Nicolasa, «La Pajuelera», nace en Valdemoro. La fecha de su nacimiento es motivo de controversia y la fecha de su fallecimiento igualmente se desconoce.
De aspecto masculino, pelo corto y rizado, esposa del banderillero navarro Francisco Gómez, toreó y ejerció de picadora con bastante éxito por distintas plazas del país. Mujer pionera dentro de la tauromaquia tanto por la antigüedad como por la destreza demostrada en el manejo de la vara de detener.
Autores como José Sánchez de Neira en su obra Gran diccionario taurómaco (1896) cambia el apodo pero menciona el nombre real de la torera Nicolasa Escamilla, indicando Valdemoro como el lugar de origen pero no se refiere al año del nacimiento, en cambio sí menciona 1776 como la fecha de referencia en la cual La Pajuelera ya estaba toreando y cita:
"Escamilla, Nicolasa (la Pajolera).—Natural de Valdemoro. Salió a torear en Madrid antes del año de 1776, según afirma un libro manuscrito por D. José Daza, que posee el Sr. Espinosa, vecino de Sevilla."
José Delfín Val Sánchez en su obra "Lanzas, espadas y lances" (1996) recopila información sobre la torera, aportando diferentes datos de referencia, como un escrito del padre Sarmiento de 1762, del que Vargas Ponce se hace eco en "Disertaciones sobre las corridas de toros" (1807).
Delfín Val también menciona un documento en el Archivo General de Palacio conservado por Patrimonio Nacional. En él consta que el 8 de agosto de 1748 se celebró en Salamanca un festejo taurino por la Sala de Alcaldes de Corte, en el que fueron bregados dieciocho toros de Diego Gamarra por la mañana y otros doce por la tarde, lidiados por los varilargueros Juan de Luna, José Daza y Nicolasa Escamilla, «La Pajuelera» a quien le correspondieron dos toros. El mismo José Daza (picador y cronista taurino) que cita Sánchez de Neira en su obra como autor del manuscrito propiedad del Sr. Espinosa; en el mismo documento se menciona que la torera ya había actuado un año antes. Siendo por tanto, 1747, la primera fecha conocida y documentada sobre la aparición de "La Pajuelera" en actuaciones taurinas.
"...retirados estos, a ejemplo de lo que se practicó en las fiestas del año pasado (1747) salga en traje decente a quebrar garrochones a dos toros Nicolasa Escamilla, de estado soltera en esta corte, con beneplácito de su padre, como lo ejerció el año pasado en Valdemoro en una de sus fiestas, con lucimiento y destreza del caballo y aplausos de todos los concurrentes."
En ese documento del Archivo General de Palacio que glosa su primer envite con los toros del que haya quedado constancia, no se halla burla por su intromisión en unas tareas reservadas a los varones, sino que se recalca su "lucimiento y destreza en el manejo del caballo"..."la entrega y el esfuerzo de la torera, alabando la destreza y acierto en el manejo de la suerte de varas y el caballo así como el valor demostrado en la lidia". Es decir, no se saca a La Pajuelera con permiso de su padre al ruedo para reírse de ella, sino para admirar su habilidad en un ejercicio que hasta entonces había sido una actividad inusual o fracasada entre las mujeres.
Ya había mujeres aficionadas a las faenas camperas de encierros y tientas, pero la primera que aparece en el escalafón taurino como profesional fue Nicolasa, siendo por tanto la más importante entre las mujeres toreras del siglo XVIII.
Según consta en el documento manuscrito conservado en la Real Academia de la Historia, su familia valdemoreña se dedicada a la fabricación de pajuelas de azufre, que se utilizaban entonces para desinfectar las barricas de vino; (un método que empezaron a usar los romanos de las tres provincias de la Hispania). En su juventud vendía dichas pajuelas o alguaquidas —mecha o cuerda que arde recubierta de azufre —oficio del que tomó su apodo.
"La Pajuelera" se enmarca en la categoría de los picadores, dada la importancia de estos respecto al papel de los toreros de a pie a lo largo del siglo XVIII. El torero a caballo figuraba por delante del torero a pie que aún no contaban con toda la relevancia que adquirieron unos años después.
En 1911 Antonio García Boiza menciona en el ensayo biográfico «Don Diego Torres de Villarroel» la actuación en Salamanca en 1758 de "la Pajuelera" en una corrida de toros organizada por la Orden Tercera del Carmen (orden de los Carmelitas Descalzos).
Según documentación propiedad de un coleccionista taurino encontrada en Sevilla, "La Pajuelera" torea en la Plaza de toros de la Puerta de Alcalá (Madrid) en 1776 y posteriormente en Zaragoza.
José María de Cossío la calificó como la más importante torera del siglo XVIII.
"Valor varonil de la célebre Pajuelera en la de Zaragoza" (1814 – 1816).
Francisco de Goya.
Sanguina sobre papel verjurado
Museo Nacional del Prado
EL RETRATO DE GOYA
En la serie Tauromaquia, un conjunto de grabados realizado entre la primavera de 1814 y el otoño de 1816, Francisco de Goya quiso plasmar sobre el papel la historia del toreo en España. De entre todos ellos sobresale una mujer, protagonista del grabado número 22, la primera torera con nombre propio, Nicolasa Escamilla. Aunque en la primera tirada de la serie el título era puramente descriptivo, en una posterior se añadió un calificativo más provocador: "Valor varonil de la célebre Pajuelera en la de Zaragoza". La picadora fue retratada con un aspecto masculinizado, que se acentúa al exponerla en soledad ante la embestida del bóvido y que contrasta con sus rasgos mucho más femeninos del dibujo preparatorio que se conserva en el Museo del Prado.
Grabado sobre la Pajuelera
Francisco de Goya
"Goya, aunque la inmortalizó, no vio nunca actuar a La Pajuelera", asegura José Delfín. "Y su aguafuerte, como otros muchos, forma parte de la crónica plástica de los sucesos populares de mayor trascendencia."
Trazada más hombre o más mujer, el valor de "La Pajuelera" reside en su conversión gracias al testimonio gráfico de Goya en pionera entre las féminas que se lanzaron al mundo del toreo
Plato de loza del Museo Arqueológico Nacional
de finales del siglo XVII
dibuja a una alanceadora,
el testimonio más antiguo en este sentido,
pero la fémina es desconocida
LAS PRIMERAS MUJERES TORERAS
Las mujeres habían hecho su aparición en la tauromaquia en el siglo XVII y de ello da fe un escrito del Consejo de Castilla, fechado el 25 de junio de 1654, pero sería una centuria después, en el XVII, cuando su presencia en los cosos alcanzó notoriedad definitiva.
En este siglo XVII, esa época más antigua en el que tenemos constancia de la presencia de la mujer en los espectáculos taurinos, ya que aparecen reflejadas imágenes de ellas picando un toro en la loza talaverana y ya se las cita en alguna disposición oficial. Lo que sí parece cierto es que en sus inicios la mujer no toreaba a pie por considerarse “indecoroso”, haciéndolo tan solo a caballo. También a finales de este siglo, las mujeres empiezan a manifestarse dentro del mundo rural, ya que elaboraban faenas y labores de campo. Esto lo hacían de forma privada, cuidando que nadie pudiera verlas, ya que no estaba permitido que una mujer demostrara su valentía y sus aptitudes delante de una res brava.
Ya entrados en el siglo XVIII y, pese a las complicaciones a las que hicieron frente, comienzan a salir algunos nombres cuya fama trasciende a lo largo y ancho de la geografía española y que podemos considerar como el inicio del largo camino de la igualdad de condiciones en el ruedo. De entre todos estos primeros nombres, Nicolasa destaca sobre el resto.
"Las señoritas toreras"
Cartel de la Plaza de Toros de Cartagena de 1897
Fernando Soteras, poeta y crítico taurino, menciona a "la Pajuelera" en una estrofa del poema que crea para los actos en conmemoración del centenario del fallecimiento de Francisco Goya celebrado el 12 de mayo de 1927 en Zaragoza. El poema se publicó en el Heraldo de Aragón bajo el seudónimo de Juan Gallardo y en un artículo en el semanario taurino «La Fiesta Brava»:
"No olvida a Apiñani, ni a la Pajuelera,
ni al audaz Martincho que su amigo fué...
Y la Plaza marcha con su gran chistera...
Sigue imaginando:
¿Qué és lo que veré?"
Música: "Mi primer Pasodoble" - Antonio Campillo Saura
He tenido la suerte de encontrarme con una bonita publicación, dentro de la cual se hace referencia a muy interesante información sobre Valdemoro. "El estudiante de las hierbas", se basa en el Diario del botánico Juan Isern Batlló y Carrera, miembro destacado de la expedición científica del pacífico en los años 1862-1866 y martir romántico de la ciencia española. Dicha publicación pertenece al Consejo Superior de Investigaciones Científicas y redactado por Paloma Blanco Fernándes de Caleya y las hermanas Dolores y Pilar Rodríguez Vaiga Isern. La tarea que se propusieron las autoras del libro no era fácil, los apuntes de Isern conservados en el Real Jardín Botánico eran algo caóticos, lo que hace de esta obra una valiosa recuperación de los trabajos de este famoso botánico.
Joan Isern Batlló nació en Setcases (Ripollès), en una familia campesina de condición humilde. Pero sus extraordinarias dotes intelectuales, que manifestó desde bien pequeño, animaron a sus padres a orientar su futuro hacia la carrera eclesiástica; que, en aquel momento, era la única posibilidad de estudiar que tenían los niños de casa pobre. Estudió en el seminario de Girona, pero a los veintiséis años abandonó la profesión eclesiástica y se matriculó en la facultad de medicina de la Universidad de Barcelona. Para sostenerse económicamente, durante aquellos años, vendía plantas medicinales que previamente había recolectado en las montañas del Pirineo. A los treinta años obtuvo la plaza de recolector del Museo de Ciencias Naturales de Madrid.
Joan Isern descubrió y catalogó más de ocho mil especies de plantas medicinales, que revolucionarían el mundo farmacéutico. No obstante, Isern no vería el resultado de su trabajo porque una enfermedad tropical que había contraído durante el viaje precipitaría su prematura muerte a los cuarenta y cuatro años de edad.
Una vez leáis este artículo, entenderéis porqué he creído más correcto el ubicar su entrada dentro del apartado "Personajes" del Índice de este blog, en lugar de en "Bibliografía, textos y referencias", como inicialmente tenía previsto.
Diario del botánico
pag.18
En 2002, y gracias al Jefe de Tráfico de Girona, Enrique Errea, y a su mujer Carmen Laura, «la Chata», llegamos a Girona en «temps de flors» y subimos al Pirineo, Setcases y Vall de Ter, pasando por Vic, donde gracias a nuestras entrañables amigas Carme Tíó y Margaret Mariadas Chettiar encontramos el Archivo Episcopal que nos abrió sus puertas y nos dieron toda clase de facilidades para localizar los datos de la familia Isern que ya Miquel Perals nos había avanzado. También M.ª Jesús López Portero, archivera municipal del Ayuntamiento de Valdemoro, nos facilitó los datos sobre la partida de bautismo de la mujer de Juan Isern así como su partida matrimonial, que se encontraban en el Archivo Parroquial de Valdemoro.
pag.42
Conozco a mi esposa en Valdemoro
En el año 1855 me encontraba recolectando plantas en Valdemoro, localidad madrileña situada a veintiséis kilómetros de la capital, y entre las variadas especies que encontré había una que ni yo ni Vicente Cutanda lográbamos identificar. Me acorde entonces de Agustín Yáñez, que desde que le conocí en Barcelona me había demostrado una casi paternal amistad, y decidimos ponerle su nombre al nuevo descubrimiento, la Reseda yannezii. Fue casi como un homenaje a su bondad con todos los estudiantes que le conocimos. Cuando falleció, algunos amigos pidieron semillas de dicha planta para colocarlas alrededor de su tumba.
Mi estancia en Valdemoro se alargó más de lo previsto y no precisamente por los trabajos como colector. Hasta allí se había extendido durante el verano una epidemia de cólera por el mal estado del alcantarillado y de los pozos negros y, sin pensarlo, me presenté ante el alcalde para decirle que quería ayudar como médico. Tuve que trabajar con ahínco, casi sin dormir ni comer durante los meses que duró la epidemia que se llevó a 152 personas. Este trabajo me llevó a enfermar. Una familia de sencillos labradores de Valdemoro tuvo a bien abrir sus puertas para que se repusiera aquel médico que había acudido desinteresadamente en ayuda de las gentes de ese pueblo. Así conocí a Tomasa del Olmo y Soto, nacida el 29 de diciembre de 1834, hija de Manuel del Olmo, natural de Valdemoro, y de Mariana Soto y Mateo, natural de Borox, provincia de Toledo.
Partida bautismal de Tomasa del Olmo Soto. «Tomasa, hija de Manuel del Olmo
"En la Yglesia Parroquial de esta Villa de Valdemoro, en primero de Enero de mil ochocientos treinta y cinco, Yo Dn. Manuel Fontelo, teniente cura de ella, bauticé solemnemente a una niña que nació en veinte y nueve de diciembre último, hija legitima de Manuel del Olmo, natural de esta villa y de Mariana Soto, que lo es de Borox y vecinos de esta: a la cual puse por nombre Tomasa; su padrino que la tuvo in sacro fonte, Remigio del Olmo, a quien advertí del parentesco espiritual y demás obligaciones. Abuelos paternos, d. Remigio y Andrea Dávila; naturales de esta villa y maternos Francisco Soto y Antonia Mato, naturales de Borox y lo firmé." Manuel Ignacio Fontelo. Libro 21º de bautismos, 1833-1845. Archivo Parroquia de Valdemoro, sig. 111-21, f. 17.
pag.44
El 15 de octubre solicité oficialmente la matrícula para el primer año de Ciencias Naturales que se cursaba en la Facultad de Filosofía de la Universidad Central y, a los dos días, el 17 de octubre de 1856, cuando los colores otoñales vestían el campo, me casé con Tomasa celebrando el matrimonio en la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de la Villa de Valdemoro y nos trasladamos a vivir a la calle Hortaleza, 54-56, cuarto Sotabanco, de Madrid.
Partida matrimonial de Juan Isern Batlló con Tomasa del Olmo Soto
"D. Juan Jaime Ysern y Batlló con DJ Tomasa del Olmo (casados y velados) En la Yglesia Parroquial de Ntra. Sra. De la Asunción de la Villa de Valdemoro, Provª de Madrid, Arzobispado de Toledo a diez y siete de octubre de mil ochocientos cincuenta y seis: Yo, D. Yldefonso García, Pbro Teniente cura de ella, desposé y velé in famili ecclesia, por palabras de presente, que hacen verdadero y legítimo matrimonio a D. Juan Jaime Yserny Batlló, soltero, natural de Setcases, Diócesis de Gerona, residente en Madrid, hijo legítimo de D. Ygnacio y Dª. Francisca Carren, difuntos, con Dª Tomasa del Olmo, soltera, natural y residente en esta, hija legítima de Manuel y Mariana Soto, habiendo precedido todos los requisitos necesarios para la validez y legitimidad de este contrato Sacramental. Fueron testigos D. Mariano Bravo y Andrés Hernández, dependientes de esta parroquia y para que conste extendí y autoricé la presente en el libro de matrimonios de la misma fha ut supra."
Yldefonso García.
Libro 13° de matrimonios, 1852-1880, Archivo Parroquial de Valdemoro, sig. 111-37, f. 19 v.
pag.51
El año anterior mi familia había aumentado. A las diez y media de la mañana del 27 de marzo de 1860 vino al mundo nuestro segundo hijo, Enrique Ruperto Emilio, que fue bautizado a los dos días por el teniente cura D. Román Guerrero, en la iglesia parroquial de San Luis (Madrid), siendo sus padrinos D. Enrique y Da Emilia de Graells Alcalde, hijos de Mariano de la Paz Graells y de su primera esposa Dª Juana Alcalde y muy amigos míos. Al poco nos mudamos a otra casa mayor en la calle Alcalá, 40, donde ahora me encuentro soñando despierto, pues debe ser verdad que cuando a una persona le queda poco para dejar este mundo se le pasa por la mente rápidamente toda su vida. ¡Cuántas veces he añorado en América a Tomasa, a los niños y a esta casa!
Tuvimos un tercer hijo, otro varón, que nació y murió estando yo en América. Cuando supe esta trágica noticia se me partió el corazón por estar a tantos kilómetros de mi esposa, pues antes de partir la había tranquilizado diciéndole que nuestro tercer hijo nacería con buena estrella, ya que yo rezaría por ellos desde el otro lado del mundo. ¡Qué poco he podido disfrutar de mi familia! Si mis días están por terminar, confío en que no les faltará de nada con las ayudas que he pedido para ellos a mis colegas y amigos.
pag.263
Vicente Cutanda
Profesor de Fitografía de la Universidad Central y vocal de la comisión del mapa geológico, en su «Flora compendiada de Madrid y su provincia o descripción sucinta de las plantas vasculares que espontáneamente crecen en este territorio», entre las plantas que ha herbolizado, en el prólogo menciona sobre la Reseda yannezii diciendo:
«He visto un sólo un ejemplar incompleto, hallado por D. Juan Isern en Valdemoro, y no encuentro especie alguna a que referirle, aunque afine según creo sobre todo a la Reseda lútea. A petición del inventor, la dedico al benemérito profesor don Agustín Yañez. por tantos títulos digno de curable memoria».
Una buena parte de las plantas que recolectaron juntos Cutanda e Isern fueron luego descritas por Willkomm.
La inauguración de la plaza de toros de Valdemoro tuvo lugar en la fecha reciente del 1 de mayo de 1991.
Se trata de una plaza de 3ª categoría, con un aforo de 3.500 personas.
El cartel de inaoguración, fue conformado por toros de Román Sorando Herranz y Carmen Romero (6º) para los diestros Fernando Lozano, Carlos Collado "Niño de la Taurina" y Luis Milla.
El primer toro que saltó al ruedo se llamaba "Remolón" y Carlos Collado "Niño de la Taurina", corto la primera oreja (1.5.1991).
Durante años, la plaza fue protagonista principal de corridas y encierros en los festejos que tenían lugar anualmente en el municipio, pero tras las crisis económicas dejó de tener una dedicación taurina.
Javier Valverde, dos orejas en el único que pudo matar
Eduardo Gallo, oreja y dos orejas y
Alberto Lamelas, que tomaba la alternativa, dos orejas y oreja
Mayo de 2009
Tras quince años sin acoger festejos taurinos y una dedicación principal como cine de verano y ciertas actividades de las fiestas patronales como yincanas y competiciones para las peñas, el pasado 4 de mayo de 2024 fue el escenario de la corrida de toros de la Copa Chenel con Thomas Joubert, Molina y Víctor Hernández en el cartel.
Para poder desarrollar el festejo se llevaron a cabo obras de rehabilitación que también servirían para preparar el edificio para otras utilidades. En la inversión de unos 50.000 euros, se realizaron trabajos de pintura exterior e interior, recuperación del suelo y la instalación de un nuevo albero, reparación de las maderas y repintado con la recuperación de burladeros, renovación de corrales, trabajos de cerrajería, renovación de baños y cañerías o limpieza de diverso de espacios.
En el año 1083, el Rey Alfonso VI conquistó a los moros todo el territorio comprendido desde Talavera a Madrid, dándose una trascendental batalla en este lugar del Valle del Rio Jarama y fue llamado Valle del Moro.
El escudo de Valdemoro, aparece descrito entre los años 1078 y 1085, coincidiendo con la fecha de aquella histórica batalla. En el escudo, se puede ver el busto de un Rey Moro y un Castillo con una cadena colgante. La cadena representa que aquel Rey, fue un cautivo y por lo tanto jamás reinó sobre aquella torre.
Alfonso VI
En 1570, el Rey Felipe II compra Valdemoro y envía a esta Villa un contingente de doscientos treinta y seis moriscos, los cuales habían sido dispersados por el monarca como castigo por la rebelión de Las Alpujarras.
Felipe II
Sin lugar a dudas, estos nuevos vecinos trasladaron desde el sur sus propios medios de subsistencia. Tejedores, sastres, zapateros, curtidores y otros varios, que incrementaron el tejido profesional de Valdemoro.
En la corta estancia de estos moriscos, (unos cuarenta años) aportaron mucho al desarrollo socioeconómico de la Villa, sin que despertaran hostilidades con los vecinos.
Cuando años más tarde, el duque de Lerma determina la expulsión de los moriscos de tierras hispanas. De Valdemoro únicamente salen 153 personas, es decir, 70 es el numero que diferencia de los que habian entrado y que seguramente se habrian convertido, se habian trasladado o habian muerto.
De nuevo el Rey Felipe II, realiza la venta de Valdemoro al noble Marques de Auñon que mantuvo su propiedad hasta el año 1602 en que fué adquirido por el Duque de Lerma, valido del Rey Felipe III .
Música: Danza morisca (Instrumental) · Jordi Savall · Traditional
JOSÉ BARGAS PONCE (1760-1821) EN LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA
Apéndice 4. Fragmento del diario de Vargas. Salida de Madrid el 14 de mayo de 1814.
"Día 14 de mayo de 1814. Salí de Madrid en posta. Lo demás, después. Costóme la 1.ª posta 272 reales de vellón; el portazgo en el vado 5 reales y un cuarto (¡que gracia de cuarto!); las agujetas, 16 reales; y di fondo en el parador de Valdemoro, aunque salí poco después de la 2 de la tarde y llegué como a las 5 ½, porque en Valdemoro no había silla y yo no quise, escarmentado de la última vez, tomar el carro. Primer desmán a la puerta de casa y que denota que todo va por un rasero y que, aunque más lágrimas deis, en vano las derramáis. Ni los locos fabrican una casa empezando por las torres. Postas en una nación, que no es nación ni berenjena, es disparatar por la posta. Antes que tener postas es saber leer y escribir y, en no sabiendo ni aun ello de los 1C millones de españoles largos los 9 y medio, querer postas es querer que suceda lo que me sucedió con el arcediano Cuesta el octubre del año anterior y lo que me está sucediendo ogaño. Y si, con todo, este es todavía el medio menos peor, aunque carísimo, de viajar por España, que tales serán los restantes."
He creído de interés incluir este texto en el apartado "Bibliografía, textos y referencias" del blog.
José de Vargas Ponce fue un marino de guerra, político, poeta satírico y erudito ilustrado español, llegando a presidir la Academia de la Historia en tres ocasiones. Tras estudiar Matemáticas, Humanidades y Lenguas, se reveló como un diestro matemático.
El 4 de agosto de 1782 ingresó como guardiamarina, el mismo año en que le premió la Real Academia Española y el mismo año en que participó en el sitio de Gibraltar y luchó en el cabo de Espartel. Estos méritos le valieron ser ascendido a alférez de fragata.
Ingresó en 1786 en la Real Academia de la Historia, para la que escribió las normas directrices del Diccionario Geográfico de España y trabajó en un Diccionario náutico que no llegó a aparecer. Trabajó en el observatorio de Cádiz y realizó en 1789 junto a Felipe Bauzá y el marino y matemático Vicente Tofiño el Atlas marítimo de España, donde se determinan posiciones astronómicas y aparecen por primera vez derroteros de las costas de España. En 1787 publicó su Descripción de las islas Pithiusas y Baleares. Ingresó en 1789 en la Academia de San Fernando.
Entre 1792 y 1797 era teniente de navío. Participó en la guerra contra la República Francesa. Estuvo también destinado en Murcia y Levante, lo que aprovechó para realizar investigaciones arqueológicas que entregó luego al concejo de Cartagena. En 1797, Jovellanos lo nombró miembro de la Junta de Instrucción Pública que elaboró el Reglamento de la Escuela de Pajes. El 15 de abril de 1798 se le ordenó escribir la historia de la Marina española pero, desterrado de Madrid en 1799, trabajó en Cataluña y en la región vasconavarra investigando. En 1804 fue elegido director de la Academia de la Historia.
En 1805 es ya capitán de fragata. Fundó el Diario Militar en 1812 y en 1813 ingresó en la Real Academia Española y fue diputado liberal por Madrid. La reacción de 1814 le confinó en Sevilla, donde trabajó en el Archivo de Indias, y en Cádiz; fue diputado otra vez en 1820.
Falleció en 1821. Dejó numerosas obras inéditas, muchas de las cuales se publicaron después, pero todavía queda bastante; muchos de sus papeles se encuentran en el Depósito Hidrográfico. Leopoldo Augusto de Cueto publicó bastante de su obra poética.
Hombre de gran curiosidad intelectual y capacidad de trabajo, intervino además en la redacción de nuevas ordenanzas para la Marina y en la reorganización de la Academia de la Historia. Trabajó junto a Melchor Gaspar de Jovellanos en temas educativos y frecuentó la amistad de algunos ilustrados como Juan Agustín Ceán Bermúdez, Villanueva, Nicolás de Azara y gente próxima a Goya; este hizo un retrato suyo en 1805, donde no aparecen las manos, por expreso deseo del retratado que no quería pagar el precio extra que suponían.
El retablo que preside el altar mayor de la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Val demoro, perteneciente al siglo XVIII, con tres grandes obras de arte: "La Asunción de la Virgen", de Francisco Bayeau (1.790), "San Pedro Mártir", de Ramón Bayeau (1788-1789 y "La aparición de la Virgen a San Julián", obra realizada por el ilustre pintor Francisco de Goya y Lucientes (1786-87). Siendo esta obra, hoy en día, la joya más preciada de la Villa de Valdemoro.
Los frescos de la nave central, que representan cinco escenas del Nuevo Testamento, así como los de las pechinas y la imponente obra “El bautismo de Jesús” , que se puede contemplar en la antesacristía, son del artista madrileño Van Der Pere.
Encontramos también dos obras relacionados con las más importantes escuelas pictóricas de los siglos XVI y XVII, entre los que destacan dos obras de Claudio Coello: “San Ignacio de Loyola” y “San Francisco Javier”.
Pero además, en la sacristía, destacan cuatro tablas de Pedro de Cisneros del S. XVI: Martirio de San Sebastián, Santa Águeda, San Antonio de Padua, la Imposición de la Casulla a San Idelfonso.
El pintor Toledano Pedro de Cisneros el Viejo fue discípulo y colaborador de Juan de Borgoña, padre de Pedro de Cisneros el Joven y tío de Pablo de Cisneros, ambos también pintores.
Fueron muchos los pintores que se formaron en la escuela de Borgoña y que trabajaron en equipo con él, hecho que dificulta el conocimiento del desarrollo artistico de cada uno de ellos. Se ha dado por supuesto, que todos estos discípulos permanecieron siempre fieles a su influencia.
Obra documentada de Pedro Cisneros, es el retablo de la Capilla del Arcediano Morales, en el convento de Santa Clara de Toledo, ejecutado entre 1535-1538. Por afinidades estilísticas, se le han atribuido en San Juan de la Penitencia, el retablo del coro y el retablo mayor (desaparecido) y las cuatro tablas de un antiguo retablo conservadas en la parroquial de Valdemoro.
El estilo de todas estas tablas está muy próximo a Juan de Borgoña, sin embargo, se observan en ellas ciertas características propias de Cisneros como la ancha frente, rasgos menudos, redondeada y marcada barbilla y cierto interés por el movimiento de telas y cabellos, de los que pueden ser un ejemplo las dos versiones de San Miguel Arcángel en los retablos de los conventos citados. Existe además en Cisneros un interés por el paisaje, siendo muy típico suyo unos arbolillos cuyos troncos se interrumpen por superpuestos brotes de hojas que forman la copa. También es costumbre en sus escenas al aire libre, sembrar los caminos de piedrecillas redondas, junto con el revoloteo de paños y cabellos al viento.
Por el testamento de Cisneros, fechado el 3 de octubre de 1546, un mes antes de su muerte, acaecida el 16 de noviembre del mismo año, sabemos que ya había muerto Juan de Borgoña ya que deja dinero (seis ducados) para que le sigan diciendo misas y perdona a los herederos de su maestro lo que el le dejó debiendo, «porque yo aprendí con él y podría ser a cargo de alguna cosa tocante a nuestro arte, y demás de esto tuvymos algunas obras en companya».
Las noticias relativas a su actividad recogidas en el testamento indican un volumen de trabajo considerable, interrumpido por una muerte temprana. Dejaba sin terminar los retablos de la capilla de San Antonio del monasterio de San Juan de los Reyes, en el que pedía ser enterrado, y el de la villa de Almorox, por el que había recibido 5000 maravedís. Todavía se le debían ciertas cantidades por un retablo pintado para el monasterio de San Francisco de Pinto (desaparecido) y otro tenía contratado para la iglesia de San Pedro de Ocaña, pero que no llegó a hacer. Aún vivía su padre, que le administraba algunas propiedades y renunciaba a heredarle, y dejaba por heredero universal a su hijo Pedro, hijo natural y menor de edad, a quien ponía como curador a Alonso de Orense, que le había de enseñar el oficio de tejedor de terciopelo. Como albacea nombraba junto con el citado Alonso de Orense a Juan Correa de Vivar.
Tanto Pinto, como Ocaña y Valdemoro pertenecían a la diócesis de Toledo. En el Catálogo Monumental de Madrid, no se mencionan las tablas de Valdemoro, ni tampoco en el Inventario Artístico de la Provincia de Madrid, tal vez porque se hallaban en la casa parroquial.
Cada tabla mide 0,80x0,53 cm. y proceden, sin duda, de un mismo retablo, donde estarían colocadas en las calles laterales. Pueden fecharse muy a finales de la década de los treinta por el incipiente manierismo que se observa en los tornasoles de la indumentaria y el cadencioso movimiento de las figuras.
La tabla de más cuidada ejecución es la que representa a San Sebastián.
San Sebastián
Aparece el santo en una escena concebida al aire libre y dividida por la vertical del tronco de árbol de ramas sesgadas y frondosa copa, en el que se halla atado y asaeteado el santo. Los pies de San Sebastián descansan sobre una alfombra vegetal, donde las hojas y florecillas están amorosamente pintadas, así como el resto del paisaje en el que encontramos los típicos arbolillos de este maestro y una consecución de profundidad por medio de los diferentes planos matizados por los verdes de la vegetación y por los tonos más claros de los montes hasta perderse diluidos en el horizonte. La forma del cuerpo desnudo del santo está modelado por medio de zonas de luz y sombra, con una característica forma de adaptar al cuerpo el paño de pureza y el revoloteo de los extremos del mismo. El cabello movido y la forma de hacer los pies con el dedo pulgar muy marcado es también común en su obra. Pero además del análisis minucioso de los detalles, lo que destaca en la obra es su calidad de conjunto lleno de un encantador lirismo, subrayado por la espigada y poco dramática figura del santo con expresión espectante.
Menos afortunadas son las composiciones de Santa Águeda y San Antonio de Padua .
Santa Águeda
La noble doncella de Catania martirizada hacia el año 251, aparece en medio de un paisaje, muy similar al de San Sebastián, pero sin alcanzar su preciosismo, acompañada de sus atributos tradicionales: la palma en su diestra, y el plato o pequeña fuente con los pechos que, según la leyenda, le cortaron, sujetado con la mano izquierda. El modelo responde a los pintados por Cisneros en los retablos ya citados. Es curioso señalar la marca de un arco de medio punto en la parte superior, que presupone un enmarque anterior al actual, pero no el original.
San Antonio de Padua
San Antonio de Padua aparece con el hábito de la Orden, pardo o gris oscuro, ceñido con un cordón. Siempre imberbe y joven con ancha tensura monacal. Su atributo tradicional del ramo de azucenas o el tallo de vid, ha sido sustituido en esta tabla por una cruz que sujeta con la mano derecha, mientras que con la izquierda sostiene el libro sobre el que se posa el Niño Jesús dentro de una mandorla luminosa. Como en las escenas anteriores, su figura marca el centro de la composición.
En el paisaje, la masa montañosa que había a la izquierda en el de la santa, ha desaparecido, para llenar el lado derecho con el árbol del primer término y con la arquitectura del convento en segundo plano.
Dejamos para el final de la tabla la Imposición de la Casulla a San Ildelfonso,
La Imposición de la casulla a San Ildefonso
tema toledano por excelencia, por la vinculación del Santo con Toledo, de donde fue arzobispo. Su devoción por la Virgen le distinguió. La escena más representada es aquella en que, vestido con el alba y dalmática, recibe la casulla de manos de la Virgen, asistida por ángeles, y por una doncella que tal vez halla que identificarse con Santa Leocadia, quien también se le apareció al Santo permitiéndole que cortara parte de su velo. La escena tiene lugar en un aposento cerrado, agobiante, donde el muro del fondo sólo gracias a una ligera pilastra, parece distanciarse de las figuras; también la nubécula sobre la que se asienta la Virgen y una esbozada losería en el suelo, ayuda a crear cierta profundidad a la escena. Los modelos de la Virgen y Santa Leocadia son idénticos a los de Santa Agueda y comunes a los de otros retablos de Cisneros. Los ángeles presentan un alargamiento, una forma de plegado en las telas y unos tornasoles muy característicos de este primer manierismo español. El ángel que ayuda a la Virgen a colocar la casulla a San Ildefonso es un modelo muy cuidado en cuanto al rostro, al cabello suavemente movido hacia atrás y al delicado plumaje de las alas —muy levantadas— contrastando en ellas zonas muy claras con otras muy oscuras, que subrayan el alargamiento y la movilidad de la figura. San Ildefonso responde al modelo de San Gregorio y de uno de los asistentes a la Misa del retablo de San Juan de la Penitencia. Por fin, los derrámenes de los hábitos, la forma de plegarlos, etc., marcan una manera de hacer no sólo de la escuela toledana, sino de otras que actúan en otras zonas de castilla.
Cisneros muere justo por los años en que la pintura toledana iba a dar un giro separándose de la tradicional y sumando a sus conocimientos nuevas orientaciones renacentistas. De aquí que en su obra no se pueda apreciar la evolución ocurrida en otros artistas. Sin embargo, cuando sepamos su fecha de nacimiento y localicemos toda su obra, podremos valorar su arte.
Conocemos muy pocos años de la obra del pintor, nada antes y nada después de las obras citadas. Son pues, muy pocos años para enjuiciar la obra de un artista, que conoció a Antonio de Comontes y que fue contemporáneo de Francisco de Coniontes (que muere en 1568) y de Correa de Vivar (muerto en 1566) y con quien le unió gran amistad al nombrarle albacea de su testamento.
El hecho de que Pedro de Cisneros en su testamento deje solucionadas las cuentas con su padre que aún vive y de citar a sus hermanos, la mayoría casados, y de dejar sus bienes, con consentimiento de su padre, a su hijo natural Pedro Cisneros, quien puede disponer de ellos cuando sea mayor de edad, es decir aún niño al redactar el testamento, hace suponer que Pedro de Cisneros murió joven, y el juicio depreciativo a que ha sido sometida su obra, no está justificado puesto que la muerte impidió el desarrollo artístico que la trayectoria de las obras conocidas propiciaban.
- Fuente principal: digita.csic.es - "Cuatro tablas de Pedro de Cisneros en la iglesia de Valdemoro" - Isabel Mateo Gómez
- Mis agradecimientos al Padre Santiago García - Parroquia Nuestra Señora de la Asunción.
31/05/2024 "La consejería de Cultura, Turismo y Deporte de la Comunidad de Madrid ha iniciado las obras de restauración de la Fuente de la Villa de Valdemoro tras la autorización y el compromiso de mantenimiento del Ayuntamiento de la localidad. Es una inversión de la Dirección General de Patrimonio Cultural de algo más de 45.000 euros que recuperará la estética original y su estructura, y que contribuirá a ralentizar su deterioro.
Los trabajos durarán unos dos meses y están precedidos por un estudio técnico como marca la normativa para la conservación y restauración del patrimonio histórico. Además se garantiza su reversibilidad y retratabilidad (que no impida futuros procesos) de materiales y técnicas. La fuente es de piedra caliza y cuenta con el escudo de Valdemoro.
La Fuente de la Villa data de 1605 y está emplazada en la calle Illescas, al sur del casco histórico. Forma parte del Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos del Plan General de Valdemoro, y está dentro del Conjunto Histórico considerado Bien de Interés Cultural por la Comunidad de Madrid. Desde el Ayuntamiento está tramitada también la petición para que sea nombrado Bien de Interés Patrimonial.
La fuente se creó originalmente para dotar de agua potable a los vecinos, y más tarde se añadió un abrevadero para los animales que también se utilizó como lavadero. Las dos restauraciones más recientes datan de 1997 y 2003."
Este nuevo artículo que incluido en el apartado "Bibliografía, textos y referencias" del blog.
Hace unos días tuve la suerte de encontrarme con esta fotografía que tiene por título "Cuentos de la siega. Valdemoro, 1906". Fué tomada por Antonio Cánovas del Castillo, más conocido como Kaulak, y sobrino del político Antonio Cánovas del Castillo. Kaulak era fotógrafo, pero también era pintor. La escena es una composición con vocación pictórica.
En 1906 Valdemoro tenía unos 3.000 habitantes. Muchos de los que hacían la siega eran gallegos, temporeros que marchaban a Castilla y regresaban de nuevo al finalizar la campaña. Valdemoro, un pueblo muy distinto, el cual ya supera los 80.000 habitantes censados.
Pero mayor fue mi fortuna al encontrarme con este maravilloso trabajo de Rafael Navarrete, dando color y la posibilidad de ver una imagen histórica desde una perspectiva más cercana.
Rafael Navarrete es un enamorado de la historia y la fotografía. Empezó a trabajar a finales de 2013, con la restauración integral de fotografías antiguas en blanco y negro, con el fin de "acercar el pasado hasta nuestros días y que las imágenes parezcan hechas ayer".
En mi opinión es un trabajo que consigue una transformación de posibles sensaciones de tristeza del blanco y negro, en una mayor percepción de vida, de resurrección de los colores.
Ambas imágenes las incuyo dentro del bloque Galería - Imágenes de este blog.
José Huete fue alcalde de Valdemoro durante cuatro legislaturas (83-99), asumiendo su cargo cuando el municipio tenía algo más de diez mil habitantes. Entonces era una localidad de economía rural, sin un centro de salud para atender a la población, sin industria y casi sin equipamientos educativos.
Huete comenzó siendo concejal en el primer ayuntamiento democrático de Valdemoro, lugar donde nació. En el 83 encabezó la listas del PSOE y fue elegido en la que sería, junto con la última, su legislatura más difícil. En estos primeros cuatro años tuvo que hacer frente, como casi todos los municipios del sur de Madrid, a los problemas como el del agua y conseguir el primer instituto ya que muchos de ellos se desplazaban a Ciempozuelos para continuar sus estudios.
La lucha por conseguir que empresas importantes se instalaran en Valdemoro o la todavía asignatura pendiente de la comunicación con otras localidades cercanas o con Madrid.
Tras una investigación del partido sobre el incremento injustificado de su patrimonio personal, en 1999 decide renunciar al cargo y no presentarse a una nueva reelección.
La trama corrupta entre empresarios inmobiliarios y el Ayuntamiento de Valdemoro para pactar recalificaciones de suelo ya funcionaba en el gobierno de José Huete, lo que más tarde le serviría como resorte a su sucesor en el cargo y secretario general del PP madrileño Francisco Granados. Así lo apuntó el exsocio de Granados y presunto "conseguidor" de la trama "Púnica" David Marjaliza en junio de 2015 durante la declaración que prestó ante el juez de la Audiencia Nacional.
Una calle muy próxima al Hospital Infanta Elena, lleva el nombre de Alcalde José Huete López. La decisión fue adoptada por unanimidad de todos los grupos presentes en sesión extraordinaria de Pleno del año 2009, junto a las calles Alcalde Antonio Pariente Cuesta y Alcalde Francisco Granados Lerena, los tres primeros ediles surgidos de las urnas en Valdemoro, conmemorando los 30 años de ayuntamientos democráticos. Además de su inclusión en el callejero local, los tres alcaldes fueron protagonistas del homenaje celebrado en el Teatro Municipal Juan Prado al que asistieron, junto a la Corporación municipal, buena parte de los concejales que habían pasado por el ayuntamiento en estas tres décadas.
Ha sido un placer, encontrarme recientemente con cuatro textos que hacen referencia a Valdemoro en momentos distintos de su historia, cuatro relatos de sencillos pero sugerentes párrafos, lo cuales he creido interesante y preciso incluirlos en el apartado "Bibliografía, textos y referencias" de este blog.
Autor: Jesús Paniagua - Presidente de la Asociación de Consumidores y Usuarios de Valdemoro (ACUSVAL)
Valdemoro en cuatro escenas
Año 72 D. C.
Docenas de pesados carros de bueyes cargados por esclavos sudorientos se disponen a partir hacia los cuatro puntos cardinales de Hispania. Transportan la preciada cal extraída de las colinas del Espartal y que se utiliza para las múltiples obras que el Imperio realizaba en la península. El tráfico de carromatos es incesante porque la calidad del adherente ha alcanzado gran fama por su buena calidad. Calzadas, puentes y acueductos se soldaban con la cal y el yeso extraído de un ignoto rincón que algún tiempo después sería conocido por Vallem Mauri.
Año 1808
Campesinos de Valdemoro, a las órdenes del Conde de Montijo, se trasladan ansiosos por la cañada hasta Aranjuez para destituir al infame Godoy. En su ímpetu consiguen que el indolente Carlos IV abdique y suba al trono el príncipe Fernando. A su vuelta hasta las mulas parecen contentas y aceleran el paso según se acercan a la Fuente de la Villa para abrevar. Los valdemoreños celebrarán la gesta con un buen vino del lugar, que para algo lo elogió el mismísimo Quevedo.
Año 1851
Su Majestad la reina Doña Isabel II hace un alto en Valdemoro en el viaje inaugural de la tercera línea ferroviaria española. Autoridades y vecinos la cumplimentan y acompañan hasta que el tren reanuda el viaje, siendo despedida entre vítores y el asombro que producía el humo de la locomotora. En torno al ferrocarril crecen las ciudades en los que hace parada y todos se benefician de un medio de transporte moderno y rápido.
Año 2024
Laura, con cara de sueño, espera resignada a que el tren, la dichosa C-3, arranque; lleva 25 minutos detenido y por megafonía anuncian que hay una “incidencia”. Este mes ha llegado 10 días tarde al trabajo y su jefe la ha avisado que de seguir así tendrá que buscar otro empleo. Su hijo Carlos ya ha perdido hoy dos autobuses que no han hecho parada porque iban llenos de estudiantes. Hoy tenía un examen importante en el instituto, pero llegará tarde y suspenderá la asignatura a pesar de que ha madrugado más que nunca. Su vecino, José Luis, hace el trayecto inverso en su coche. Atascado a la entrada de Valdemoro hoy tampoco llegará a tiempo a recoger a su hija del cole. “Valdemoro es una ratonera” piensan irritados Laura, Carlos y Roberto.
Fuente: zigzagdigital.com
Música: Tchaikovsky - 1812 Overture (Full with Cannons)