Probablemente aún sea temprano para precisar diferencias y semejanzas entre el Coronavirus y otras pandemias que han ocasionado a la largo de la historia millones y millones de víctimas.
El virus que técnicamente se le ha llamado COVID-19, está provocando este año 2020 un alto número de afectados y víctimas, siendo España uno de los países más afectados y dentro de España, Valdemoro se convirtió en uno de los mayores focos nacionales.
Pero a la espera de que en unas semanas, quede atrás todo el dolor, toda la impotencia y sufrimiento, tras lo cual es mi intención actualizar este artículo, sabemos cómo a lo largo de su historia, Valdemoro ha sufrido como el resto de pueblos, ciudades y países del mundo otras duras epidemias.
Afortunadamente, más de un siglo de avances sanitarios nos separan de unos tiempos en los que la mayoría de las viviendas no disponían todavía de retrete y los médicos o curanderos postrados de rodillas a los pies del virus, en un vano intento de averiguar de qué extraño y desconocido mal podría tratarse.
Para algunos médicos, desde comienzos del siglo XVIII, las vagas referencias a la "constitución de los tiempos" no aclaran suficientemente la naturaleza y las causas de las enfermedades epidémicas. En Italia, G. M. Lancisi (1654-1720), recogiendo algunas ideas del siglo anterior, sobre la "fermentación" de las aguas estancadas, concederá una importancia decisiva a los "vapores" emanados de los pantanos, en orden a establecer el origen de las epidemias conocidas.
Román Baillo, en su crónica de Valdemoro, anota una relación de las epidemias sufridas por Valdemoro en el siglo XIX, destacando que era un "lugar salubre e higiénico" que importaba dichas enfermedades de la corte: cólera-morbo asiático en 1834, 1855, con la mayor incidencia de la provincia (152 muertos y un 16% de la población enferma), 1865 y 1885, viruela en 1881 y 1887, sarampión en 1886 y difteria en 1888. Al final de este artículo añado un extracto.
La peste negra. La pandemia histórica del siglo XIV
La peste negra o muerte negra fue la pandemia de peste más devastadora en la historia de la humanidad que afectó a Eurasia y que alcanzó un punto máximo entre 1347 y 1353. Es difícil conocer el número de fallecidos, pero las estimaciones son de 25 millones de personas solo en Europa, aproximadamente un tercio de la población.
La pandemia irrumpió en primer lugar en Asia, para después llegar a Europa, a través de las rutas comerciales. Introducida por marinos, la epidemia dio comienzo en Mesina. Mientras que algunas áreas quedaron despobladas, otras estuvieron libres de la enfermedad o solo fueron ligeramente afectadas. En Florencia, solamente un quinto de sus pobladores sobrevivió. En el territorio actual de Alemania, se estima que uno de cada diez habitantes perdió la vida a causa de la peste negra.
Ilustración medieval sobre la peste negra.
La peste negra o muerte negra fue la pandemia de peste más devastadora en la historia de la humanidad que afectó a Eurasia y que alcanzó un punto máximo entre 1347 y 1353. Es difícil conocer el número de fallecidos, pero las estimaciones son de 25 millones de personas solo en Europa, aproximadamente un tercio de la población.
La pandemia irrumpió en primer lugar en Asia, para después llegar a Europa, a través de las rutas comerciales. Introducida por marinos, la epidemia dio comienzo en Mesina. Mientras que algunas áreas quedaron despobladas, otras estuvieron libres de la enfermedad o solo fueron ligeramente afectadas. En Florencia, solamente un quinto de sus pobladores sobrevivió. En el territorio actual de Alemania, se estima que uno de cada diez habitantes perdió la vida a causa de la peste negra.
La epidemia de peste de mediados del XVII
Existen cifras que certifican una espectacular decremento del número de pobladores en los inicios de este siglo, anotándose varias razones generales. Tanto las epidemias y el hambre, como la gran peste de 1599-1602 en la que, al parecer, la mayor mortandad de los niños tuvo más importancia al afectar la vitalidad de las poblaciones.
Epidemia de cólera del siglo XIX
El cólera, también conocido como “cólera morbo" o “cólera morbo asiático”, es una de las grandes enfermedades epidémicas que ha padecido la humanidad, que se desarrolla en contextos de insalubridad, e hacinamiento de la población y falta de los servicios sanitarios básicos como alcantarillado, agua corriente y controles sanitarios de los alimentos.
En el siglo XIX afectó por primera vez de forma generalizada a toda Europa. La primera gran pandemia nace en la India en el año 1817, producido por el "vibrión colérico”. A Europa llega a partir de 1830.
En 1833 llegó a España, extendiéndose poco a poco por el territorio debido al movimiento de tropas desde el Sur hacia el Norte, a raíz de la guerra carlista, invadiendo así Castilla y toda la península.
Al principio se cebó en Andalucía pero al año siguiente se registraron los primeros casos en Madrid y, aunque el gobierno trató de ocultarlo, su precipitada marcha para ponerse a salvo en el palacio segoviano de La Granja desató la liebre entre la población.
Los muertos a causa de la enfermedad se contaron por miles, especialmente en las zonas más humildes.
La población, a pesar de las incidencias de la Guerra de la Independencia, aumentó considerablemente durante la primera mitad del siglo XIX, pues si En 1848 Valdemoro contaba con 2.532, casi un 40% más; en cambio, si nos atenemos a la cifra de vecinos, no se alcanza la del año 1785 -500- hasta casi un siglo después, en 1860, con 507 vecinos.
En 1852 se inició otra gran epidemia de cólera en Indonesia, llegando a Europa de forma generalizada durante los años 1854-55 y golpeando de forma si cabe de forma más dura, siendo conocidos estos años como “los años del cólera”. Se extendió en la península a través de Valencia, donde se dieron los primeros casos
Nuevamente el número de población se verá disminuido por la epidemia de cólera de 1855 en la que desapareció un 7% de la población de Valdemoro.
Desde mediados de siglo se supo que su transmisión se hacía a través del agua.
Y en marzo de 1885, nuevamente aparece en Valencia y de allí se extiende a toda la Península, Se supo que en 1884, el vapor «Buenaventura» condujo los gérmenes colerígenos a Alicante.
El Hospital de San José de Valdemoro, documentalmente se cita en 1849 con dos enfermerías para ambos sexos, con cuatro camas cada una; todavía existía a finales del XIX -restaurado por la epidemia de cólera de 1885- aunque muy arruinado debido a la desamortización (reducido a dos salas y 10 camas para beneficencia municipal).
Dicho hospital se encontraba en la parte occidental del casco, en las afueras de la villa, tuvo su momento de mayor importancia durante el siglo XVII; en 1700 se restauró y reconstruyó, así como a finales del XVIII, gracias a la donación para su mantenimiento de varias fincas urbanas por un matrimonio de la villa (al amenazar ruina en 1788). Más tarde fue sustituido por la Casa de la Juventud y la Casa de los Niños.
"A todo esto el cólera morbo que había hecho ya gran número de víctimas en el año 1854, reapareció con más furia en el siguiente, sembrando en todas partes la desolación y el duelo.
En Madrid se pudieron allegar bien pronto recursos de todo género, y la sabia previsión del gobierno y la abnegación sublime de la clase médica aminoraron por fortuna el espanto que infundía la epidemia.
No sucedió así en varios pueblos de esta provincia, escasos de recurso y faltos d« médicos, por haber enfermado o fallecido los que antes existían en ellos. Uno de los que se hallaron en este caso fue Valdemoro, en el cual la epidemia se cebaba de la manera más dura. Todo era en él horror y miseria. Los atacados caían en el lecho del dolor sin esperanza de que una mano perita acudiese en su auxilio, para devolverles la salud perdida. La muerte blandía su guadaña impía sin que nadie acertase a parar sus golpes."
La gripe de 1918
Nos trasladamos a ese año 1918, con una Europa asolada por la Primera Guerra Mundial que se enfrenta además a una de las pandemias más crueles de la historia de la humanidad. La ‘gran gripe’ o ‘gripe española’
Así describía los síntomas en su primera plana, el 20 de junio de 1918, el periódico conservador El Castellano: «Un estadio febril de comienzo brusco, sin escalofrío manifiesto ni violentas protestas digestivas, con hipertermia el primer día, fiebre alta el segundo, moderada el tercero y estado afebril el cuarto». Los casos conocidos eran todavía muy lejanos. El doctor Emilio Gil Sastre recomendaba «no perder el tiempo con la aspirina y el agua de limón», dispensando diuréticos más algunos consejos que podrían figurar en cualquier periódico de nuestros días, comenzando por el «lavado de manos repetido con jabón sublimado».
La Gripe Española mató entre 1918 y 1920 a más de 40 millones de personas en todo el mundo. Se desconoce la cifra exacta de la pandemia que es considerada la más devastadora de la historia. Un siglo después aún no se sabe cuál fue el origen de esta epidemia que no entendía de fronteras ni de clases sociales.
Aunque algunos investigadores afirman que empezó en Francia en 1916 o en China en 1917, muchos estudios sitúan los primeros casos en la base militar de Fort Riley (EE.UU.) el 4 de marzo de 1918.
Tras registrarse los primeros casos en Europa la gripe pasó a España. Un país neutral en la I Guerra Mundial que no censuró la publicación de los informes sobre la enfermedad y sus consecuencias a diferencia de los otros países centrados en el conflicto bélico.
Ser el único país que se hizo eco del problema provocó que la epidemia se conociese como la Gripe Española. Y a pesar de no ser el epicentro, España fue uno de los más afectados con 8 millones de personas infectadas y 300.000 personas fallecidas.
Aunque los primeros años del siglo XX fueron propicios para un moderado crecimiento demográfico en Valdemoro (aumenta de 2.895 habitantes en 1900 a 3.517 en 1930, a pesar del descenso de 1920, debido seguramente a la gripe), el declive por causa de la Guerra Civil fue muy importante, casi un 30%, pues se redujeron a 2.713 almas en 1940.
Nos trasladamos a ese año 1918, con una Europa asolada por la Primera Guerra Mundial que se enfrenta además a una de las pandemias más crueles de la historia de la humanidad. La ‘gran gripe’ o ‘gripe española’
Así describía los síntomas en su primera plana, el 20 de junio de 1918, el periódico conservador El Castellano: «Un estadio febril de comienzo brusco, sin escalofrío manifiesto ni violentas protestas digestivas, con hipertermia el primer día, fiebre alta el segundo, moderada el tercero y estado afebril el cuarto». Los casos conocidos eran todavía muy lejanos. El doctor Emilio Gil Sastre recomendaba «no perder el tiempo con la aspirina y el agua de limón», dispensando diuréticos más algunos consejos que podrían figurar en cualquier periódico de nuestros días, comenzando por el «lavado de manos repetido con jabón sublimado».
La Gripe Española mató entre 1918 y 1920 a más de 40 millones de personas en todo el mundo. Se desconoce la cifra exacta de la pandemia que es considerada la más devastadora de la historia. Un siglo después aún no se sabe cuál fue el origen de esta epidemia que no entendía de fronteras ni de clases sociales.
Aunque algunos investigadores afirman que empezó en Francia en 1916 o en China en 1917, muchos estudios sitúan los primeros casos en la base militar de Fort Riley (EE.UU.) el 4 de marzo de 1918.
Tras registrarse los primeros casos en Europa la gripe pasó a España. Un país neutral en la I Guerra Mundial que no censuró la publicación de los informes sobre la enfermedad y sus consecuencias a diferencia de los otros países centrados en el conflicto bélico.
Ser el único país que se hizo eco del problema provocó que la epidemia se conociese como la Gripe Española. Y a pesar de no ser el epicentro, España fue uno de los más afectados con 8 millones de personas infectadas y 300.000 personas fallecidas.
Aunque los primeros años del siglo XX fueron propicios para un moderado crecimiento demográfico en Valdemoro (aumenta de 2.895 habitantes en 1900 a 3.517 en 1930, a pesar del descenso de 1920, debido seguramente a la gripe), el declive por causa de la Guerra Civil fue muy importante, casi un 30%, pues se redujeron a 2.713 almas en 1940.