Nicolasa, «La Pajuelera», nace en Valdemoro. La fecha de su nacimiento es motivo de controversia y la fecha de su fallecimiento igualmente se desconoce.
De aspecto masculino, pelo corto y rizado, esposa del banderillero navarro Francisco Gómez, toreó y ejerció de picadora con bastante éxito por distintas plazas del país. Mujer pionera dentro de la tauromaquia tanto por la antigüedad como por la destreza demostrada en el manejo de la vara de detener.
Autores como José Sánchez de Neira en su obra Gran diccionario taurómaco (1896) cambia el apodo pero menciona el nombre real de la torera Nicolasa Escamilla, indicando Valdemoro como el lugar de origen pero no se refiere al año del nacimiento, en cambio sí menciona 1776 como la fecha de referencia en la cual La Pajuelera ya estaba toreando y cita:
José María de Cossío la calificó como la más importante torera del siglo XVIII.
En la serie Tauromaquia, un conjunto de grabados realizado entre la primavera de 1814 y el otoño de 1816, Francisco de Goya quiso plasmar sobre el papel la historia del toreo en España.
De entre todos ellos sobresale una mujer, protagonista del grabado número 22, la primera torera con nombre propio, Nicolasa Escamilla. Aunque en la primera tirada de la serie el título era puramente descriptivo, en una posterior se añadió un calificativo más provocador: "Valor varonil de la célebre Pajuelera en la de Zaragoza". La picadora fue retratada con un aspecto masculinizado, que se acentúa al exponerla en soledad ante la embestida del bóvido y que contrasta con sus rasgos mucho más femeninos del dibujo preparatorio que se conserva en el Museo del Prado.
LAS PRIMERAS MUJERES TORERAS
Las mujeres habían hecho su aparición en la tauromaquia en el siglo XVII y de ello da fe un escrito del Consejo de Castilla, fechado el 25 de junio de 1654, pero sería una centuria después, en el XVII, cuando su presencia en los cosos alcanzó notoriedad definitiva.
Fernando Soteras, poeta y crítico taurino, menciona a "la Pajuelera" en una estrofa del poema que crea para los actos en conmemoración del centenario del fallecimiento de Francisco Goya celebrado el 12 de mayo de 1927 en Zaragoza. El poema se publicó en el Heraldo de Aragón bajo el seudónimo de Juan Gallardo y en un artículo en el semanario taurino «La Fiesta Brava»:
"Escamilla, Nicolasa (la Pajolera).—Natural de Valdemoro. Salió a torear en Madrid antes del año de 1776, según afirma un libro manuscrito por D. José Daza, que posee el Sr. Espinosa, vecino de Sevilla."
José Delfín Val Sánchez en su obra "Lanzas, espadas y lances" (1996) recopila información sobre la torera, aportando diferentes datos de referencia, como un escrito del padre Sarmiento de 1762, del que Vargas Ponce se hace eco en "Disertaciones sobre las corridas de toros" (1807).
Delfín Val también menciona un documento en el Archivo General de Palacio conservado por Patrimonio Nacional. En él consta que el 8 de agosto de 1748 se celebró en Salamanca un festejo taurino por la Sala de Alcaldes de Corte, en el que fueron bregados dieciocho toros de Diego Gamarra por la mañana y otros doce por la tarde, lidiados por los varilargueros Juan de Luna, José Daza y Nicolasa Escamilla, «La Pajuelera» a quien le correspondieron dos toros. El mismo José Daza (picador y cronista taurino) que cita Sánchez de Neira en su obra como autor del manuscrito propiedad del Sr. Espinosa; en el mismo documento se menciona que la torera ya había actuado un año antes. Siendo por tanto, 1747, la primera fecha conocida y documentada sobre la aparición de "La Pajuelera" en actuaciones taurinas.
José Delfín Val Sánchez en su obra "Lanzas, espadas y lances" (1996) recopila información sobre la torera, aportando diferentes datos de referencia, como un escrito del padre Sarmiento de 1762, del que Vargas Ponce se hace eco en "Disertaciones sobre las corridas de toros" (1807).
Delfín Val también menciona un documento en el Archivo General de Palacio conservado por Patrimonio Nacional. En él consta que el 8 de agosto de 1748 se celebró en Salamanca un festejo taurino por la Sala de Alcaldes de Corte, en el que fueron bregados dieciocho toros de Diego Gamarra por la mañana y otros doce por la tarde, lidiados por los varilargueros Juan de Luna, José Daza y Nicolasa Escamilla, «La Pajuelera» a quien le correspondieron dos toros. El mismo José Daza (picador y cronista taurino) que cita Sánchez de Neira en su obra como autor del manuscrito propiedad del Sr. Espinosa; en el mismo documento se menciona que la torera ya había actuado un año antes. Siendo por tanto, 1747, la primera fecha conocida y documentada sobre la aparición de "La Pajuelera" en actuaciones taurinas.
"...retirados estos, a ejemplo de lo que se practicó en las fiestas del año pasado (1747) salga en traje decente a quebrar garrochones a dos toros Nicolasa Escamilla, de estado soltera en esta corte, con beneplácito de su padre, como lo ejerció el año pasado en Valdemoro en una de sus fiestas, con lucimiento y destreza del caballo y aplausos de todos los concurrentes."
En ese documento del Archivo General de Palacio que glosa su primer envite con los toros del que haya quedado constancia, no se halla burla por su intromisión en unas tareas reservadas a los varones, sino que se recalca su "lucimiento y destreza en el manejo del caballo"..."la entrega y el esfuerzo de la torera, alabando la destreza y acierto en el manejo de la suerte de varas y el caballo así como el valor demostrado en la lidia". Es decir, no se saca a La Pajuelera con permiso de su padre al ruedo para reírse de ella, sino para admirar su habilidad en un ejercicio que hasta entonces había sido una actividad inusual o fracasada entre las mujeres.
Ya había mujeres aficionadas a las faenas camperas de encierros y tientas, pero la primera que aparece en el escalafón taurino como profesional fue Nicolasa, siendo por tanto la más importante entre las mujeres toreras del siglo XVIII.
Según consta en el documento manuscrito conservado en la Real Academia de la Historia, su familia valdemoreña se dedicada a la fabricación de pajuelas de azufre, que se utilizaban entonces para desinfectar las barricas de vino; (un método que empezaron a usar los romanos de las tres provincias de la Hispania). En su juventud vendía dichas pajuelas o alguaquidas —mecha o cuerda que arde recubierta de azufre —oficio del que tomó su apodo.
"La Pajuelera" se enmarca en la categoría de los picadores, dada la importancia de estos respecto al papel de los toreros de a pie a lo largo del siglo XVIII. El torero a caballo figuraba por delante del torero a pie que aún no contaban con toda la relevancia que adquirieron unos años después.
En 1911 Antonio García Boiza menciona en el ensayo biográfico «Don Diego Torres de Villarroel» la actuación en Salamanca en 1758 de "la Pajuelera" en una corrida de toros organizada por la Orden Tercera del Carmen (orden de los Carmelitas Descalzos).
Según documentación propiedad de un coleccionista taurino encontrada en Sevilla, "La Pajuelera" torea en la Plaza de toros de la Puerta de Alcalá (Madrid) en 1776 y posteriormente en Zaragoza.
Según documentación propiedad de un coleccionista taurino encontrada en Sevilla, "La Pajuelera" torea en la Plaza de toros de la Puerta de Alcalá (Madrid) en 1776 y posteriormente en Zaragoza.
José María de Cossío la calificó como la más importante torera del siglo XVIII.
"Valor varonil de la célebre Pajuelera en la de Zaragoza" (1814 – 1816).
Francisco de Goya.
Sanguina sobre papel verjurado
Museo Nacional del Prado
EL RETRATO DE GOYA
En la serie Tauromaquia, un conjunto de grabados realizado entre la primavera de 1814 y el otoño de 1816, Francisco de Goya quiso plasmar sobre el papel la historia del toreo en España.
De entre todos ellos sobresale una mujer, protagonista del grabado número 22, la primera torera con nombre propio, Nicolasa Escamilla. Aunque en la primera tirada de la serie el título era puramente descriptivo, en una posterior se añadió un calificativo más provocador: "Valor varonil de la célebre Pajuelera en la de Zaragoza". La picadora fue retratada con un aspecto masculinizado, que se acentúa al exponerla en soledad ante la embestida del bóvido y que contrasta con sus rasgos mucho más femeninos del dibujo preparatorio que se conserva en el Museo del Prado.
Grabado sobre la Pajuelera
Francisco de Goya
"Goya, aunque la inmortalizó, no vio nunca actuar a La Pajuelera", asegura José Delfín. "Y su aguafuerte, como otros muchos, forma parte de la crónica plástica de los sucesos populares de mayor trascendencia."
Trazada más hombre o más mujer, el valor de "La Pajuelera" reside en su conversión gracias al testimonio gráfico de Goya en pionera entre las féminas que se lanzaron al mundo del toreo
Plato de loza del Museo Arqueológico Nacional
de finales del siglo XVII
dibuja a una alanceadora,
el testimonio más antiguo en este sentido,
pero la fémina es desconocida
Las mujeres habían hecho su aparición en la tauromaquia en el siglo XVII y de ello da fe un escrito del Consejo de Castilla, fechado el 25 de junio de 1654, pero sería una centuria después, en el XVII, cuando su presencia en los cosos alcanzó notoriedad definitiva.
En este siglo XVII, esa época más antigua en el que tenemos constancia de la presencia de la mujer en los espectáculos taurinos, ya que aparecen reflejadas imágenes de ellas picando un toro en la loza talaverana y ya se las cita en alguna disposición oficial. Lo que sí parece cierto es que en sus inicios la mujer no toreaba a pie por considerarse “indecoroso”, haciéndolo tan solo a caballo. También a finales de este siglo, las mujeres empiezan a manifestarse dentro del mundo rural, ya que elaboraban faenas y labores de campo. Esto lo hacían de forma privada, cuidando que nadie pudiera verlas, ya que no estaba permitido que una mujer demostrara su valentía y sus aptitudes delante de una res brava.
Ya entrados en el siglo XVIII y, pese a las complicaciones a las que hicieron frente, comienzan a salir algunos nombres cuya fama trasciende a lo largo y ancho de la geografía española y que podemos considerar como el inicio del largo camino de la igualdad de condiciones en el ruedo. De entre todos estos primeros nombres, Nicolasa destaca sobre el resto.
"Las señoritas toreras"
Cartel de la Plaza de Toros de Cartagena de 1897
"No olvida a Apiñani, ni a la Pajuelera,
ni al audaz Martincho que su amigo fué...
Y la Plaza marcha con su gran chistera...
Sigue imaginando:
¿Qué és lo que veré?"