos se hundían en el fango, y la artillería se quedaba atascada en los campos. Y así, los republicanos siguieron esperando hasta la llegada de un mejor clima con el mes de febrero. Cuya tregua climatológica dio un respiro a ambos bandos.
Tras la contraorden del día 5, cuando se ordena regresar a las Brigadas a su base de partida apenas iniciada la marcha, el día 6 de febrero de 1937 dejó de llover. Orgaz y Varela lanzan entonces nueva orden de inicio de las operaciones.
Una vez atravesado el Jarama, tropas de Regulares y de La Legión se esfuerzan por ascender rápidamente a la altiplanicie entre Arganda y Morata. Se sucederán épicos y luctuosos episodios como el que protagoniza el batallón inglés, British, en la Colina del Suicidio.
El día 14, el “día triste del Jarama”, tras celebrar un consejo militar en la Casa de Gózquez, donde Orgaz tiene instalado su Cuartel General, se decide poner fin a la ofensiva y pasar a la defensa fortificando las posiciones alcanzadas. La carencia de unidades de reserva en esos momentos era ya absoluta.
Fuertemente desgastadas, las tropas de Orgaz y Varela se deben limitar a defender encarnizadamente la cabeza de puente conseguida al otro lado del Jarama. Los republicanos pretenden al menos, arrebatar al enemigo las posiciones más estratégicas y se marcan como objetivos en primer término, los cerros de La Marañosa y el Espolón de Vaciamadrid, a fin de cortar el avituallamiento a las vanguardias enemigas de Valparaíso, Casa de la Radio y el Pingarrón, cubriéndose de nuevo el valle del Manzanares de metralla y muerte, las jornadas del 16 y el 17.
- La Batalla de Madrid (1936-39). Excavaciones en las defensas de la capital - F.J. López Fraile, , J. Morín de Pablos, A. Rodríguez Fernández
- La guerra civil española y sus efectos en la iglesia
- TomoXIII_Valdemoro_3_1
Cartel de fiestas de 1928
En 2005, gracias a la colaboración vecinal, se consiguió la cesión de cartelería de fiestas desde 1947 a 1959, que fueron digitalizados y devueltos a su propietario. A partir de entonces han ido ingresando en el Archivo ejemplares de algunos años que también estaban perdidos.
El documento seleccionado en esta ocasión corresponde a este grupo de donaciones. Fue cedido en abril de 2008 por Emilio Zornoza, un maestro que vino a Valdemoro a ejercer su profesión a principios de 1980 y que, al poco de llegar, un alumno le ofreció este cartel, cuya imagen ahora forma parte del patrimonio documental del municipio. Debido a su mal estado decidió enmarcarlo y dos décadas más tarde lo ofreció al Archivo para que fuera custodiado y se conservara siempre.
El ejemplar original mide 65,5 cm. x 46,5 cm., está impreso en papel a cuatro tintas –azul, amarillo, rojo y negro- sobre fondo blanco. Responde a la tipología de la cartelería taurina, pero además, aparecen insertos los actos religiosos y lúdicos.
La disposición textual aparece dividida en tres apartados bien diferenciados: el titular, donde se anuncia el motivo fundamental del cartel: fiestas del Cristo de la Salud de Valdemoro; el programa de actos religiosos y pirotécnicos y, a continuación, en lugar predominante, la información del festejo taurino. Seguidamente, en un cuerpo de letra más reducido, el precio de las localidades y una serie de advertencias a tener en cuenta durante el desarrollo de la corrida. El texto finaliza con la data tópica y crónica y el nombre del alcalde y el secretario del momento.
En ocasiones como esta, la colaboración ciudadana permite que testimonios históricos de la localidad, que se habían extraviado o habían permanecido ocultos, salgan a la luz para conocimiento de todos.
Fuente: valdemoro.es
Colonia "Hermanos Miralles"
Para paliar el déficit de vivienda existente tras la Guerra Civil se plantea el grupo Hermanos Miralles, también llamado de El Pilar, con 33 viviendas de renta limitada por la Obra Sindical del Hogar.
Música: Jorge Sepúlveda - "A Escondidas"
Jesús España Cobo, el señor del atletismo
Empezó a practicar atletismo desde muy joven, en el club de atletismo de su localidad natal. Para aquel niño espigado y moreno de 11 años que vivía en Valdemoro, correr por los caminos de tierra del pueblo era sinónimo de libertad, una sensación de poderío que le enganchó para siempre. Entonces la pista y los campeonatos figuraban lejos. Disfrutaba corriendo en el asfalto, feliz por ganar una prueba y enseñar en casa la minicadena o las zapatillas que había recibido como premio.
Para entonces su padre ya le había puesto muchas veces la cinta de VHS de la final olímpica de Los Ángeles 84. Jesús tenía claro su referente: Sebastian Coe. "Mi padre me ponía aquella final porque era la medalla de un español, la de Abascal, pero yo me fijaba en Coe, que era el que ganaba. Corría elegante. Leí un montón de cosas sobre él, me compré un libro sobre su historia, cómo le entrenaba su padre."
El bronce continental de pista cubierta de Viena 2002 fue el primer gran resultado de una carrera plagada de éxitos, de reconocimiento y admiración. No sólo por lo que ha sido dentro de la pista sino también por su señorío fuera de ella. El oro europeo de 5.000 metros de Goteborg fue el momento cumbre de sus 28 años de atletismo. Jesús revive a menudo con sus hijos aquella final, en la que se impuso al británico Mo Farah en la última recta con su inseparable Juan Carlos Higuero acompañándole en el tercer cajón del podio.
Minutos después llegó el éxito, del que casi se sintió un espectador más, como el que protagoniza una película a cámara lenta. "En carrera iba muy bien, tanto que parecía que estuviera viéndolo por la tele en lugar de estar allí. No sentí cansancio, estaba concentrado. Cuando empecé a pasar a Farah no tenía ya tanta chispa, de hecho a falta de 40 metros pensé que me tropezaba. Así que la cara de la llegada no es de alegría, es de alivio". Pero él se queda con otros momentos mágicos de un Europeo histórico. Como aquella canción de Amaral que le permitió aplazar los nervios en la cámara de llamadas, el hecho de compartir una carrera con dos amigos de siempre. "Estar allí con Juan Carlos y Pablo (Villalobos) lo hizo todo más grande. Soy nervioso y cantaba para tranquilizarme. Se pusieron a cantar conmigo. Todos nos miraban como si estuviéramos locos, pero me hizo sentir muy bien", recuerda con una sonrisa de añoranza.
En 2007 abrió sus puertas en Valdemoro el pabellón cubierto Jesús España, como parte de la segunda fase de esta instalación deportiva del barrio de El Restón. El atleta valdemoreño dio nombre a una instalación que cuenta con un aforo de 415 espectadores.
En el 2010, cosechó su cuarto triunfo nacional de 3000 metros siendo el único en la historia que tenía más de 3 títulos. Meses después, Jesús, ganó el campeonato de España de Avilés al aire libre, con esta victoria, fue seleccionado para participar en los Europeos de Barcelona donde finalmente conseguiría una plata.
Tras el regreso del Mundial de Atletismo de Pekín, y después de una meditada reflexión, Jesús vio que ya no pintaba nada en los 5.000 metros y que si quería ser finalista en unos Juegos Olímpicos debía dar el salto al Maratón. Tras haber meditado con su entrenador la idea, inicia la preparación específica para esta prueba, con una única meta: lograr la mínima de participación para los Juegos escenario elegido para el debut fue Sevilla y después de un largo camino lleno de kilómetros y sesiones de entrenamiento, vio cumplido su objetivo.
Feliz con su carrera, pero ambicioso como siempre, el madrileño siente que algo se quedó sin cumplir en el atletismo. "Cuando me planteé ser profesional, quería ser campeón olímpico. Si todo me hubiera ido perfecto, estar en unos Juegos con opción de ganarlos hubiera sido el summum. Pero no me puedo reprochar nada, me siento un privilegiado. Espero que me recuerden como un enamorado del atletismo, un atleta que me esforcé al máximo, que luché por conseguir los sueños que tenía, una persona normal que he tenido la suerte de poder dedicarme a lo que más me gusta".
Fuente parcial: Fragmentos texto entrevista diario MARCA 19/08/2018