Hospital de San José de 1766


El Hospital de San José estaba ubicado al oeste del casco histórico del municipio, en la calle que actualmente lleva su nombre, y estaba dedicado a acoger a personas sin recursos y enfermas.

Se convirtió en un referente hospitalario para los vecinos desde entonces hasta la finalización de la guerra civil. Una vez terminado el conflicto bélico y debido al estado ruinoso en que quedó el edificio, su reconstrucción pasó por diversos avatares para acabar cambiando de uso. En la actualidad es una Casa de Niños.

El plano expuesto está trazado en tinta y coloreado con acuarela por el arquitecto madrileño y maestro de obras de la corte Juan Manuel Martín Vidal en 1766, constituye el documento gráfico más antiguo que se conserva perteneciente a una obra civil del municipio de Valdemoro.


El hospital de San José fue fundado por el matrimonio natural de Valdemoro y residentes en Madrid , José de Miranda e Isidora Maroto en 1788.

Esta pareja había entrado en contacto unos años antes con los Hermanos Obregones, regidores del antiguo hospital de la Concepción desde 1632, que les pusieron de manifiesto la penosa situación económica que atravesaba el establecimiento hospitalario. Las penurias eran muchas pero las más acuciantes eran el estado ruinoso del edificio en el que ejercían la hospitalidad, las exiguas condiciones higiénicas y la falta de medios para repararlo. Los cónyuges, deseosos de poder socorrer en la medida de lo posible tales carencias, decidieron comprar unas casas espaciosas y cederlas para tan encomiable fin, con el único requisito de consagrar el recinto a San José, tal vez en homenaje al patronímico del marido y a las funciones protectoras del santo, uno de los principales abogados para lograr una buena muerte.

 Se desconoce la trayectoria social seguida por los patronos, pero es fácil suponer que ostentaban una sólida posición adinerada basada en la tenencia de bienes raíces; circunstancia que, seguramente, les llevaría a relacionarse con una de las familias más importantes de la villa, los Lerena, y a contactar con Pedro López de Lerena, secretario de Estado y del Despacho Universal de la Real Hacienda, asentado en la corte desde hacía tiempo. Esa presumible amistad hizo posible que el matrimonio Miranda frecuentara los círculos de poder madrileños y deseara plasmar la preponderancia conseguida por medio de la nueva fundación benéfica y así resaltar visiblemente en la comunidad de su pueblo.

El plan ideado por los promotores era ambicioso y también afectaba al antiguo edificio [el hospital de la Concepción, ubicado en la actual plaza de Autos], siempre pensando en favor de los vecinos de pocos recursos, sentimiento encubridor de un marcado afán de protagonismo de los donantes:

"… y que donde está el Hospital antiguo se fabriquen a expensas del mismo caudal [expolios y vacantes] algunas casas bajas con solo un piso, que costaran poco, serán útiles al Pueblo, y su producto cederá en beneficio del Hospital. Interesado S.M. de todo, se ha dignado aprobarlo, y en su consecuencia manda que disponga V.S. lo que halle por mas conveniente, a beneficio y para la mejor asistencia de los pobres y enfermos que acuden a curarse al mencionado Hospital…". 

 Entre los requisitos manifestados en la escritura de cesión, solicitaban que el nuevo hospital estuviera bajo la jurisdicción real ordinaria de la villa y su Ayuntamiento, de cuyos regidores esperaban los otorgantes cuidaran a perpetuidad de la asistencia y engrandecimiento.

 "Por dicha escritura reconocerán vuestras mercedes quedar a la Justicia y Ayuntamiento perpetuamente la misión y solicitud del buen cobro y régimen de ese Hospital, cuyo desempeño debe confiarse del celo y caridad de los individuos que componen y compondrán ese Ayuntamiento".

La ayuda prestada a la empresa por Lerena, que gozaba de gran prestigio ante el monarca, sin duda contribuyó a agilizar los trámites burocráticos e incrementar los bienes iniciales y, poco después del legado dotacional, recibiría la cantidad de 15.000 rs. de vellón: 10.000 procedentes de los caudales del fondo pío beneficial del Arzobispado de Toledo y los restantes como asignación anual a cargo de los fondos de expolios y vacantes (la mitad de los bienes dejados por los obispos a su fallecimiento y de las rentas de obispados vacantes se atribuía a la hacienda regia con el fin de destinarlos a fines piadosos y de beneficencia).


Documento de valoración y tasación 

 El plano mostrado al inicio del artículo, fue dibujado con objeto de proceder a la valoración y tasación económica de los edificios existentes. La propiedad tasada era de buena factura y considerables proporciones, capaz de albergar distintas salas donde poder alojar y cuidar a los enfermos; las cocinas, patios y demás dependencias serían destinadas a ejercer de modo adecuado la sanidad. El edificio se encontraba a las afueras del caserío, en el llamado Barrio de Arriba, presidiendo un lugar alto y venteado, orientado a poniente, reuniendo, así, los requisitos de salubridad mínimos para el propósito elegido. El aceptable estado de la fábrica y sus dimensiones auguraban el óptimo aprovechamiento para el que iban a ser destinadas:

  "…Casa con fachada a Levante, la que tiene de línea setenta pies y, entrando en dicha casa, por la línea de la mano derecha hasta la otra calle de Poniente, tiene de línea ciento y cinco pies; y entrando por la línea de mano izquierda, tiene otros ciento y cinco pies, hasta la calle y línea opuesta a la fachada, que es la calle que cae al Poniente y al campo, cuya fachada opuesta tiene setenta pies, que multiplicadas sus líneas unas con otras con lo que les toca de sus medianerías, hacen pies superficiales siete mil trescientos y cincuenta pies. Y su fachada se comprime de cimientos, algunos machos de ladrillo, las dos fachadas, y la restante bajas y tapias de tierra, y lo restante de sus viviendas en lo bajo, que son las que ocupan el patio primero y jardín, paredes de tierra, y sus viviendas tabiques con sus entramados, bovedillas de madera de viguetas, así en el salón de la planta baja, un suelo de las mismas viguetas; y la vivienda de mano derecha, suelos de lo mismo de maderos de bovedillas: el cuarto bajo y principal con sus habitaciones correspondientes para un señor embajador, y su escalera principal basas; toda esta habitación está nueva, puertas y ventanas y todo lo que tiene. Jardín con su fuente de mármol, pilón y taza, noria, y sigue un patio adonde están viviendas para criados a la mano derecha, bajo, alto, con bovedillas de a seis, y a la mano izquierda, entrando en el jardín, se compone de piezas para graneros y piezas vivideras, y cuadra de catorce plazas, sus dos cocheras y pajar: también sigue su línea en dicha calle de Poniente, con ciento treinta y ocho pies y, entrando por la mano derecha, que sirve de lagar, tiene setenta y dos pies de fondo, y volviendo a la mano izquierda, con la casa mencionada, tiene de fondo setenta y ocho pies, hasta encontrar un codillo, que alarga el sitio con catorce pies, y sigue hasta cerrar su área con setenta pies, que multiplicadas sus líneas, unas con otras, con lo que les pertenezca de sus medianerías, hace pies superficiales, nueve mil novecientos diez y ocho, con lo ha servido de lagar, y donde estaban las cubas, con todas sus piezas correspondientes, cuatro piezas a la mano izquierda, un gran patio con pozo y pila, que, junto con la otra casa, con sus puertas y ventanas, y sus herrajes correspondientes, armaduras de viguetas y algunas tercias, tejas, rejas, antepechos, cocina y todo los demás de que se componen dichas viviendas, en el estado que al presente se hallan, tasa que vale en su intrínseco valor cuarenta y un mil novecientos y ochenta reales de vellón, agregando el corralillo que está a la mano derecha a la línea de la noria, que tiene trescientos y sesenta pies, como una cueva que tiene treinta y nueve sibiles (1) , con tres bajadas…". 

Los responsables de la redacción de estos documentos, seguramente pensando en su mejor conservación, los salvaguardaron en una caja de madera de pino en cuya portada resumieron su contenido:

"Donacion perpetua de Casas principales y otras accesorias, sitas en la villa de Valdemoro, y Dª. Ysidora Maroto, su Esposa, naturales de la misma, y Vecinos dela de Madrid; con destino precisamente para Hospital de Pobres enfermos en ella; cuya Escritura fue otorgada por ante Ysidro Gonzalez Roxo, Essno. de Camara de la Colecturia General de Expolios, su fecha en dicha Corte a 28 de Noviembre de 1788. Se incluye un Quaderno de los Titulos de propiedad de citadas casas, pertenecientes a los expresados Donadores, otorgados por ante Manuel Fernandez Sanchez, Essno. del Numero de la propia Corte, en 6 de septiembre de 1780".

Actual Casa de Niños



Fuente: Archivo Municipal - Edificios que son historia. Valdemoro, Madrid, Ayuntamiento de Valdemoro, 2007, pp. 212-221.

Música: "Sonata in F minor K.466" - Doménico Scarlatti 



Fiestas Nuestra Señora del Rosario





 Las fiestas de Nuestra Señora del Rosario tienen lugar en septiembre, siendo concrétamente el día 8 el día de la patrona. Su origen está ligado a la solemnidad religiosa de la Natividad de Nuestra Señora.
En un principio se conmemoró la festividad del Santísimo Rosario (primer domingo de octubre), pero a partir de la nueva fundación de la cofradía en 1698 determinaron que la fiesta principal tuviera lugar el día que la Iglesia celebra el misterio de la Natividad de la Virgen (8 de septiembre), cumpliéndose el artículo octavo de las reglas, aprobadas el 30 de mayo del mismo año. Norma que sigue realizándose en la actualidad.

 La devoción a la Virgen del Rosario en el municipio de Valdemoro se remonta cinco siglos atrás y desde entonces sus habitantes se han preocupado por simultanear los actos devotos con divertimentos más profanos. Las cofradías encargadas de su culto se esforzaron con el fin de que su patrona consiguiera ser la más venerada y no escatimaron en gastos: un trono de plata y una carroza triunfal fueron las adquisiciones más importantes efectuadas en el siglo XVII para que la imagen procesionara por las calles más importantes de la localidad.

 De igual modo que los devotos del Cristo de la Salud, los cofrades del Rosario, junto al recorrido procesional y otras funciones litúrgicas realizadas en su capilla (construida en 1602), comenzaron a incorporar actividades más mundanas destinadas a entretener al pueblo y también a conseguir beneficios añadidos para engrandecimiento de la imagen. Ya en el siglo XVII son frecuentes los documentos que nos hablan de luminarias, corridas de toros, comedias y danzas que muestran el interés de los valdemoreños por mantener una tradición y una devoción que se remontaba tiempo atrás.



 Una crónica del siglo XIX describía la fastuosidad de la ceremonia, en la que participaban todas las hermandades, congregaciones y autoridades que discurrían por las calles principales ante la presencia de numeroso público, que contemplaba el paso de la imagen en la carroza iluminada con vistosos fanales y faroles que contribuían a darle mayor esplendor.

 Las modas han cambiado mucho a lo largo de quinientos años, pero la esencia ha permanecido prácticamente inalterable. Cada septiembre, pocos días antes de comenzar el otoño, se siguen celebrando las fiestas del Rosario. Procesiones, fuegos de artificio (antiguas luminarias y pólvora), bailes (que han sustituido a las antiguas danzas ceremoniales) y actuaciones de todo tipo, acompañan a los vecinos de Valdemoro en la despedida del verano.