La leyenda del arca



El centro de España, cruce de caminos y desde hace muchos siglos tierras de obligado punto de paso en los viajes y desplazamientos de la Península Ibérica, ha propiciado el asentamiento de pueblos y culturas de todo tipo. Desde romanos y visigodos, hasta los árabes, templarios y franciscanos que eligieron a este lugar para formar poblados y quedarse a vivir en una tierra rica y fácil de señalar en el mapa.  

Sea leyenda o no, todo parece indicar que el ejército del general moro Tariq ibn Ziyad, pudo llegar a este lugar en el siglo VIII de nuestra era. El libro «La Provincia de Madrid», de Manuel Ayala y Francisco Sastre, señala que los árabes, dueños ya de la Península Ibérica, llegaron al centro de la misma y fundaron Valdemoro, Valdemorillo, Vallecas, Meco, Getafe y Pinto, entre otros.


Hasta llegar aquí, el camino fue largo. Tarik, el lugarteniente de Muza, gobernador musulmán de África, cruzó el estrecho acompañado de 7000 hombres. 

Muza había cruzado el estrecho ayudado por el conde de Ceuta, Don Julián, partidario del hijo del rey visigodo recién fallecido Witiza, y había pactado la conquista de Toledo pacífica con ellos, la comunidad judía toledana y el obispo toledano Oppas, hermano de Witiza. Es por ello que Tarik se puso camino de Hispalis para dirigirse a Toledo a través de las rutas y caminos abiertos por los romanos. 

Pero don Rodrigo, que se encontraba en el norte de la Península, acude a enfrentarse con el contingente musulmán al conocer la incursión de las huestes de Tarik. En Guadalete tuvo lugar la famosa batalla en la que Tarik derrotó a don Rodrigo y supuso el golpe mortal del reino visigodo y del nacimiento de Al-Andalus. Era julio del año 711. La batalla consumaba la traición pactada. Los partidarios de Witiza se pasaron al bando musulmán y entre todos derrotaron al rey visigodo. Solo así pudo explicarse que los 100.000 soldados de Don Rodrigo fuera derrotado por los apenas 7000 guerreros de Tarik.

El rey don Rodrigo en la batalla de Guadalete (711)

La batalla de Guadalete y la derrota total del ejército de don Rodrigo, y con ello la caída del reino visigodo y la conquista musulmán de la Península Ibérica se empieza a gestar apenas un año antes. 

Tras la muerte del rey Witiza, Rodrigo es nombrado rey visigodo en asamblea. Una decisión que no gustó a la comunidad judía que vivía en el reino y a una parte de la Iglesia, representada por el obispo de Toledo Oppas, que preferían al hijo del rey fallecido, Argila, por aquel entonces menor de edad, razón por la cual es rechazado por una parte mayoritaria de la nobleza visigoda. 

El nuevo rey don Rodrigo se instala en el palacio de Toledo. Un día observa, desde una de las ventanas del palacio, cómo se bañan las hijas de los nobles enviadas para su servicio, según la costumbre del reino. Rodrigo mira a una de ellas, de gran belleza, que se baña completamente desnuda, de nombre Florinda, apodada La Cava, e hija del conde don Julián. El rey decide hacerla suya. Don Rodrigo padece sarna y elige a la muchacha para que limpiara la sarna de su cuerpo. Las intención real del rey es poseerla. Finalmente, consigue su propósito y viola a la muchacha. Tras la violación, Florinda envía a don Julián varios regalos entre los que se encuentra un huevo podrido, como símbolo de lo ocurrido. Don Julián acude a Toledo a recoger a su hija y regresa a Ceuta, donde acuerda con el rey Muza la invasión de la Península. 

La venganza del conde se consuma cuando, durante la batalla de Guadalete, tras siete días de duro y encarnizado combate, algunos nobles cristianos se pasan al enemigo, entre ellos don Julián. El cadáver de don Rodrigo jamás apareció.

Concluían así 700 años de dominación romana y germánica de la Península Ibérica, Aquella Hispania que resistió 200 años a las imponentes legiones romanas, en apenas dos años caía bajo un nuevo imperio tras una sola batalla y que permanecería 800 años en lo que sería conocido como Al-Andalus.


La derrota de don Rodrigo y la victoria musulmana cumplía así, además, el destino marcado por don Rodrigo cuando, víctima de su curiosidad, se atrevió a entrar en la llamada Cueva de Hércules, una cueva que, según la leyenda, guardaba la Mesa de Salomón y, por lo tanto, grandes secretos. La leyenda decía que en esa cueva estaban guardados todos los males del mundo, razón por al cual cada rey visigodo bajaba hasta ella y colocaba un candado para evitar entrar en ella. Veinticuatro candados contenía aquella puerta hasta que don Rodrigo decidió desobedecer las recomendaciones de los clérigos y jueces e hizo saltar todos los candados, penetrando en la cueva. Él pensaba que allí se encontraba el secreto del poder, la energía necesaria para dominar el mundo y decidió tomarlo para si. Bajó a la cueva y se encontró entonces con una puerta. En lo alto de la misma se podía leer “No te acerques si temes a la muerte”. Pero el rey la atraviesa, descubriendo un arca finamente labrada. Tras abrirla, encuentran en su interior una tela blanca que tenía pintados hombres con arcos, flechas, lanzas y pendones, montados sobre caballos y todos ellos vestidos a la usanza árabe. Se podía leer una inscripción que decía: “Cuando este paño fuere extendido y aparecieran esas figuras, hombres que andarán así vestidos conquistarán España y se harán de ella señores.”


Con el camino expedito, Tarik se dirige a Toledo. Allí se haría con la capital del reino, e inmediatamente buscó todas aquellas riquezas de las que había oído hablar. Conquistas realizadas con escasa resistencia ante un pueblo demasiado castigado por las guerras e invasiones anteriores y a los que les daba lo mismo servir a un señor que a otros, ya que el hambre y la miseria sería el mismo. Buscó con ahínco aquella misteriosa cueva que escondía muchos secretos y leyendas: la cueva de Hércules. Había oído Tariq que allí se encontraba la Mesa del Rey Salomón y tal vez el Arca de la Alianza o algún extraordinario tesoro, o tal vez todos los males del mundo. Según algunos, Tariq encontró la Mesa de Salomón y la ocultó. Según otros, no encontró nada.


Tarik se instala en Toledo, mientras Muza, conocedor de la facilidad y la escasa resistencia cristiana y de los tesoros que iban conquistando entre en la Península utilizando la facilidad y la rapidez de las calzadas romanas.

La búsqueda de las riquezas visigodas en las tierras situadas alrededor de la capital visigoda, Toletum, les condujo a un pequeño villorrio que atrajo su atención por existir un pequeño y antiguo asentamiento visigodo. Los árabes se sintieron sorprendidos por el nombre de aquel lugar, Punctum, que significaba “punto”, al que habían llegado coincidiendo con la conquista de Complutum, Cadalso y Talamanca. Aquel nombre se lo habían dado los romanos cuando calcularon que en este lugar se encontraba el centro geográfico de Hispania. Este era un lugar donde además existían cuevas que tal vez escondían tesoros visigodos. Sea como fuere, eligieron un promontorio donde construyeron un pequeño asentamiento y una mezquita, donde hoy se encuentra la parroquia de Santo Domingo de Silos.


 Mientras la gran mayoría del ejército continuaba su camino al norte y al este, una pequeña colonia musulmana permaneció aquí. Y, como grandes conocedores de las matemáticas y de la geografía, comprobaron los cálculos que habían hecho los romanos y, en efecto, a apenas cien metros de la mezquita se encontraba el punto exacto donde se encontraba el centro geográfico. Lo bautizaron como “esquina xata” porque estaba situado en la esquina donde confluían tres calles.

Puntum históricamente había sido un cruce de caminos, un lugar de paso, pero también un lugar donde diversas culturas y civilizaciones se asentaron. Los árabes, que conocían estos detalles como otros situados en los nuevos territorios conquistados, buscaban y controlaban aquellos lugares donde los caminos se cruzaban para controlar el tráfico de personas. Tras realizar sus cálculos, guardaron los utensilios utilizados en sus mediciones en un arca, la cual enterraron justo en el punto marcado como centro, colocando una losa circular sobre ello. La losa la llamaron “piedra xata” y tenía labrada en su superficie un aspa, una "X".


Había nacido “La leyenda del Arca”……




Fuente: marcopolito56.wordpress.com
Música: Al-Ándalus / Música Arabe-Andalucí / Grupo Atrium Musicae