Plaza de la Constitución



La Plaza de la Constitución de Valdemoro se encuentra ubicada en el centro del antiguo casco urbano, tiene forma rectangular y con un ligero desnivel, obedece a la tradición arquitectónica castellana, con soportales y balconadas de dos cuerpos, excepto en el frente septentrional en que aparecen tres.

Antiguo ayuntamiento, cárcel pública y juzgados de paz. 


La edificación de la plaza comenzó durante el siglo XVI y se consolida en el XVII con la creación del pósito de trigo para labradores pobres en 1613, a expensas del notable don Antonio Correa, El Indiano.

 Este edificio sirvió como base para la Torre del Reloj, que originalmente estaba instalado en la torre de la iglesia parroquial junto a las campanas, pero tras la reconstrucción llevada a cabo en el templo en la segunda mitad del siglo XVII se decidió cambiar reloj y torre de lugar, con objeto de dar mayor vista y prestancia a la capilla mayor. De esta forma la plaza pública adquiriría una nueva dimensión.

La torre y el edificio del reloj son los auténticos símbolos de la plaza de la Constitución de Valdemoro. Si bien ambos componen un conjunto arquitectónico único y aparentemente indisoluble, sus orígenes son dispares. Es por ello mi intención, el aplazar para un capítulo propio referente a sus diversos detalles históricos.


Los soportales tuvieron su origen en la función comercial y artesana de la Edad Media; en el caso de Valdemoro como en otros pueblos, la necesidad de celebrar ferias y mercados periódicos obligaban a la obtención de un lugar adecuado donde realizarlos, siendo la solución la utilización de la plaza porticada. Los soportales, ofrecen la protección ante las inclemencias del tiempo de esa forma facilitaban las labores comerciales en la localidad.


La plaza siempre ha representado un espacio de transición entre lo privado, la vivienda, y lo público, punto de reunión en todas las épocas.
En ella se han aglutinado funciones administrativas, económicas y sociales. El pósito, las casas consistoriales, el reloj público y la cárcel debían situarse en un lugar céntrico y adecuado, para facilitar el acceso a todos los vecinos del municipio.

Ya en el siglo XVII fue marco de celebración de la feria anual celebrada en el mes de octubre, del mercado semanal y de fiestas de todo tipo, sobre todo espectáculos taurinos presentes en la villa valdemoreña desde el siglo XVI.


En la actualidad durante el mes de octubre alberga la Feria Barroca, que consiste en un mercado artesano que recrea las antiguas ferias comerciales celebradas en la localidad.

 Otro de los edificios que destacan en la plaza es la antigua Casa Consistorial, asociada a los bienes patrimoniales del concejo, ya en 1566, al formar parte de las Casas de la Audiencia. A través del tiempo sufrió varias restauraciones, la última de ellas, en 1994, supuso una rehabilitación completa. En 1909 el Consistorio adquiere el edificio del pósito para instalar la escuela pública.

Escolares en la plaza.

Imagen correspondiente a la década de los cuarenta del siglo pasado. 

Destacan también otras construcciones como la Torre del Reloj, antes mencionada, construida por Cristóbal Rodríguez de Jarama en 1672, la Casa Consistorial, reconstruida en 1994, y el Ayuntamiento Nuevo, obra de Sánchez Hinojal, e inaugurado en 1990.

La plaza en su conjunto, está incluida en el Registro General de Bienes de Interés Cultural del Ministerio de Cultura como Monumento Histórico Artístico. Protección integral dentro del Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos del Plan General de Valdemoro.




Fernando García Morcillo



 Nacido en 1916 en Valdemoro y fallecido a los 86 años en la mañana del 10 de diciembre en el año 2002.

 Miembro de una familia de músicos (de padre de Villanueva de la Serena y de madre de Don Benito), fue director de la casa de discos RCA durante 9 años, dirigió numerosos programas musicales en directo para Radio Nacional de España o Radio Madrid y era uno de los cinco consejeros de honor de la General de Autores y Editores (SGAE).


Compositor, director de orquesta, arreglista e intérprete. Recibió sus primeras enseñanzas musicales en el seno familiar, para más tarde estudiar solfeo, piano, trombón, violín, armonía, composición y dirección de orquesta en la Academia de San Miguel y el Conservatorio Superior de Música de Madrid. Posteriormente, y de forma autodidacta, completó su formación musical en ritmos como el jazz, el boogie, bolero y la canción española. Desde muy joven formó parte de varias orquestas y dirigió programas musicales en directo en Radio Nacional de España y en Radio Madrid durante los años cuarenta.

Autor, entre otras populares canciones, de Mi vaca lechera o La tuna compostelana. También eran suyas canciones como María Dolores o Santa Cruz.
Sus canciones fueron interpretadas por María Dolores Pradera, Sara Montiel, Frank Sinatra y Carmen Sevilla.


A partir de 1942 se dedicó asimismo a la revista y la comedia musical, con más de sesenta obras en su catálogo de obras de este género, con títulos como Dos millones para dos (1943), Zafarrancho (1948), El último güito (1950), La alegres cazadoras (1950), ¡Aquí Leganés! (1951) y Metidos en harina, que escribió en colaboración con Manuel Baz, con quien trabajó mucho en los años cincuenta y sesenta. También colaboró en esos años con Zorí, Santos y Codeso.

A comienzos de los años cincuenta empezó a trabajar para el cine, componiendo la música para más de ochenta películas, entre las que destacan María Dolores (1952) y Los Tarantos (1963). 
Suyas son las bandas sonoras de la mayor parte de las películas del director Jesús Franco, caracterizadas por la incorporación del lenguaje musical del jazz.

García Morcillo, tenía el carné número 6.250 de la SGAE, en donde había ingresado en marzo de 1936.
Tenía registradas un total de 1.034 obras. La mayoría de sus composiciones fueron piezas musicales (en total 85), aunque también compuso para el teatro (107 obras) y fondos para espectáculos (76 piezas).





Música/Video: Fernando García Morcillo - Foxtrot «Mi vaca lechera» (1946)

Fuente de la Villa..... y Lavadero Municipal



 La Fuente de la Villa de Valdemoro fue construida en 1605 a raíz de la concesión del privilegio de feria concedido en 1603 por Felipe III a la Villa.

Fue una de las obras acometidas por el Concejo con motivo de la instalación de la Feria Comercial a comienzos de ese siglo XVII.

Vista de la fuente con la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción al fondo.

Tenía como finalidad contar con un espacio adecuado para que abrevaran los ganados propiedad de los negociantes que acudían a la concentración mercantil, así como los pertenecientes a los habitantes del pueblo, de ahí que en su origen contara, además del pilón con tres caños, con un espacio para este fin.

Construida en piedra de Colmenar con bienes propios municipales y coronada por el primer escudo de la Villa o al menos la representación heráldica más antigua conocida..

Escudo

La fuente ha sido sometida a continuas restauraciones, lo que ha permitido que llegue a nuestros días en buen estado.


En 1778 fue reedificada, siguiendo las tendencias constructivas, ornamentales e higiénicas que por entonces promovía el movimiento ilustrado. En 1940 restaurada nuevamente y a principios de 1997 fue objeto de una nueva labor de limpieza y restauración que afectó tanto a la piedra como a la canalización de sus aguas. Antiguamente éstas iban a verter el lavadero público, una construcción del siglo XIX que fue rehabilitada a finales de los años 80, fecha desde la que se utiliza como Aula de Danza de la Universidad Popular de Valdemoro.

Antiguo lavadero al fondo.

En 2004, fue sometida nuevamente a un proceso de saneamiento y limpieza de la piedra. Sin embargo en 2006 el manantial del que se abastecía se secó y se quedó sin agua. Gracias a las obras realizadas en el verano de 2016, este monumento histórico volvió a recuperar el líquido elemento gracias a las obras para colocar una bomba de circulación que posibilita elevar el agua – no potable- desde un aljibe en el subsuelo.

Imagen de la Fuente tomada desde las escaleras de la Cuesta de la Villa.

La Fuente de la Villa es uno de los monumentos más emblemáticos del municipio, por lo que goza de protección integral dentro del Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos del Plan General de Valdemoro.

En 2002 fue incoado el preceptivo expediente para incluirla en el Registro General de Bienes de Interés Cultural del Ministerio de Cultura de España como Monumento Histórico Artístico, y en octubre de 2007 el consistorio propuso formalmente incluir la fuente de la Villa en dicho inventario.

Recientemente, en 2016, se ha vuelto a solicitar que la Fuente de la Villa y el antiguo Lavadero Municipal formen parte del Registro de Bienes Inmuebles de Interés Cultural de la Comunidad de Madrid.

Grupo de jóvenes en la fuente de la Villa

 
Grupos de amigos en la Fuente









Música: "Gallarda" - Santiago de Murcia (Códice Saldívar IV, ca. 1732)

Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción



La iglesia, como el resto de los edificios religiosos y los espacios urbanos asociados, constituye uno de los focos principales de desarrollo de la trama urbana; no sólo motiva a su entorno la actividad edilicia, fomentando la construcción, sino que además el viario se estructura a partir de estos puntos de atracción de pobladores.

 El pequeño colectivo rural origen de Valdemoro probablemente construyó una primitiva iglesia en el lugar donde se sitúa la actual, posición topográfica dominante y cercana a la calle principal, uno de los caminos primitivos entre Madrid y Toledo, posterior carretera de Aranjuez y Andalucía. Esta ubicación la convierte, incluso hoy en día, en referente paisajístico desde el sur del municipio.


De estilo barroco del s.XVII, es el edificio más importante del conjunto monumental del municipio.

Los materiales empleados en el exterior son el ladrillo y la mampostería de piedra. 


La planta, de una sola nave, tiene una gran extensión superficial, forma un gran rectángulo de 60 m de longitud y 28 m de anchura, con ocho capillas laterales que se distribuyen simétricamente a cada lado de la nave mayor, en los muros norte y sur, todas cubiertas con cúpulas semiesféricas; la más destacada es la de Nuestra Señora del Rosario, patrona de la localidad, pero también merece atención la de San José y la que alberga la imagen del Cristo de la Agonía.


Al Noroeste destaca la torre del campanario, culminada en 1764 y reformada recientemente, por eso el color rosa del ladrillo, que alberga cuatro campanas de bronce.


El templo consta de tres puertas de entrada, entre las que destaca la situada al oeste de la nave de simple fachada mudéjar, compuesta de tres arcos de medio punto y dos torres cuadrangulares.


El altar mayor está adornado por tres pinturas. De izquierda a derecha: San Pedro Mártir, de Ramón Bayeu, La Asunción de la Virgen, de Francisco Bayeu, y Aparición de la Virgen a San Julián, obispo de Cuenca, de Francisco de Goya. Este último lienzo, a pesar de ser considerado un tanto secundario en la obra de Goya, es la joya del patrimonio histórico de la localidad.


Completan la oferta pictórica del templo dos pinturas de Claudio Coello (San Francisco Javier y San Ignacio de Loyola), y varios frescos de Antonio van de Pere.

También, en la sacristía, es destacable el Archivo Parroquial con series completas desde principios del siglo XVI, conservado en un armario del siglo XVII, uno de los más completos de la Comunidad de Madrid, y el órgano, fechado en 1737 e incluido en el Inventario General de Bienes Muebles del Estado Español.


Además existía un tabernáculo de exquisitas maderas y piedras preciosas cuyo destino eran las Salesas de Madrid, pero que el Conde de Lerena, por su amistad con el monarca, logró traer a la iglesia parroquial de Valdemoro. Esta obra, esquilmada por los franceses en la Guerra de la Independencia, desapareció totalmente tras la guerra civil.

Está incluida en el Registro General de Bienes de Interés Cultural del Ministerio de Cultura como Monumento Histórico Artístico desde 1981, y goza de protección integral dentro del Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos del Plan General de Valdemoro.


A partir de 1993 el edificio ha sido objeto de diversas intervenciones destinadas a proteger y conservar uno de los ejemplos más notables de la arquitectura barroca de la Comunidad de Madrid, consistentes, fundamentalmente en el cerramiento perimetral, la iluminación externa, la remodelación del presbiterio, entre otras.