D. Ramón Macías de la Cruz, el practicante de Valdemoro

La histórica calle "del Ciprés" con un trazado en curva y descendiente hacia el Norte, ya aparece perfectamente delimitado en el plano catastral de 1867, el más antiguo de los que se conservan, aunque no figura el nombre de la vía. Sin embargo, el padrón de 1895 sí deja constancia de su primera denominación, Del Ciprés, en donde aparecen un total de 17 personas inscritas en los dos números de que disponía la vía. Se dio la circunstancia de que en sus escasos 55 metros convivían vecinos procedentes de Navarra, Lugo, Cuenca, Málaga y Toledo, además de los nacidos en Valdemoro.

Se supone que su denominación se debe al árbol de grandes dimensiones que estuvo plantado al comienzo de la vía, al menos hasta mediados del siglo pasado, una denominación que se cambió el 31 de marzo de 1955 por la de ‘Capitán Cortés’. 
Cuando adopta este nombre, Valdemoro contaba entre sus vecinos más destacados con don Ramón Macías de la Cruz, que había llegado a la localidad en julio de 1943 destinado como cabo de la Benemérita. 

1956.- Veterinario (Hermano de Tierno Galvan), Quintin Torrejón (juez de paz), D. Lorenzo (Párroco), Doctor D. Rogelio, Cap. Tostón y Ramón Macías

Ramón Macías de la Cruz nació en Los Barrios (Cádiz) el 30 de julio de 1909. Era el segundo de una humilde familia de ocho hijos. Su padre era carabinero lo que le llevó a vivir en distintos lugares de la costa andaluza. Aunque en Valdemoro se le conoció por su profesión de practicante, había hecho numerosos trabajos desde los siete años: partió piñones y almendras, sembró pinos en la zona costera de Huelva y fue peón de albañil. Hasta el momento de incorporarse al servicio militar, ya con 19 años, carecía de formación ni tan siquiera elemental. Es durante este periodo cuando aprende a leer y escribir y adquiere una enorme afición a los libros, un gusto que mantendrá hasta el final de su vida. Tanto es así que decide reengancharse en el ejército por la posibilidad que le ofrecía de seguir estudiando.

Finalmente se licenció como soldado con una excelente experiencia como jinete, gracias a su destino como desbravador de caballos. Además, a partir de entonces se le abren las puertas a una formación superior. En este momento comienza su periplo en la Benemérita, en donde dio buenas muestras del tesón que le caracterizaría a lo largo de su vida. En un primer intento por ingresar en el cuerpo, se le rechaza en una revisión médica al comprobar que padece una alta miopía. Antes de que el certificado le diera como inútil, desiste del intento. Más tarde llegó su segunda y definitiva oportunidad. En una nueva convocatoria de personal de la Guardia Civil, decide volver a presentarse y el mismo facultativo que le sometió a las pruebas con anterioridad resuelve admitirlo, no se sabe a ciencia cierta si por su perseverancia o porque en esos momentos estaban muy necesitados de efectivos.

Con anterioridad al inicio de la Guerra Civil (1936) estuvo destinado en Barcelona, donde comenzó los estudios de practicante, a distancia y valiéndose de los libros de las bibliotecas públicas. Durante el conflicto bélico solicita distintos destinos siempre en ciudades – Zaragoza, Toledo y Madrid - para seguir teniendo acceso al material bibliográfico prestado que le permitiera seguir avanzando en el conocimiento de la que sería su profesión.

 

En julio de 1943 le trasladan al Colegio de Guardias Jóvenes de Valdemoro, ya había alcanzado la graduación de cabo de la Guardia Civil. Unos meses más tarde, en noviembre, obtiene la plaza de practicante titular de la localidad y empieza a ejercer sus dos vocaciones.

Trae consigo a su mujer y tres hijos, se instala en una casa de alquiler situada en el camino de Torrejón (hoy Libertad), donde tiene su primera consulta. Aquí nacerían otro dos niños y una niña que completaron la familia.

Más allá de administrar inyectables, se encargó además de atender partos, hacer curas, dar puntos, escayolar y emitir juicios médicos tan certeros que sorprendían a los propios facultativos y aún hoy son recordados.

En 1952, no contento con alternar dos profesiones, don Ramón inicia su carrera militar, accede a teniente del Ejército de Tierra y obtiene la cartilla que le autorizaba para ejercer en la sanidad de este cuerpo. A pesar de esta nueva situación, sigue vinculado al Colegio de Guardias Jóvenes e incluso se le concede una gracia especial para que pueda seguir vistiendo el uniforme de la Benemérita.

 

El camino de Torrejón (hoy calle Libertad) fue el primer domicilio de la familia y de la consulta del practicante. En 1966 se trasladan al nº 3 (hoy 5) de la calle Capitán Cortés, donde construyen una casa de dos plantas y cuatro viviendas. En la primera se ubica el consultorio, por el que pasaba prácticamente todo Valdemoro en busca del remedio de don Ramón a sus males. Y es que la mayoría de los vecinos tenían una iguala con el practicante, es decir, un contrato mediante el cual éste prestaba sus servicios a cambio de un importe mensual.

En el ejercicio de su profesión era tan meticuloso que nunca ponía una inyección sin proceder previamente a leer el prospecto y si consideraba que no era una medicación adecuada no le importaba rebatir el criterio médico. Los pacientes siempre le hacían caso. Según anécdotas que han trascendido, su contemporáneo el doctor Rogelio Casal Martín le llegó a enviar a su propio hijo para que le aplicara sus conocimientos colocándole un hombro dislocado. Aunque había una comadrona oficial que ocupaba la plaza, era al practicante don Ramón al que avisaban las vecinas para que acudiera a asistir a los partos, tarea que llevaba a cabo ayudado por su esposa. La confianza que inspiraba en las parturientas hizo que la mayoría de los niños y niñas, hasta mediados de los sesenta, viera la luz gracias a su pericia.

Ramón Macías y su esposa Ana María Macías 

Tampoco eran exactamente de su competencia labores como realizar curas, sin embargo, fueron muchísimas las ocasiones en las que los enfermos encontraron consuelo en su profesionalidad, que siempre iba acompañada de grandes dosis de humanidad. 

Siempre estaba con los vecinos más necesitados. De ello da buena muestra su enorme paciencia y la tranquilidad que transmitía con su conversación pausada. Quizá debido a que nunca olvidó sus orígenes humildes, a los vecinos que atravesaban una mala situación económica y no tenían Seguridad Social no les cobraba sus servicios.

Por otra parte, siempre conservaba las medicinas que sobraban de determinados tratamientos para aprovecharlas con los más necesitados. Todo ello hace que después de su muerte muchos pacientes le recuerdan con cariño. Según relata su hija Ana Mª con orgullo, incluso hoy día la siguen parando por la calle para decirle que gracias a los consejos o a las atenciones de don Ramón alguien de su familia sigue con vida.

Era un trabajador incansable que nunca se tomó vacaciones, ni estuvo de baja, a pesar de que a veces tuvo que atender su consulta con fiebre o algún malestar que él mismo se trataba.

Su vocación asistencial era tan fuerte que, aparte de salir siempre con su cartera de primeros auxilios por si tenía que ayudar a alguien, su horario se extendía a lo largo de las 24 horas del día, sobre todo durante la época en que se empezó a utilizar la penicilina. Ponía inyectables cada tres o cuatro horas, por lo que era habitual verle por la noche acudir a los domicilios de los enfermos. Esta actividad dejó de realizarla en torno a los años setenta, cuando empezaron a construirse edificios altos, sobre todo porque para entonces contaba con una edad avanzada y comenzó a tener dificultades para subir las escaleras.

1959.- Pablo La Blanca (Alcalde), Ramón Macías y la cuñada de este Carmina 

En el año 1975 el practicante D. Ramón, con 66 años, decide trasladarse de su casa de la calle Capitán Cortés, de donde ya se había marchado su prole, a un piso situado en el pasaje de Colón, próximo al de su hija, que aún sigue viviendo en la localidad, igual que dos de sus cuatro hermanos. En este mismo emplazamiento instala el que habría de ser su último consultorio, concretamente en el local que actualmente ocupa un negocio de apuestas. Aquí sigue ejerciendo de practicante hasta que se jubila a la avanzada edad de 70 años.

En su familia le recuerdan como un lector incansable de enciclopedias de medicina, lo que le hacía mantener actualizados sus conocimientos de anatomía, así como de las patologías y de sus síntomas.

Además de intelectual, también se manejó con destreza en la hípica, ya que fue desbravador de caballos durante el servicio militar y mantuvo la afición a lo largo de su vida, practicando en el Colegio de Guardias Jóvenes. También debido a que se había criado en las costas de Cádiz y Huelva sabía nadar como muy pocas personas en su época.

Muy concienzudo en su trabajo, eran habituales en su comportamiento, sin embargo, los pequeños despistes que le hacían salir a la calle mezclando vestimenta militar con sombrero civil y al revés o llegar maltrecho, tras haber caído en alguna zanja de la calle en sus periplos nocturnos hacia los domicilios de los pacientes. Con respecto a su profesión, solo le oyeron quejarse de que las madres valdemoreñas amenazaran a sus pequeños con llevarles a la consulta de don Ramón si se portaban mal.

1968 - Visita del Príncipe (Actual Rey de España) al ‘Corralillo’

Este hombre hecho a sí mismo, de aspecto serio pero con un gran sentido del humor, moría el 15 de octubre de 1981 a consecuencia de una neumonía; ésta fue la causa oficial pero su hija recuerda que el médico les dijo a título privado que estaba agotado. Sólo habían pasado dos años desde que abandonara el ejercicio de su profesión sanitaria que, además, había alternado con la Guardia Civil y militar del Ejército de Tierra.

En la memoria de los valdemoreños de más edad nunca dejará de ser el practicante don Ramón. Con este mismo propósito, el Ayuntamiento decide en 1983 homenajearle por méritos propios, incluyéndole en el callejero, bautizando la antigua calle del Ciprés y Capitán Cortés como Practicante D. Ramón Macías.





 
Fuente: asociacionpolilla.com - Boletín de la asociación de antiguos alumnos de los colegios de la Guardia Civil - 2010

Música: Paco de Lucía

Historia del patronazgo de la Virgen del Pilar



Conforme a la información que se dispone, la devoción de los guardias civiles a la Virgen en su advocación del Pilar, procede de aquella transmitida desde niños a los alumnos del Colegio de Huérfanos de Valdemoro.

En septiembre de 1864, fue destinado al Colegio de Valdemoro su primer Capellán Castrense, de nombre D. Miguel Moreno Moreno. Este sacerdote organizó la capilla del Centro, donde fue instalada una imagen de la Virgen del Pilar e introdujo a los jóvenes alumnos en la devoción y amor a la Virgen. Por disposición recogida en el Boletín Oficial del Cuerpo de 24 de septiembre de 1864, se nombró patrona del Colegio de Guardias Jóvenes a la Virgen del Pilar.

Con el tiempo, los guardias procedentes del Colegio fueron extendiendo la devoción a la Pilarica por toda la geografía nacional. Esta circunstancia fue determinante para que el 7 de enero de 1913, el Director General del Cuerpo (General Aznar) solicitara de S.M. la proclamación de la Virgen del Pilar como Patrona de la Guardia Civil. La orden sería firmada por D. Alfonso XIII con fecha 8 de febrero, publicándose en los correspondientes diarios oficiales, como el que se reproduce a continuación:


Principios generales de la festividad

Esta aprobación de la Real Orden de 8 de febrero de 1913 provocó la publicación de una Orden General del Cuerpo tan sólo diez días después, en la que el Director General establecía los principios generales de lo que habría de ser la festividad para los guardias civiles:

" Una fiesta del compañerismo, en la que los componentes de cada acuartelamiento se reúnen para rezar por sus compañeros caídos en acto de servicio y por el duque de Ahumada, organizador y primer Inspector General del Arma. "

Por último exalta a los guardias civiles a finalizar la fiesta con un reconocimiento a la Patria y a S.M.


Cerca de la festividad del Pilar, el General Serrallo –Director General del Cuerpo- estableció la forma de celebrar la Patrona, principalmente mediante la celebración de la Santa Misa por los guardias civiles fallecidos.

Es de destacar que esa primera celebración fue realizada con la austeridad y gravedad que correspondía al momento que España atravesaba, debido a las campañas en Marruecos, la Orden General de 3 de octubre de 1913 lo expresaba de la siguiente manera:


Ofrendas realizadas a La Virgen en la Basílica del Pilar

A lo largo de los años la Guardia Civil ha ofrecido varias ofrendas a la Virgen del Pilar como muestra de respeto, gratitud o amor.
  • Ofrenda de mantos.
Ofrecido por la Guardia Civil el día 4 de febrero de 1940
En reverso aparece la inscripción “Colegio de la Paz (inclusa)”
Ofrecido por la “Asociación de Antiguos Alumnos de los Colegios de la Guardia Civil”
el día 28 de abril de 1991

  • Ofrenda de una placa.


La placa dice así:

" Los Generales, Jefes, Oficiales
y personal de Tropa
del Instituto de la Guardia Civil
a Nuestra Señora la Virgen del Pilar
declarada su Excelsa Patrona
por Orden de 08 de febrero de 1913.
13-05-1917. "


Fue ofrecida por la Guardia Civil como homenaje a La Virgen del Pilar el día 8 de febrero de 1917.
Está situada en lateral de la Santa Capilla de La Virgen.
  • Ofrenda de la Santa Capilla.

En el fondo se pueden ver las Estrellas de Oro y Las Joyas. Detrás de la imagen está La Corona de La Virgen, todas ellas realizadas durante los años 50, con joyas y oro de las ofrendas realizadas a La Virgen.

Se significa que en el año 1927 fueron ofrendadas 56 monedas de oro, dos por cada Tercio de la Guardia Civil, que fueron fundidas junto con otras joyas y oro para fabricar las estrellas y la corona.


  • Ofrenda de la Cruz de Oro del Mérito de la Guardia Civil.

Con motivo del CL aniversario fundacional de la Guardia Civil, por Orden del Ministro de Justicia e Interior de 6 de octubre de 1994 se concedió a la Virgen del Pilar la Cruz de Oro de la Orden del Mérito del Cuerpo de la Guardia Civil, entonces la máxima distinción dentro de la misma, en agradecimiento, según exponía la meritada Orden, a los sentimientos de fraternidad que tal patronazgo despierta en los miembros de la Institución.

Se encuentra en la vitrina número 4 del “Museo Pilarista”, junto a las Estrellas y Joyas de La Virgen, La Corona de La Virgen y otras ofrendas realizadas.











Fuente: guardiacivil.es

Música: himno a la Virgen del Pilar

La guerra civil



El conflicto social, político y bélico se desencadenó en España tras el fracaso parcial del golpe de Estado del 17 y 18 de julio de 1936, llevado a cabo por una parte del ejército contra el gobierno de la Segunda República Española. Tras el bloqueo del Estrecho y el posterior puente aéreo con la colaboración de la Alemania nazi y la Italia fascista, las tropas rebeldes se trasladaron a la España peninsular en las últimas semanas de julio, dando comienzo a una guerra civil.

Valdemoro, una vez más, volverá a tener pérdidas; humanas (unos 2000 habitantes tenía el municipio) y de patrimonio histórico artístico de importancia, provocando que hasta bien entrados los años 50 no se volvería a recuperar su estabilidad económica.


Desde los primeros días de la sublevación, iban llegando noticias de los sacerdotes asesinados en las iglesias de la capital y también de numerosos pueblos de los alrededores: Torrejón de Velasco, Arganda, Batres, Cerro de los Ángeles, Ciempozuelos, Colmenar de Oreja, Fuentidueña, Griñón, Humera, Móstoles, Parla, Pinto, San Martín de la Vega, Villarejo de Salvanes, Valdemoro, ...
Ser sacerdote, religioso o dar muestras abiertas de fervor religioso se había convertido en algo peligroso. La persecución religiosa alcanzó su punto más álgido en 1936.
Los datos de sacerdotes diocesanos, religiosos de distintas órdenes, monjas o personas vinculadas a hermandades o grupos parroquiales que fueron buscados, sacados de sus casas o conventos, detenidos y posteriormente asesinados, fueron muy numerosos. Sólo en Madrid fueron asesinados 435 sacerdotes (VIDAL, César. Paracuellos-Kañn. Un ensayo sobre el genocidio de la izquierda. Ed. Libros libres. Madrid 2005. Pág. 336). Entre ellos Salvador Ochaíta, Párroco de Valdemoro o Juan Manuel Navarrete, Capellán del Manicomio de Ciempozuelos, asesinado el 29 de julio, cuyo cadáver fue atado aun camión y arrastrado más de dos kilómetros hasta llegar a Valdemoro (donde fue enterrado).


La línea de batalla durante la Guerra se encontraba cerca de la villa. El Espartal se convirtió en lugar de descanso de los militares. En el Castillejo, cerca del arroyo de la Cañada y de Ciempozuelos, se pueden todavía encontrar varios atrincheramientos.

El Juncarejo se convirtió, sucesivamente, en hospital de heridos de ambos bandos, así como el Colegio de Guardias Jóvenes lo fue para las fuerzas nacionales. El teatro fue convertido en albergue de soldados, que produjeron importantes destrozos en el edificio.


Antigua vista de la enfermería El Juncarejo,1920

Las fuerzas nacionales tomaron Valdemoro tres meses después de comenzar la guerra, aunque continuaron las ofensivas aéreas republicanas, que destrozaron parte del casco urbano y en especial la Casa de San Diego de las Hermanas de la Caridad (tras los estragos causados por los bombardeos y su impo­sible reconstrucción, en 1945 se decide vender el edificio, siendo convertido en Cine Alarcón y posteriormente en restaurante). También el convento de las Clarisas fue saqueado y en parte destruido, así como la iglesia parroquial, la ermita del Cristo de la Salud, que fue reducida a escombros, la capilla de San Nicolás, profanada, y las casas de los Padres Paúles, que acabaron con graves destrozos.

Caballería del Coronel Monasterio en Valdemoro.

A finales del mes de octubre de 1936 las fuerzas sublevadas se aproximan a Madrid, bajo el mando del general Varela. El 15 de octubre el Ejercito del Tajo inició la ofensiva con el grueso de las fuerzas desde la zona de Toledo, con el objetivo de apoderarse de Madrid. Al general de ingenieros Carlos Masquelet se le ordena la construcción de una serie de líneas fortificadas en torno a Madrid.

El 20 de octubre, el Ejército Nacional prosiguió el avance, de forma simultánea, por las carreteras de Extremadura, Toledo y Andalucía. En el sector de la primera, Yagüe trataba de tomar Navalcarnero. Por la segunda, Barrón debía ocupar Griñón. Y por la tercera, Monasterio debía atacar Valdemoro.

El 21 de octubre ocupan Navalcarnero y pocos días después Illescas, Griñón, Brunete y Valdemoro. Así, mediante una maniobra envolvente, Yagüe se hizo con el importante nudo de comunicaciones de Navalcarnero, mientras que Barrón y Monasterio convergieron el 27 sobre Torrejón de Velasco y Griñón sin encontrar mucha resistencia, después de las enconadas luchas en torno a Illescas.

La Columna Monasterio en la Plaz de Torrejón de Velasco (27-0ct-1936)

El contraataque se efectuó con dos masas de maniobra. El punto de partida de las fuerzas mandadas por Líster debió de ubicarse en las inmediaciones de las posiciones documentadas en torno a Puente Largo del Jarama. Siendo denominado, desde entonces, el grupo de carros T26B (era el carro ligero más potente y sofisticado del momento), Agrupación de Carros Aranjuez. Una de las fuerzas se dividía en tres columnas: la primera, mandada por Modesto iniciaría el ataque por Humanes y Griñón; la segunda, al cargo del Comandante Fernández Cavada, atacó Parla y Torrejón de la Calzada; y la tercera, dirigida por el Comandante Bueno, acometería Valdemoro y Torrejón de Velasco.


El primer objetivo del contraataque era Esquivias. Este pueblo no tenía prácticamente defensa, ante la vastedad del territorio bajo el mando del Coronel Monasterio y lo escaso de sus efectivos. Los carros asignados a Líster, mandados por el comandante ruso Paul Maisevich Arman, se adelantaron demasiado a la infantería, rodeando Seseña y dirigiéndose a Esquivias, pero al verse aislados regresaron a Seseña, que creían ya ocupada (29 de octubre de 1936), quedando atrapados en sus callejuelas.

Tanque T26B en el ataque republicano de Seseña
 
En unos pocos minutos el pueblo queda reducido ante un absoluto poder de las nuevas armas de la República. Nada se resiste al cañón del T-26. Es un paseo militar, los moros y los legionarios nada pueden hacer ante el avance de los tanques de la República, que cortan el frente como un cuchillo caliente la mantequilla, profundizando varios kilómetros en dirección a Esquivias. Allí se encontraba concentrada la caballería mora de Monasterio, que va cayendo hombre a hombre contra los tanques.

Tal es la euforia, que los tanquistas olvidan que su misión es abrir el frente para que pase la 1ª Brigada Mixta que conduce Enrique Lister con base en Valdemoro, tras ellos, ya muy retrasada, incapaz de seguir el rápido avance blindado.

La brecha abierta por el propio Arman en el frente enemigo, la tiene ahora a su espalda. Los moros aprenden que con una botella de gasolina y un trapo, lanzado a las ruedas, se funden los rodillos de goma que arrastran las cadenas. Después abrasan a sus ocupantes lanzando las botellas al interior de los tanques e impidiendo que nadie salga al exterior (primer antecedente del luego famoso Cóctel Molotov).

La infantería de Lister, al perder de vista los tanques, debe batirse casi cuerpo a cuerpo en Seseña, en unas líneas recompuestas disciplinadamente por el ejército nacionalista. El resultado fue que se perdió el veinte por ciento de los T-26 y que el objetivo principal, Seseña, no fue tomado.

 
Yuncos (Toledo) - Las fuerzas franquistas reparan los tanques capturados a los republicanos.

Tras el combate, la 1ª Brigada Mixta de Lister sigue dando batalla al flanco derecho de las divisiones de Varela en su furioso camino a Madrid. Se producirían enfrentamientos entre Seseña y Valdemoro para finalmente retroceder y ocupar la linea de la carretera de Madrid a Cádiz.

Por otra parte, la posición del Camino Alto de Valdemoro a Seseña, línea de trincheras excavada al borde de esta vía, en el límite del término municipal de Valdemoro con Seseña.

Trinchera nacional excavada en el sur de los Cerros de Espartinas, Valdemoro.

(Esta trinchera se excavó en enero de 2008 con motivo de la realización de un camino de servicio del trazado de la línea de alta velocidad Madrid-Levante, en el tramo Torrejón de Velasco -Seseña, en el término municipal de Valdemoro, justo en su límite sur con el toledano de Seseña.
Por la procedencia de la munición encontrada, así como por la ubicación de la trinchera, controlando la llanura previa al Jarama, por donde discurren la carretera de Andalucía y la vía férrea que sale de Madrid con dirección a La Mancha y Andalucía, se trata de una línea de trinchera nacional, que defendería el flanco izquierdo del dispositivo atacante de Varela, y que serviría como retaguardia en la Batalla del Jarama. Desde esta posición, se batiría el avance de las tropas republicanas por la tierra de nadie, hacia el pueblo de Seseña, en los contraataques del 29 de octubre y el 3 de noviembre de 1936.)

Fotografía aérea de la posición de las trincheras de la Guerra Civil (Valdemoro).

En la jornada del 30 de octubre, la acción principal se trasladó al extremo norte del dispositivo bélico, donde las tropas de Yagüe se apoderaron de Brunete y Sevilla la Nueva. Un día después, en el extremo contrario, Barrón y Monasterio se adueñan de Parla y Valdemoro.

Finalmente, el 2 de noviembre, en una acción conjunta, alcanzan la línea Móstoles-Fuenlabrada-Pinto. La respuesta republicana supuso el lanzamiento de un nuevo contraataque en el mismo flanco oriental de Varela, en el que intervienen otros 40 T-26B y dos trenes blindados. Así, de las posiciones de Puente Largo del Jarama, salió una columna, al mando de Burillo, que se dirigió a Valdemoro y Torrejón de Velasco, con un ataque secundario a Seseña.
En los días sucesivos alcanzan Alcorcón, Getafe y Leganés, convirtiendo a Villaverde en el escenario de un combate sin cuartel. Por la carretera de Toledo avanzaba la columna del teniente coronel Tella, y por la carretera de Andalucía la del coronel Monasterio.

Grupo de combatientes republicanos - Valdemoro - Invierno de 1937

A mediados de enero de 1937 ambos bandos eran conscientes de la importancia de la carretera de Madrid-Valencia.

El ejército nacionalista empezó a concentrar con rapidez las tropas de la División Reforzada del Centro, al sur de la Comunidad de Madrid, en las localidades de Torrejón de Velasco, Torrejón de la Calzada, Esquivias y Seseña. A partir del 15 de enero el general Orgaz consiguió reunir alrededor de 20.000 hombres, unidades de sobrada experiencia, cuya fuerza de choque estaba constituida fundamentalmente por moros y legionarios. El día 23 de enero ya estaban en su punto de partida (Pinto y Valdemoro) las unidades que debían iniciar la Batalla del Jarama.

Trinchera en el cerro de los Ángeles

Las tropas republicanas tomaron las posiciones del Cerro de los Ángeles el 19 de enero, con el objetivo de mover las líneas defensivas desde Villaverde al otro lado del Manzanares. Los planes de ataque se ralentizaron por diversos motivos, por lo que cinco brigadas se acantonaron en el eje norte-sur que constituía la carretera de Andalucía, en Pinto y Valdemoro. A mediados de febrero, cuatro de estas brigadas se dispusieron para atacar, mientras que una quedaba en reserva. La brigada del coronel Rada fue la primera en iniciar el avance, ocupando diversas cotas dominantes entre la carretera de Andalucía y la confluencia de Manzanares y Jarama, entre ellas Los Yesares.

Los combates más intensos en el flanco norte del avance franquista se concentraron principalmente en los parajes de La Marañosa y Coberteras, mientras que la zona de Los Yesares sufrió bombardeos de artillería y protagonizó alguna “descubierta” de las tropas en dirección norte pero de nula repercusión.

El conjunto de fortificaciones de Los Yesares, en Pinto, se corresponde con la posición “Vega Baja” perteneciente al VI núcleo de resistencia denominado “Centro de resistencia Cerro de los Ángeles”, que fue ocupado hasta final de la guerra por las tropas de la División 18.

En el mes de febrero del año 1.937 se libró la más cruenta de las batallas que hasta la fecha había tenido lugar en la Guerra Civil Española: La Batalla del Jarama; debido a la inusitada violencia de sus combates y la gran cantidad de efectivos puestos en liza por ambos bandos.

Mapa Batalla del Jarama 2ª-Fase

La República se esfuerza en reclutar, partiendo de cero, unas fuerzas armadas que sean capaces de contener el frenético avance. Las Brigadas Internacionales, estuvieron formadas por varios miles de voluntarios (unos 35.000, a lo largo de una guerra civil internacionalizada). Británicos, franceses, belgas, estadounidenses, canadienses, cubanos, italianos, alemanes, austriacos, balcánicos y un buen número de otras nacionalidades, acudieron desde su lugar de origen.

Veinte mil soldados, compuestos por moros, legionarios, falangistas y requetés; agrupados en torno a cinco brigadas, se concentran en Pinto y Valdemoro. Al mando del general Varela, bajo la supervisión del general Orgaz, tenían marcado como objetivo estratégico aislar la capital, tras un rápido avance por la altiplanicie extendida entre los pueblos de Arganda y Morata, para cortar la carretera de Valencia.

Desde Pinto y Valdemoro cuatro Brigadas parten, y una quinta, la de Barrón, queda en segundo escalón, en la reserva. El terreno embarrado por las lluvias de días atrás, no favorece en absoluto la marcha.

Rada sale de Pinto en el ala norte en dirección a La Marañosa. Sáenz de Buruaga sale también de Pinto siguiendo el eje central del ataque. Asensio sale de Valdemoro en el ala sur en dirección a San Martín de la Vega. García Escámez sale de Valdemoro en dirección a Ciempozuelos, apartándose del resto. Barrón queda de reserva en Pinto.

Antes del inicio de la batalla en el Jarama, los republicanos planeaban una ofensiva para aislar a las fuerzas enemigas, de la División Reforzada de Madrid. Pero la mejor organización del ejército nacionalista se les anticipó, asestando un imprevisto y duro golpe a las vanguardias. Tras sufrir varias demoras, debido al temporal de lluvias, el día 6 de febrero de 1.937 se dio comienzo a la Batalla y la mayoría de unidades republicanas desplegadas entre La Marañosa y Ciempozuelos sucumbieron, desbordadas por un incesante diluvio de sangre y fuego.

En el bando franquista, hombres y caballos se hundían en el fango, y la artillería se quedaba atascada en los campos. Y así, los republicanos siguieron esperando hasta la llegada de un mejor clima con el mes de febrero. Cuya tregua climatológica dio un respiro a ambos bandos.
Tras la contraorden del día 5, cuando se ordena regresar a las Brigadas a su base de partida apenas iniciada la marcha, el día 6 de febrero de 1937 dejó de llover. Orgaz y Varela lanzan entonces nueva orden de inicio de las operaciones.

Posición nacionalista con nido de ametralladoras.

Durante las noches de los días 11 y 12 de febrero, las tropas indígenas africanas rompen los cerrojos del Jarama. Con la toma de los puentes del Pindoque y de San Martín sobre este río, la Batalla del Jarama adquiere su nombre en plenitud.

Barranco de la Colina del Suicidio, con el Valle del Jarama al fondo

Una vez atravesado el Jarama, tropas de Regulares y de La Legión se esfuerzan por ascender rápidamente a la altiplanicie entre Arganda y Morata. Se sucederán épicos y luctuosos episodios como el que protagoniza el batallón inglés, British, en la Colina del Suicidio.

El día 14, el “día triste del Jarama”, tras celebrar un consejo militar en la Casa de Gózquez, donde Orgaz tiene instalado su Cuartel General, se decide poner fin a la ofensiva y pasar a la defensa fortificando las posiciones alcanzadas. La carencia de unidades de reserva en esos momentos era ya absoluta.

Fuertemente desgastadas, las tropas de Orgaz y Varela se deben limitar a defender encarnizadamente la cabeza de puente conseguida al otro lado del Jarama. Los republicanos pretenden al menos, arrebatar al enemigo las posiciones más estratégicas y se marcan como objetivos en primer término, los cerros de La Marañosa y el Espolón de Vaciamadrid, a fin de cortar el avituallamiento a las vanguardias enemigas de Valparaíso, Casa de la Radio y el Pingarrón, cubriéndose de nuevo el valle del Manzanares de metralla y muerte, las jornadas del 16 y el 17.

Trinchera republicana con puesto de tirador y aspillera bien conservada, en la orilla derecha del Manzanares, 
frente a posiciones del C.R. VII – Coberteras

La batalla se da por concluida el 27 de febrero. Al alcanzar la confluencia de los ríos Manzanares y Jarama, el ejército rebelde ya tiene a tiro de fusil la carretera de Valencia desde las estratégicas cumbres del Espolón de Vaciamadrid. La República tiene que replantear las vías de abastecimiento de Madrid por carreteras secundarias e inclusive dar marcha al proyecto ferroviario de la Vía Negrín, por la pérdida de la línea férrea entre Aranjuez y Villaverde Bajo.

Trinchera con milicianos del Batallón Murcia - Puente Largo del Jarama - Aranjuez.

La guerra civil no concluiría hasta el 1 de abril de 1939 con el último parte de guerra firmado por Francisco Franco, declarando su victoria y estableciendo una dictadura que duraría hasta su muerte, el 20 de noviembre de 1975

La Guerra Civil constituyó, sin duda, un momento de infle­xión en su historia por los daños causados. Tras la Guerra el Ayuntamiento de Valdemoro procede con urgencia a reparar los edificios públicos destruidos o dañados en la contienda y establece ayudas a los agricultores.



«La guerra es traición y odio, torpezas de generales ineptos, tortura y muerte, náusea y cansancio, y cuando todo ha terminado, lo único que quedan son nuevos desalientos y nuevos odios».

Escrito homenaje y recordatorio en la parroquia de San José de Pinto (en su día Hospital de Sangre)




Fuentes principales:
  • La Batalla de Madrid (1936-39). Excavaciones en las defensas de la capital - F.J. López Fraile, , J. Morín de Pablos, A. Rodríguez Fernández
  • La guerra civil española y sus efectos en la iglesia 
  • TomoXIII_Valdemoro_3_1

Música: "Madre anoche en las trincheras" - Bruma Folk | "Mi amigo Jose´"

Cartel de fiestas de 1928

 


En el Archivo Municipal de Valdemoro se custodia una interesante colección de programas y carteles de fiestas desde 1909 hasta la actualidad. Buena parte de ellos se han conservado en papel en las dependencias municipales durante más de 100 años pero muchos otros han desaparecido debido a humedades, desidia y traslados de oficinas. 

En 2005, gracias a la colaboración vecinal, se consiguió la cesión de cartelería de fiestas desde 1947 a 1959, que fueron digitalizados y devueltos a su propietario. A partir de entonces han ido ingresando en el Archivo ejemplares de algunos años que también estaban perdidos.

El documento seleccionado en esta ocasión corresponde a este grupo de donaciones. Fue cedido en abril de 2008 por Emilio Zornoza, un maestro que vino a Valdemoro a ejercer su profesión a principios de 1980 y que, al poco de llegar, un alumno le ofreció este cartel, cuya imagen ahora forma parte del patrimonio documental del municipio. Debido a su mal estado decidió enmarcarlo y dos décadas más tarde lo ofreció al Archivo para que fuera custodiado y se conservara siempre. 

El ejemplar original mide 65,5 cm. x 46,5 cm., está impreso en papel a cuatro tintas –azul, amarillo, rojo y negro- sobre fondo blanco. Responde a la tipología de la cartelería taurina, pero además, aparecen insertos los actos religiosos y lúdicos. 
La disposición textual aparece dividida en tres apartados bien diferenciados: el titular, donde se anuncia el motivo fundamental del cartel: fiestas del Cristo de la Salud de Valdemoro; el programa de actos religiosos y pirotécnicos y, a continuación, en lugar predominante, la información del festejo taurino. Seguidamente, en un cuerpo de letra más reducido, el precio de las localidades y una serie de advertencias a tener en cuenta durante el desarrollo de la corrida. El texto finaliza con la data tópica y crónica y el nombre del alcalde y el secretario del momento.

En ocasiones como esta, la colaboración ciudadana permite que testimonios históricos de la localidad, que se habían extraviado o habían permanecido ocultos, salgan a la luz para conocimiento de todos.






Fuente: valdemoro.es

Colonia "Hermanos Miralles"



Para paliar el déficit de vivienda existente tras la Guerra Civil se plantea el grupo Hermanos Miralles, también llamado de El Pilar, con 33 viviendas de renta limitada por la Obra Sindical del Hogar.

El proyecto es del arquitecto Ricardo Marina del año 1945, aprobado provisionalmente al año siguiente; se rehízo en 1958 y se terminó su construcción en 1964. Se reurbanizó en 1989.

Alzados de la Colonia "Hermanos Miralles", 1945. Arq: Ricardo Marina. Archivo Regional de la Comunidad de Madrid.

Se proyecta y construye entre los paseos de la Estación y del Prado. En un solar triangular de casi una hectárea se organizan tres calles-Virgen del Rosario, que comunica ambos paseos, y las de Portillo y Virgen del Pilar, perpendiculares a aquélla- que vertebran la distribución de siete conjuntos de viviendas unifamiliares alineadas de una planta -algunas con otra planta parcial- agrupadas en dos bandas de ocho casas, tres de tres, una de dos y otra de seis. 


Se proyectan tres tipos de vivienda: una de tres dormitorios en una planta, otra con los mismos dormitorios en dos plantas, y la última con cuatro dormitorios; todas ellas tienen vestíbulo, aseo con ducha, despensa y cocina-estancia, así como un pequeño porche y patio trasero con acceso independiente.

Planta de vivienda del tipo A de la Colonia "Hermanos Miralles", 1945. Arq: Ricardo
Marina. Archivo Regional de la Comunidad de Madrid.

De sencilla construcción, con técnicas tradicionales de la zona; muros de carga revestidos con yeso sobre zócalo de mampostería y porches con jambas de ladrillo visto y dintel de madera, moldura en cornisa y cubierta a dos aguas de teja cerámica curva.

En la agrupación urbana de las viviendas se produce un interesante contraste entre los volúmenes de dos plantas, la horizontalidad de las bandas alineadas y las sombras profundas de los porches, que proporcionan gran calidad formal al conjunto.

El establecimiento de esta colonia entre la villa y la línea férrea supuso un acercamiento de la población hacia este medio de comunicación, infrautilizado hasta el momento para el transporte de viajeros.


Precisamente, la localización de la estación en este punto de Valdemoro -una de las primeras poblaciones españolas con línea de ferrocarriles de el año 1851 permitió el desarrollo de una
importante colonia veraniega organizada alrededor de un nutrido grupo de políticos y literatos entre los que destacan Cánovas del Castillo y Pedro Antonio de Alarcón. La nobleza, que también se acercó a Valdemoro debido a su cercanía de Madrid y la tranquilidad de la zona, construyó una serie de villas y palacetes que rodeaban el casco histórico por su lado norte, sobre todo, y el este, punto más cercano a la estación.






Música: Jorge Sepúlveda - "A Escondidas"

Jesús España Cobo, el señor del atletismo

He creído idóneo aprovechar estas fechas, en que se están celebrando las olimpiadas de Tokio 2020 (en julio de 2021), para incluir en el blog a este personaje ilustre de la historia viva de la Villa.


Jesús España nace en Valdemoro el 21 de agosto de 1978.

Empezó a practicar atletismo desde muy joven, en el club de atletismo de su localidad natal. Para aquel niño espigado y moreno de 11 años que vivía en Valdemoro, correr por los caminos de tierra del pueblo era sinónimo de libertad, una sensación de poderío que le enganchó para siempre. Entonces la pista y los campeonatos figuraban lejos. Disfrutaba corriendo en el asfalto, feliz por ganar una prueba y enseñar en casa la minicadena o las zapatillas que había recibido como premio.


Ni siquiera probó otras disciplinas. "Era lo que me gustaba". Hasta que en 1991, se hizo la ficha y debutó por primera vez en pista, en Vallehermoso. "Logré la mínima para el Campeonato de Madrid y ya me pareció un logro. Entonces era pequeño e iba poco a poco, sin plantearme nada. Seguí estudiando y corriendo, pero ya veía más pruebas en la tele y empezaba a pensar: cómo molaría estar en una final así".


Para entonces su padre ya le había puesto muchas veces la cinta de VHS de la final olímpica de Los Ángeles 84. Jesús tenía claro su referente: Sebastian Coe. "Mi padre me ponía aquella final porque era la medalla de un español, la de Abascal, pero yo me fijaba en Coe, que era el que ganaba. Corría elegante. Leí un montón de cosas sobre él, me compré un libro sobre su historia, cómo le entrenaba su padre."

Sebastian Coe durante la prueba de 1.500m de los JJOO de Los Ángeles 1.984

Jesús compitió en el Europeo júnior de 1997 y poco después se dio cuenta de que el atletismo no saldría jamás de su vida. "En el año 2000 hablé con mis padres, que siempre me apoyaron, para apostar por el deporte al cien por cien. Les dije: voy a intentar ser atleta de profesión".

El bronce continental de pista cubierta de Viena 2002 fue el primer gran resultado de una carrera plagada de éxitos, de reconocimiento y admiración. No sólo por lo que ha sido dentro de la pista sino también por su señorío fuera de ella. El oro europeo de 5.000 metros de Goteborg fue el momento cumbre de sus 28 años de atletismo. Jesús revive a menudo con sus hijos aquella final, en la que se impuso al británico Mo Farah en la última recta con su inseparable Juan Carlos Higuero acompañándole en el tercer cajón del podio.


Minutos después llegó el éxito, del que casi se sintió un espectador más, como el que protagoniza una película a cámara lenta. "En carrera iba muy bien, tanto que parecía que estuviera viéndolo por la tele en lugar de estar allí. No sentí cansancio, estaba concentrado. Cuando empecé a pasar a Farah no tenía ya tanta chispa, de hecho a falta de 40 metros pensé que me tropezaba. Así que la cara de la llegada no es de alegría, es de alivio". Pero él se queda con otros momentos mágicos de un Europeo histórico. Como aquella canción de Amaral que le permitió aplazar los nervios en la cámara de llamadas, el hecho de compartir una carrera con dos amigos de siempre. "Estar allí con Juan Carlos y Pablo (Villalobos) lo hizo todo más grande. Soy nervioso y cantaba para tranquilizarme. Se pusieron a cantar conmigo. Todos nos miraban como si estuviéramos locos, pero me hizo sentir muy bien", recuerda con una sonrisa de añoranza.


Es la carrera de Jesús España que todo el mundo recuerda. Una final por la que le siguen preguntando en la calle. Y eso es lo que más le satisface. "Es una suerte que además de nuestra alegría personal podamos hacer felices a la gente. Muchos aficionados se acuerdan dónde estaban, cómo lo vivieron".


También llegaron las lesiones, derivadas de esa peculiar forma de correr a lo africano, con más puntera que talón, con una pisada reactiva pero muy agresiva. Jesús se perdió citas importantes, como los Europeos de pista cubierta de Madrid 2005 o los Juegos Olímpicos de Londres, competiciones que influyeron en su rendimiento. "Con las lesiones te sientes vulnerable. Si tienes más miedo a hacerte daño que a entrenar, pierdes mucho. Si no hubiera tenido esos problemas físicos, quizás hubiera logrado un punto más de nivel. Pero también aprendí a valorar todo mucho más. Una de las veces pasé un mes en silla de ruedas y eso te hace ver las cosas con perspectiva. Asimilé nuevos ejercicios y con Olga, mi mujer, que es fisioterapeuta, mejoré y logré que aquellas lesiones se olvidaran".

Campeonato del Mundo.- Osaka 2.007

En 2007 abrió sus puertas en Valdemoro el pabellón cubierto Jesús España, como parte de la segunda fase de esta instalación deportiva del barrio de El Restón. El atleta valdemoreño dio nombre a una instalación que cuenta con un aforo de 415 espectadores.

La temporada 2009 fue también de éxitos, consiguiendo el "doblete" nacional al imponerse en los campeonatos nacionales absolutos de 3000 metros (Indoor) y 5.000 metros (Aire libre).Con estos logros fue a participar al Europeo de 2009 Indoor, donde consiguió su tercer bronce en esta competición.


En el 2010, cosechó su cuarto triunfo nacional de 3000 metros siendo el único en la historia que tenía más de 3 títulos. Meses después, Jesús, ganó el campeonato de España de Avilés al aire libre, con esta victoria, fue seleccionado para participar en los Europeos de Barcelona donde finalmente conseguiría una plata.

Tras el regreso del Mundial de Atletismo de Pekín, y después de una meditada reflexión, Jesús vio que ya no pintaba nada en los 5.000 metros y que si quería ser finalista en unos Juegos Olímpicos debía dar el salto al Maratón. Tras haber meditado con su entrenador la idea, inicia la preparación específica para esta prueba, con una única meta: lograr la mínima de participación para los Juegos escenario elegido para el debut fue Sevilla y después de un largo camino lleno de kilómetros y sesiones de entrenamiento, vio cumplido su objetivo.


Uno de los momentos inolvidables de su carrera, un instante mágico en el Estadio Olímpico de Sevilla, en su debut en los míticos 42,195 kilómetros, tras entrar sexto en meta con la mínima olímpica en el bolsillo (2.11:58), desfallecido, desfondado, sin fuerzas. Su hijo Iván saltó la valla de forma espontánea para ir a abrazarle. Le vio cansado, no sabía si le ocurría algo, pero Jesús le tranquilizó. "No me pasa nada, tranquilo, pronto estaré bien", atinó a decir, mientras su mujer Olga y su otra hija, Gloria, le esperaban con lágrimas tras la barrera.


De aquel tierno abrazo quedó como recuerdo una imagen que acompaña a la familia en el salón de casa. También en el pasillo, en forma de óleo que un aficionado hizo llegar a Jesús. "Es un recuerdo precioso, que siempre mantendremos ahí". Porque la familia es el motor de su vida, uno de los motivos de colgar las zapatillas. "Antes estaba centrado en entrenar, dormir, comer de forma sana... Ahora quiero ser capaz de improvisar, sin tener que pensar que no puedo jugar con mis hijos porque debo descansar. Mi mujer tiene el cielo ganado porque ellos también han sufrido mi profesión. Ahora tengo la obligación moral de devolverles esa dedicación", comentaba el año de su retirada.


Por eso, el de Valdemoro, disputó su última competición en Berlín. Fue sexto en la carrera y plata por equipos, quizás la medalla que de mejor forma resumía lo que ha sido Jesús. Competición y amistad. En la meta le esperaba Javier Guerra, cuarto. Ambos se fundieron en un abrazo. "Fue un podio especial porque subí a él con grandes amigos."

Jesús España en una rueda de prensa en Berlín

El atleta de los pequeños detalles, las vivencias, los recuerdos. Su casa está abarrotada de medallas y trofeos, memorias de 28 años de atletismo engalanados con un oro y una plata continentales en 5.000 metros y ocho títulos nacionales en la distancia, más que nadie. Son algunos de sus logros, pero no presume de ellos. Ni siquiera en su retirada, cuando hace balance de su carrera. "Es mi mujer la que coloca las medallas en las vitrinas, las ordena y las saca de vez en cuando. Yo no soy de enseñarlas mucho".  

Feliz con su carrera, pero ambicioso como siempre, el madrileño siente que algo se quedó sin cumplir en el atletismo. "Cuando me planteé ser profesional, quería ser campeón olímpico. Si todo me hubiera ido perfecto, estar en unos Juegos con opción de ganarlos hubiera sido el summum. Pero no me puedo reprochar nada, me siento un privilegiado. Espero que me recuerden como un enamorado del atletismo, un atleta que me esforcé al máximo, que luché por conseguir los sueños que tenía, una persona normal que he tenido la suerte de poder dedicarme a lo que más me gusta".


Más allá de lo deportivo, lo que nadie duda es el cariño y la admiración que se ha ganado Jesús España en el atletismo y fuera de él. "Me esperaba una respuesta positiva de la gente, pero me ha desbordado", reconoció en su adiós.

Nunca alejado de su Valdemoro querido, Jesús España deja escrita parte de la historia del fondo español: cinco medallas en sus doce europeos de aire libre y pista cubierta, siete mundiales y dos Juegos Olímpicos.

Atleta especialista en pruebas de fondo y medio-fondo, pasará a la historia del deporte, como uno de los mejores atletas de nuestro país.

Imagen de Jesús España, despidiendo 2020, corriendo en Valdemoro.

Talento - Jesús España








Música: Nuvole Bianche - Ludovico Einaudi \ Jacob's Piano
Fuente parcial: Fragmentos texto entrevista diario MARCA 19/08/2018