En el siglo XVI, Valdemoro no alcanzaba la cifra de dos decenas de manzanas, éstas eran amplias, se alternaban tapias de corrales con fachadas y con escasez de espacios libres, excepto las centrales, con un trazado organizado por diez o doce vías jerarquizadas y cuatro plazas encadenadas: Mayor, Autos, Esparto y de la Iglesia.
Plaza de Autos (amurallada, derecha torreón)- Años 60 del pasado siglo
Plaza de Autos (con árbol en el centro) - Años 40 del pasado siglo
Debido al crecimiento urbano, la villa supera la calle Grande, como muestra la fundación del hospital de San Andrés en la misma y crece hacia la fuente y el convento de Carmelitas, hecho que posibilita el desarrollo de dicha vía principal hacia el este y la configuración de un espacio de recreo asociado a la existencia de agua. En la cota más baja de todo el núcleo histórico, las viviendas tenían pozo y múltiples manantiales, como el existente en el convento del Carmen. Esta calle probablemente se convirtiera en el nuevo recorrido del camino entre Móstoles y Chinchón en sustitución del anterior por la plaza Mayor, viario germen del trazado de la villa.
Calle Estrella de Elola - Años 40 del pasado siglo
(Denominada Calle Grande hasta 1932)
Calle Grande (con Carretera, desde Matadero) - Años 50 del pasado siglo
Calle Grande (con Plaza de la Piña) - Años 50 del pasado siglo
El concejo exigió a los propietarios unas características constructivas similares en los cuatro frentes de la plaza, para lo cual se consultó a Francisco de Mora. Se desconoce si se amplió la antigua plaza pública para estos efectos, pues no se tienen noticias de su primitiva ubicación, aunque probablemente se encontrara en la situación actual, apoyada en el camino de San Martín de la Vega y Titúlcia.
En el siglo XVII, Valdemoro creció extramuros hacia el oeste, por el camino de Torrejón, donde se crea el colegio de San José, denominado barrio de Arriba, aunque en los primeros planos del casco, de segunda mitad del XIX, aparece la zona prácticamente sin construir en dirección septentrional, hacia las eras, situándose en esta ladera la casa del duque de Lerma, llamada Casa del Rey, y ampliándose la ermita del Cristo de la Salud; y hacia el sur, con la construcción del convento de las Clarisas y de la fuente nueva a principios de siglo.
Calle Cristo de la Salud - Años 40
En el interior del casco hay que destacar la definitiva organización de la plaza Mayor, con la fundación del pósito y la construcción de una torre en la misma, así como la reconstrucción de la iglesia y erección de diversas casas nobles, como la Casa de la Inquisición y de "Los Zorritos".
En 1751, en Valdemoro había 550 casas, de las cuales 430 eran habitables, 20 inhabitables y 100 arruinadas, extendidas con baja densidad en una superficie aproximada de 30 ha; en este momento había dos instituciones religiosas: los Carmelitas Calzados y las Franciscanas Recoletas, pero un grupo de otras órdenes religiosas, especialmente, los dominicos, jerónimos y jesuitas, tenían hasta 16 fincas en el término municipal (sólo 3 en el casco urbano).
En el interior del casco, la operación de mayor interés fue la constitución de la fábrica de tejidos, entre las calles actuales de Libertad, General Dabán, General Martitegui y plaza del Duque de Ahumada, donde hoy se encuentra el parque homónimo. Asimismo, se realizaron importantes obras; en la iglesia (la reconstrucción de la torre), en el antiguo hospital de San José (restauración y obra nueva) y en propiedades del conde de Lerena (para el establecimiento de las escuelas públicas).
En el interior del casco, la operación de mayor interés fue la constitución de la fábrica de tejidos, entre las calles actuales de Libertad, General Dabán, General Martitegui y plaza del Duque de Ahumada, donde hoy se encuentra el parque homónimo. Asimismo, se realizaron importantes obras; en la iglesia (la reconstrucción de la torre), en el antiguo hospital de San José (restauración y obra nueva) y en propiedades del conde de Lerena (para el establecimiento de las escuelas públicas).
Calle General Daban - Años 40
Las calles eran, generalmente, espaciosas y anchas, con alineaciones continuas; las casas, de dos plantas y encaladas, se rodeaban de corrales y patios que albergaban las dependencias dependencias auxiliares, proporcionando a dichas vías tapias con portalones alternadas con los alzados principales.
Siglo XIX
Si bien en 1828 la población se componía de 260 casas (entre 20 y 30 de "regulares proporciones") y en 1849 de 302 de mediana construcción (cifra mucho menor que la de cien años antes, 550 casas de las cuales 430 estaban en uso), cuarenta años después, en 1889, aumenta el censo edilicio a 364, un 20% más para un crecimiento demográfico del doble, hecho que muestra un déficit en aumento de la vivienda. En 1891, pocos años después, se contabilizan 339 casas, es decir 25 menos, que hay que suponer arruinadas. En este momento las casas se describen como espaciosas, de dos pisos, con habitaciones de verano en el bajo y de invierno en el alto, algunas con amplios jardines y extensos patios y corrales, lo que exige mucha superficie para dicho vecindario. Se organizaban a partir de patios con pies derechos y zapatas de madera y se abrían a los jardines o corrales mediante pórticos con los mismos elementos.
Las instituciones, equipamientos y servicios a mediados de siglo se reducían al ayuntamiento, la cárcel, doce paradores o posadas, dos hospitales el de San José, para enfermos pobres, y el de San Andrés y San Sebastián para viudas elementos pobres (hay que señalar que sólo 19 pueblos de la provincia de Madrid tenían en 1868 establecimientos de beneficencia para acoger enfermos, entre ellos Valdemoro) y dos fuentes, Carmen y Nueva. El crecimiento de la población provocó la mejora de las infraestructuras y equipamientos básicos, como en el abastecimiento de agua, para el que se creó una fuente nueva y un lavadero. La nueva fuente denominada del Pozo Bueno (situada en la plaza homónima en 1849, junto a la calle del Cristo de la Salud), canaliza el agua de un manantial al oeste del pueblo, poseía un pilón con dos caños y abastecía, asimismo, al Colegio de Guardias Civiles Jóvenes.
Por otra parte, la construcción del Lavadero tiene lugar a finales de siglo, surtido de la fuente de la Villa; asimismo, se comienza a organizar una política de ornato de la villa, con fuerte sentido urbanístico, mediante la creación de espacios arbolados y jardines públicos, como el paseo de la Estación, la plaza de la Piña (realizada tras la desamortización del convento del Carmen mediante la incorporación de parte de su huerta a la fuente homónima, y ampliada en 1896 por cesión de la parcela de la Guardia Civil, convirtiéndose en un espacio urbano de recreo) y diversos elementos recreativos, como un quiosco de refrescos, un templete de música y la plaza del Duque de Ahumada, ajardinada y con una escultura del fundador de la Guardia Civil.Si bien en 1828 la población se componía de 260 casas (entre 20 y 30 de "regulares proporciones") y en 1849 de 302 de mediana construcción (cifra mucho menor que la de cien años antes, 550 casas de las cuales 430 estaban en uso), cuarenta años después, en 1889, aumenta el censo edilicio a 364, un 20% más para un crecimiento demográfico del doble, hecho que muestra un déficit en aumento de la vivienda. En 1891, pocos años después, se contabilizan 339 casas, es decir 25 menos, que hay que suponer arruinadas. En este momento las casas se describen como espaciosas, de dos pisos, con habitaciones de verano en el bajo y de invierno en el alto, algunas con amplios jardines y extensos patios y corrales, lo que exige mucha superficie para dicho vecindario. Se organizaban a partir de patios con pies derechos y zapatas de madera y se abrían a los jardines o corrales mediante pórticos con los mismos elementos.
Las instituciones, equipamientos y servicios a mediados de siglo se reducían al ayuntamiento, la cárcel, doce paradores o posadas, dos hospitales el de San José, para enfermos pobres, y el de San Andrés y San Sebastián para viudas elementos pobres (hay que señalar que sólo 19 pueblos de la provincia de Madrid tenían en 1868 establecimientos de beneficencia para acoger enfermos, entre ellos Valdemoro) y dos fuentes, Carmen y Nueva. El crecimiento de la población provocó la mejora de las infraestructuras y equipamientos básicos, como en el abastecimiento de agua, para el que se creó una fuente nueva y un lavadero. La nueva fuente denominada del Pozo Bueno (situada en la plaza homónima en 1849, junto a la calle del Cristo de la Salud), canaliza el agua de un manantial al oeste del pueblo, poseía un pilón con dos caños y abastecía, asimismo, al Colegio de Guardias Civiles Jóvenes.
Calle Eloy López de Lerena (hacia Plaza de Autos) - Años 40
Calle Eloy López de Lerena - Año 1960
Primer documento gráfico del casco urbano de Valdemoro- 1890
Por lo tanto, como se puede todavía ver en el plano de 1890 publicado por el doctor de la Calle, encontramos dos claras partes: una densa alrededor de la plaza Mayor y otra de menor densidad edificatoria que rodea la anterior formando una U. Además, en este plano encontramos el portazgo, a la salida de la carretera de Andalucía, la más antigua y probablemente única representación del convento del Carmen, las eras, el lavadero y la fuente del Carmen.
Calle del Carmen - Años 40
Este crecimiento incluye en su interior diversos espacios no construidos, como huertos, jardines, libres, romo los del Colegio de Guardias Jóvenes (en realidad, la extensión seria de unas 23ha, algo más de la mitad de la señalada en el catastro). Los límites de la población, respecto a los del XVIII, son similares, pues el casco urbano se va densificando y se incluyen dentro del suelo urbano parcelas cultivables con casa y huerto. El perímetro, discontinuo por la escasa edificación, estaba organizado por las siguientes vías: al este, la carretera de Andalucía, superada por varias construcciones, como el palacio de la marquesa de Villa-Antonia, el Parador Nuevo (también llamado Casa de Postas o Casa de la Cadena) y el matadero (desde esta construcción, en el encuentro con la carretera de Andalucía surge como prolongación de la calle Grande el llamado paseo de la Estación, que conduce hasta el edificio de viajeros), al norte se cierra la villa por las eras y huertos que lindan con la actual calle de San Vicente Paúl y la ermita del Cristo de la Salud, para girar hacia el sur en el límite occidental por las actuales calles del Río Guadalquivir y Herencia (antes Capitán Tiedra, con su lado oeste construido en este momento) y continuar ya en el lado meridional por la calle Aguado y casas de la calle Luis Planelles, construido su lateral sur en esta centuria, dejando fuera la fuente de la Villa e incluyendo el convento de las Clarisas para volver por Bretón de los Herreros hacia la carretera de Andalucía y el portazgo situado en este punto.
La calle Grande, según los documentos gráficos, mantenía la calzada elevada respecto a las aceras laterales para alojar el curso del arroyo que configuraba la calle, hecho que obligaba a construir unos pontones o puentecillos en su cruce con la carretera de Andalucía, como se puede observar en el plano catastral de rústica delineado entre los años 1860-70 por la Junta General de Estadística; en 1908 el Ayuntamiento construyó en el mismo punto un puentecillo "para el libre curso de las aguas pluviales".
Estrella de Elola (con Avda. de Andalucía) - Años 50 del pasado siglo
Sin duda la construcción en 1851 de la línea férrea Madrid-Aranjuez, ampliada más tarde a Alicante, y el establecimiento de una estación a un kilómetro de la población, en dirección a San Martín de la Vega, y conectada por un nuevo camino, constituye el hecho urbano más significativo del siglo XIX. Si bien parece que en un primer momento no se extendió la ciudad hacia este punto, más adelante propició la creación de una pequeña zona industrial y residencial de baja densidad, descollando varias villas con sus parcelas que se han conservado.
Paseo de la estación - Años 50
Otros conjuntos organizados en estas fechas (segunda mitad del siglo XIX9 son el convento de las Hermanas de la Caridad, con dos casas -San Diego y San Nicolás-, la casa de los Padres Paúles y el Colegio del Juncarejo para Huérfanas de la Guardia Civil, situado extramuros.
Calle Alarcón - Años 40
A estas mismas Hermanas de la Candad, el marqués de Vallejo dona unos terrenos al norte de la villa, entre la plaza del Conde, callejón del Rey, calles de San Nicolás, Apóstol Santiago y Tenerías, partido en dos por la calle de San Vicente de Paúl, construida la parte meridional y utilizada la norte como huertos y eras, incluyendo una noria y un depósito de agua. En la manzana sur se constituyó el Convento de San Nicolás y, posteriormente, el Colegio de San José sobre la Casa del Rey y la Casa de Labor de los jesuitas.
Calle San Vicente Paul (con Cristo de la Salud) - Años 80
Para atender mejor las necesidades de las congregaciones de San Diego y San Nicolás, los Padres Paúles deciden constituir en Valdemoro, en 1897, una residencia con capilla para media docena de miembros, para lo cual compran la casa con jardín denominada, indistintamente, Parador Nuevo, Casa de Postas o Casa de la Cadena (había tenido estas funciones de posada de arrieros del Camino Real y lugar de portazgo con su cadena correspondiente para cerrar el paso a las caballerías). Estaba situada, por tanto, en la carretera de Andalucía, entre las calles de Federico Marín y Pasadores y contaba con jardín posterior. Construida seguramente en el siglo XVII, se debió reconstruir o reformar en 1864. Tenia el caserón 42 por 11 metros, once balcones y un arco de piedra de Colmenar.
Siglo XX
El casco urbano evolucionó a lo largo del siglo XIX y comienzos del XX hacia modelos urbanos, con manzanas cerradas de edificación continua, como muestra el plano del Instituto Geográfico y Estadístico de 1923, desapareciendo viario, como el callejón de Palacio en la finca de los Junquera, o fundiéndose propiedades para establecer las grandes fincas de las familias madrileñas que utilizaron Valdemoro como lugar de descanso y recreo situadas en la zona de la calle Grande y parte oriental del casco, la más cercana a la estación. Dos de las casas principales, en cambio, se situaron en puntos más alejados: la casa de Alarcón. en la misma calle Mediodía (hoy denominada Alarcón, en su honor) y la de Cánovas del Castillo, situada cerca de la ermita del Cristo de la Salud.
Plaza Cánovas del Castillo (Pozo Bueno) - Años 40
A finales de siglo no se conservaban ninguna de las ermitas de San Gregorio, San Sebastián, San Pedro, San Antón, Santiago y Santa Cruz.
Calle el Colegio - Años 60
Sin duda alguna, uno de los fenómenos que más influyeron en el cambio del tejido urbano del siglo XIX y sobre todo del XX, mucho más denso y compacto que en centurias anteriores, fue la venta de 16 fincas tras la desamortización, pertenecientes al clero (excepto una): destacan una casa corralillo, una casa en la calle Colegio perteneciente a los Jerónimos y otra en la calle del Cristo de la Salud. El convento de Carmelitas Calzados se cerró, aunque ya estaba arruinado en 1828, permaneciendo abierto el de Santa Clara. El paso a manos particulares de la mayoría de estas propiedades y la donación posterior de las mismas a diversas órdenes religiosas, que asimismo construyeron y colmataron los terrenos y procedieron a su venta ya bien entrada la centuria pasada.
Plaza del Paraíso - Años 40
Calle Francisco García Serrano (Hoy Tirso de Molina.
Al fondo las cuatro esquinas, cruce Nicasio Fraile, Pozo Chico y Alarcón) - Años 40
Calle Ruiz de Alda (Hacia antiguo camino de Parla, desde Estrella de Elola) - Años 50
Fuentes:
Texto extraído de: Desarrollo histórico - Tomo XIII - Valdemoro 3.1
Fotografías: Comunidad Memoria de Valdemoro
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